En Bogotá se les llama zonas de tolerancia a los lugares donde ocurre lo intolerable. Al menos así lo dejan ver las denuncias sobre los casos de explotación sexual de menores que han ocurrido históricamente y hoy se siguen presentando en el barrio Santafé, en la localidad de Los Mártires.
El testimonio de Bibiana, cuyo nombre real no es mencionado para proteger su identidad, muestra cómo este fenómeno afecta con mayor rigor a niños, niñas y adolescentes en contextos vulnerables.
Cuando Bibiana tenía 12 años pensaba que estaba trabajando, pero hoy sabe que en realidad estaba siendo víctima de explotación sexual. “A mí me contactaron en mi barrio, mi vida era horrible y tenía muchos problemas en mi casa, sobre todo por falta de dinero”, recuerda Bibiana.
Le ofrecieron drogas, alcohol y un “puesto de trabajo” en el barrio Santafé. Según recuerda, fue explotada sexualmente junto a otras niñas de su misma edad, lo cual le hacía pensar que se trataba de una experiencia laboral como cualquier otra. En ese entonces no consideraba que se tratara de algo malo.
“Yo me mandaba sola, pero sí tenía que pagarle a mi supuesto amigo que me conseguía los clientes, la pieza y los condones. A veces me daba comida y ropa y así todo lo que me daba se lo tenía que pagar”, recuerda Bibiana, que pasó parte de su adolescencia de pie, en una calle del Santafé a merced de depredadores sexuales.
Su caso no es ajeno a los ojos de los bogotanos que todos los días pasan -en buses de Transmilenio, carros, taxis o motos- por ese tramo de la avenida Caracas desde donde se ven mujeres con vestidos cortos que espantan el frío y esperan un cliente. Nadie se preocupa por su edad, excepto los depredadores sexuales que acuden al barrio.
Aunque Bibiana pudo salir de las calles donde antes era víctima de explotación sexual, la verdad es que estos casos se siguen presentando. Así lo constató una investigación adelantada por el equipo del concejal de Bogotá Óscar Ramírez Vahos.
“Hicimos una inmersión de dos semanas buscando cómo están explotando a las niñas, niños y adolescentes. A plena luz del día, las menores de edad son explotadas sexualmente”, le dijo el concejal a PUBLIMETRO COLOMBIA. En varios videos que fueron grabados por su equipo se observa que las menores de edad hablan directamente con los conductores de los carros que se les acercan.
En una de las zonas, pudieron identificar a una mujer adulta, quien es señalada de conducir a las menores de edad y ofrecerlas a depredadores sexuales. “Necesitan estarlas controlando. Cuando les decían que si podían ir a una zona distinta al Santafé, ellas dicen que no se pueden mover, obviamente porque responden a bandas criminales que las están explotando ahí”, contó el concejal.
Ramírez Vahos dijo que también han identificado que se cometen este tipo de delitos contra niñas y adolescentes en otras localidades como Kennedy, San Cristóbal, Suba y Barrios Unidos.
Katherine Jaramillo es directora de Valientes Colombia, una organización que se dedica a investigar y prevenir la explotación sexual comercial de niñas, niños y adolescentes (ESCNNA). Según advierte, Bogotá es una ciudad crítica en este ámbito.
De hecho, indica que es uno de los territorios donde proporcionalmente se reportan más denuncias de explotación sexual comercial de menores de edad, pues tiene una tasa de 45,54 casos por cada 100.000 habitantes menores de edad. La capital solo es superada por Guaviare, donde esta tasa aumenta a 49,9 casos por cada 100.000 menores de edad.
“En el barrio Santafé, la explotación sexual comercial de personas menores de edad en contextos de prostitución es especialmente evidente a la vista de todos. Lamentablemente, muchas de las víctimas de ESCNNA que se encuentran en Santafé creen que están ‘trabajando’, persuadidas por sus necesidades emocionales, familiares y económicas”, explicó Jaramillo.
Y advirtió que, para combatir este delito es clave entender que no siempre está siendo auspiciado por redes criminales. En algunos casos, las familias, los amigos y los conocidos son quienes propician la explotación sexual de menores.
En la capital las autoridades han hecho múltiples esfuerzos por mitigar este delito. Incluso, Bogotá preside la Red Nacional de Destinos Turísticos para la Prevención de la ESCNNA, que reúne a 18 ciudades y municipios que trazan planes para combatir estos casos y evitar que los depredadores sexuales se camuflen como turistas y apoyen estas economías ilegales.
No obstante, Jaramillo advierte que debe haber un trabajo más integral con las víctimas si de verdad se busca combatir este delito.
“Falta una estrategia sólida en los territorios y una oferta atractiva para las víctimas. Actualmente, la única opción que se les ofrece es el internamiento, lo cual no es bien recibido por las víctimas. Además, las estrategias de “rescate” no deberían involucrar operativos donde ellas se sientan como delincuentes, lo cual refuerza su percepción de no ser víctimas”, señaló Jaramillo.
Añadió que si se siguen implementando este tipo de estrategias, las niñas y adolescentes que sufren la explotación sexual no van a querer la ayuda de las autoridades, sino que van a buscar evadirlas. De hecho, Jaramillo explicó que ocho de cada diez beneficiarias de la fundación Valientes han estado en el Santafé y se han evadido de la medida de internamiento.
Pero cuando se les ofrece una alternativa menos hostil y más integral, las evidencias muestran que las víctimas tienen cambios profundos en sus vidas. La experiencia de Bibiana es un ejemplo de ello. Después de vincularse a la fundación Valientes acabó el bachillerato, recibió orientación sobre cómo buscar trabajo y entró al Sena, donde hoy ya se encuentra estudiando.
“Creo que esto es un sueño y me siento feliz y diferente”, dijo Bibiana.