El asesinato de Juan Sebastián Aguilar, conocido como ‘Pedro Aguilar’ o ‘Pedro Pechuga’, un influyente esmeraldero colombiano, ha generado un gran revuelo, especialmente tras revelarse los detalles de su muerte cruel y violenta. Según un nuevo informe balístico, Aguilar fue asesinado por un francotirador, lo que confirma la premeditación y brutalidad del crimen, por el tipo de arma utilizada.
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El informe, revelado por la revista Semana, detalla el uso de un arma de calibre 7,62, prohibida por el Derecho Internacional Humanitario debido a su alta letalidad y el daño que causa a las víctimas. Cualquier disparo de esta arma es tan letal que su uso está restringido. Los ataques de este tipo de arma son tan potentes que sus víctimas quedan destrozadas y no logran sobrevivir. A pesar de esta prohibición, los delincuentes optaron por usarla, ignorando las normas humanitarias. Se especula que el arma utilizada podría haber sido un fusil de asalto Galil modificado, un Heckler & Koch de fabricación alemana, o un AK-47, el arma de preferencia entre los grupos criminales en Colombia.
El francotirador que acabó con la vida de Aguilar estaba altamente entrenado y operaba con un equipo capaz de disparar con precisión desde hasta un kilómetro de distancia. Sin embargo, en este caso, el asesino se ubicó a tan solo 90 metros de su objetivo, eliminando cualquier margen de error. El lugar elegido para el disparo fue cuidadosamente seleccionado, y el tirador esperó pacientemente el momento exacto para ejecutar el ataque.
‘Pedro Pechuga’ murió de cruel manera en Bogotá: nuevo informe balístico sorprende a autoridades
Investigadores y periodistas que visitaron el lugar donde se habría ubicado el francotirador encontraron varios elementos que corroboran la hipótesis. Entre ellos, una estera de uso militar y un mampuesto, un improvisado trípode elaborado con ramas y cuerdas, lo que sugiere que el asesino pasó horas preparando el terreno para garantizar el éxito de su misión.
Desde la posición estratégica en la montaña, el francotirador tenía una vista clara de Aguilar, quien estaba completamente expuesto y vulnerable. La planificación meticulosa y la precisión del ataque reflejan la determinación de los responsables de eliminar a Aguilar de manera definitiva, asegurándose de que no hubiese testigos o errores en la ejecución del crimen.
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Este caso ha dejado a las autoridades y a la opinión pública en alerta, no solo por la frialdad con la que fue perpetrado, sino también por las implicaciones que tiene en el contexto de la violencia que rodea al comercio de esmeraldas en Colombia.