La situación hídrica en Cundinamarca se encuentra en un punto crítico, con los embalses alcanzando apenas un 52,92% de su capacidad, según reportes de XM. A pesar de las lluvias recientes, el problema persiste, y la Corporación Autónoma Regional de Cundinamarca (CAR) ha señalado varios factores que contribuyen a la falta de recuperación en los niveles de agua.
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En declaraciones recientes, el director de la CAR, Alfred Ignacio Ballesteros, explicó que la sequía prolongada que ha afectado la región durante casi seis meses ha dejado el suelo extremadamente seco. Esta condición ha llevado a que las plantas absorban la poca humedad que cae, impidiendo que el agua se infiltre adecuadamente en los sistemas que regulan el flujo de los ríos. Ballesteros comentó: “Debido a la sequía de casi seis meses, el suelo está muy seco y las plantas absorben la poca humedad que cae”.
Con el inicio del segundo periodo de lluvias del año en la región andina, la situación parecía tener un respiro; sin embargo, las precipitaciones más significativas han tenido lugar en áreas urbanas, lejos de las zonas montañosas que son cruciales para la recarga de los embalses. El fenómeno de La Niña ha contribuido a que las lluvias no sean tan intensas como se esperaban, lo que ha llevado a un agravamiento en el abastecimiento de agua. “Si bien estamos recibiendo lluvias que son normales en esta época del año, no están aportando una solución para el problema de abastecimiento de la ciudad”, afirmó Ballesteros.
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Uno de los puntos más preocupantes es la localización de las lluvias. Aunque hay precipitaciones, estas no están concentradas en las áreas que alimentan el embalse de Chuza, fundamental para el suministro de agua en Bogotá. La falta de lluvias en las montañas no solo afecta la calidad del agua, sino que también complica los esfuerzos por mitigar el racionamiento que enfrenta la capital.
Además, el director de la CAR advirtió sobre la necesidad de implementar medidas de ahorro y uso eficiente del agua. Sin una gestión adecuada, la situación podría volverse aún más crítica. Ballesteros destacó que si el volumen de agua que sale de los embalses sigue siendo mayor que el que entra, los niveles en las represas podrían deteriorarse aún más hacia finales de noviembre y principios de diciembre.
La combinación de sequías prolongadas, la falta de precipitaciones en áreas clave y el uso desmedido del recurso hídrico están llevando a Cundinamarca a una crisis que podría tener consecuencias severas si no se toman medidas urgentes. El llamado a la ciudadanía es claro: cuidar el agua debe ser una prioridad. Con la colaboración de todos, se puede intentar revertir esta situación y garantizar el suministro hídrico para el futuro. La alerta está lanzada, y es responsabilidad de todos actuar para evitar un desenlace que podría ser devastador.
