Bogotá está viviendo una de las crisis hídricas más graves de su historia. Agosto, el mes más seco en los últimos 55 años, ha puesto a la ciudad en una situación crítica con respecto a sus reservas de agua. La ausencia del esperado fenómeno de La Niña, que debería aliviar la sequía, ha acentuado el problema, dejando a la capital colombiana en una posición vulnerable para el futuro inmediato.
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El director de la Corporación Autónoma Regional de Cundinamarca (CAR), Alfred Ballesteros, expresó su preocupación sobre la situación actual. “Hace 40 años creíamos que el agua nunca se iba a acabar. No se había advertido nunca una situación de desabastecimiento de agua como la que hoy se ha vivido por el fenómeno de El Niño en los primeros meses de este año”, comentó Ballesteros en una entrevista con Semana. Esta observación refleja la gravedad del problema, que ha escalado rápidamente.
El racionamiento de agua en Bogotá no estaría dando resultados para evitar la sequía
En respuesta a la crisis, el alcalde Carlos Fernando Galán se vio forzado a implementar un racionamiento de agua, en un esfuerzo por manejar los bajos niveles de los embalses heredados de la administración anterior. “La situación es más grave de lo que esperábamos”, reconoció Galán. Aunque en abril se establecieron medidas de racionamiento que incluyeron nueve turnos diarios en diversas zonas de la ciudad, el ahorro logrado de 14.280.000 metros cúbicos permitió una breve flexibilización de las restricciones en junio. Sin embargo, el cambio en la cultura de consumo de agua ha sido un desafío considerable.
Natasha Avendaño, gerente del Acueducto de Bogotá, explicó: “Tomamos esa decisión por el anuncio de la llegada del fenómeno de La Niña y porque en mayo y junio tuvimos unas muy buenas afluencias que permitieron acumular agua en los embalses. Por eso, cuando tomamos la decisión de espaciar la restricción, era con el fin de entregarles un poco a los usuarios esa corresponsabilidad en el ahorro”. A pesar de estos esfuerzos, la realidad ha demostrado ser más dura, con un agosto especialmente seco que ha complicado aún más el panorama.
Escasez de lluvias han aumentado el riesgo de desabastecimiento de agua en Bogotá
El alcalde Galán subrayó el impacto negativo de la falta de precipitaciones: “Este ha sido un año con afluencias muy debajo del promedio histórico, inclusive llegando a ser de los años con menores afluencias en registro”. La directora del Ideam, Ghisliane Echeverry, también advirtió sobre una reducción significativa en las lluvias esperadas para la región de la Orinoquia, afectando especialmente al embalse de Chuza.
“Estamos ante un reto que no es solamente de este año, sino de 2025, lo que nos obliga a todos a cambiar el manejo del agua no por estos meses, sino para siempre”, afirmó Galán. Con una probabilidad del 55% de que el fenómeno de La Niña se materialice entre septiembre y noviembre de 2024, la ciudad podría enfrentar aún mayores desafíos si no se implementan medidas de ahorro y conservación de agua efectivas.
De no cambiar la tendencia actual, se anticipa la posibilidad de un nuevo y más estricto racionamiento de agua a partir del 21 de septiembre. La Alcaldía ya está trabajando en soluciones a largo plazo, como la expansión de la planta de Tibitoc, para reducir la presión sobre el Sistema Chingaza. Sin embargo, la responsabilidad de garantizar el suministro de agua no recae solo en las autoridades, sino también en cada ciudadano. La conciencia y el compromiso con el ahorro de agua serán fundamentales para superar esta crisis y asegurar un suministro sostenible en el futuro.