En la localidad de Kennedy, Bogotá, la comunidad de la parroquia Santa Margarita vive momentos de angustia y desprotección debido a una serie de robos recurrentes. Un joven, identificado por las cámaras de seguridad, ha irrumpido en el templo en al menos siete ocasiones, llevando consigo diversos objetos de valor, incluidas las ofrendas de los feligreses.
PUBLICIDAD
Los informes indican que este joven, de aproximadamente 23 años, ha encontrado formas de burlar la seguridad del lugar desde octubre de 2023. Su método habitual incluye ingresar a la parroquia por el techo, causando daños estructurales que han dejado a la comunidad con pérdidas económicas considerables. Estos daños han permitido la filtración de agua, empeorando la situación para los responsables del mantenimiento de la iglesia.
El último incidente se registró el pasado 19 de julio, cuando las cámaras de seguridad captaron nuevamente al joven merodeando por el lugar en horas de la madrugada. Después de recorrer el recinto en busca de objetos de valor, se le vio salir sin mostrar ningún tipo de preocupación por ser capturado.
El diácono Ricardo Perdomo, encargado de la parroquia, expresó su frustración ante la falta de acción efectiva por parte de las autoridades. A pesar de que el ladrón ha sido detenido en dos ocasiones, en ambas fue liberado poco después, lo que ha generado un clima de incertidumbre entre los feligreses. “Nosotros ya lo hemos llevado ante la justicia, pero vuelven y lo sueltan”, comentó Perdomo en una entrevista con City TV.
La comunidad se siente desamparada y teme que los robos continúen. La presencia del joven en los alrededores de la iglesia durante la semana ha aumentado la preocupación, sugiriendo la posibilidad de nuevos asaltos. Esta situación no es exclusiva de Santa Margarita; otras iglesias cercanas también han sido víctimas del mismo individuo, lo que indica un patrón de comportamiento preocupante.
La respuesta de las autoridades ha sido insatisfactoria para los miembros de la parroquia, quienes afirman que se les ha informado que el joven no representa un peligro significativo para la sociedad. Esta afirmación ha sido recibida con escepticismo y preocupación, ya que la comunidad siente que sus derechos y seguridad están siendo ignorados.
