El Río Bogotá es el principal afluente que cubre a 46 municipios de Cundinamarca y el Distrito Capital. Este cuerpo de agua tiene una longitud total de 380 kilómetros y de acuerdo a la Corporación Autónoma Regional de Cundinamarca (CAR), abastece 26 acueductos comunitarios, 25 de los cuales no necesitan proceso alguno de purificación porque la calidad del agua es óptima.
Desde su nacimiento en el Páramo de Guacheneque, este río es vital no solo para la vida del ecosistema, sino por su importancia en la economía regional y nacional. De acuerdo con la Secretaria de Gobierno de Bogotá, el río aporta el 32 % del Producto Interno Bruto (PIB) de Colombia e influye en la cotidianidad de aproximadamente 9 millones de personas, “ya que en sus cuencas alta y media se encuentran 20.000 industrias manufactureras, 194.000 hectáreas de cultivos y 198.000 de ganado”, asegura por su parte, el concejal del Polo Democrático, Celio Nieves.
Pero es precisamente por los vertimientos industriales de las curtiembres de Villapinzón, Cundinamarca ubicadas a 5 kilómetros del nacimiento; falta de optimización de algunas plantas de tratamiento de los municipios de la cuenca; las industrias, la minería extractiva y los escombros; o el vertimiento de grandes descargas de aguas residuales, tal como lo indica un estudio del Departamento de Ingeniería Ambiental de la Universidad Central, algunas de las causas que generan la contaminación del río.
Debido a la catástrofe ambiental, ecológico y económico-social de la cuenca hidrográfica del río Bogotá, causada por parte de los habitantes e industrias aledañas, así como la omisión de las autoridades frente a estas situaciones por más de treinta años, el Consejo de Estado emitió una sentencia el 28 de marzo de 2014, ordenando el diseño y la implementación de medidas para descontaminar el río Bogotá y evitar la contaminación a futuro, de manera inmediata y/o con un plazo máximo de tres años.
Una de las medidas implementadas por las autoridades consistió en establecer Plantas de Tratamiento de Aguas Residuales (PTAR) gestionadas por las Corporaciones Autónomas Regionales (CAR). Estas plantas tienen la función de procesar las aguas residuales del sistema de alcantarillado antes de ser descargadas al río Bogotá, llevando a cabo tareas como filtración, clarificación y tratamiento.
“El estado del Río, en comparación con hace 15 años, es mucho mejor. Pero el avance del proceso de descontaminación es más lento respecto a lo que se previó con la sentencia en 2014. Especialmente porque los alcaldes no han asumido con responsabilidad las obligaciones que les impone el Consejo de Estado y no han priorizado recursos para solucionar la problemática de contaminación que hoy en su mayoría es por aguas residuales domésticas (detergentes, jabones y grasas)”, aseguró Alfred Ballesteros, director de la CAR.
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En entrevista con PUBLIMETRO, Ballesteros indicó que a la fecha hay 33 plantas de tratamiento de aguas residuales, 3 que construyó la Corporación; y 9 municipios no tienen sistema de tratamiento, “es decir que están generando vertimiento directo al río”, pero, “la mayor preocupación es que muchos municipios que tienen planta no las están operando bien. El ser juiciosos con su mantenimiento, tener una operación adecuada y con cumplir con la normatividad de la calidad del agua”.
Por este hecho, señaló que desde la entidad han iniciado procesos sancionatorios contra algunos municipios. “Las curtiembres hoy están operando menos de una tercera parte. En otras empresas se ha generado un control permanente. Pero en cuanto a la ciudadanía es el llamado de entender que todo lo que arrojamos en el sanitario, lavaplatos o en la calle, todo termina llegando al río y las plantas no están diseñadas para tratar todos los elementos que se boten”.
Sobre las medidas que piensan implementar en los próximos cuatro años para seguir reduciendo la contaminación y recuperar la vitalidad del río Bogotá, “en principio va a ser por trabajar en la conservación de los ecosistemas; fortalecer la capacidad de la CAR para tener mayor control y vigilancia junto a la Fiscalía para judicializar; articularnos con los alcaldes para que sensibilizarlos y apoyarlos financieramente; y con Bogotá, que es el gran contaminador del río, vamos a aportar entre el 2024 y el 2047, el 50 % de los recursos al Proyecto PTAR Canoas, que cuesta aproximadamente $12 billones”.
Los expertos hablan sobre qué hacer para descontaminar el Río Bogotá
Carlos Rivera, profesor del Departamento de Biología de la Universidad Javeriana, ha seguido de cerca lo que está sucediendo con el río Bogotá.
En entrevista con PUBLIMETRO, explicó por qué es importante hablar de este afluente y como las instituciones y la ciudadanía puede ayudar a recuperarlo.
¿Cuál es el estado actualmente del Río Bogotá?
Nosotros hicimos un análisis de la calidad del agua hace año y medio con datos que iban hasta el 2020 y concluimos que el río tiene unas cargas orgánicas muy altas. Muchos nutrientes. Mucho más de lo que uno esperaría. Esto está asociado sobre todo a aguas residuales (todo lo que va por el sanitario) o industriales (alimenticia, de bebidas alcohólicas).
El río realmente va con valores muy bajitos de calidad del agua y de oxígeno con este contenido material orgánico.
¿Han funcionado las Plantas de Tratamiento de Aguas Residuales?
Hicimos un análisis desde el 2010 hasta el 2018 y sí se veía una leve mejoría en la calidad del agua, en la carga orgánica del río, pero esto no es suficiente como para que el río tenga agua de una calidad media o limpia, sigue siendo muy regular.
Además, ha habido un afán urbanístico hacia el norte de la Sabana de Bogotá, donde a causa de la cantidad de gente, los sistemas de tratamiento de los municipios no van a dar abasto, generando así una mayor carga teniendo en cuenta que la mayoría de plantas son bastante tradicionales, que son las lagunas por donde circula el agua lentamente.
¿Qué hacer entonces para mejorar el Río Bogotá?
La presencia de humedales, de un pulso de inundación, de cauces no profundizados, de vegetación en sus alrededores y de otras características que tenía el río hace un tiempo, son las que permitirán que tenga una propia capacidad de procesar la materia orgánica. En otras palabras, debemos devolver al río parte de lo que era. Pero muy seguramente hay un problema de desarticulación entre instituciones y, por el contrario, tiene que haber una necesidad conjunta.
¿Cuál es la apuesta que debería tener esta nueva administración Distrital y Nacional?
La apuesta es preguntarnos, ¿tú para qué quieres el río Bogotá? ¿Para navegarlo y hacer turismo? ¿Tú crees que eso es una prioridad? ¿O tú qué crees que es prioritario que en la parte alta del río aprovechemos esas áreas de zonas inundables que tenía y allá se desarrollen nuevos barrios y conjuntos y municipios?
¿O tú estás viendo la disponibilidad de agua? Tenemos ahorita este golpe de lluvias que distrae un poco del tema de déficit a causa del Fenómeno de El Niño, pero realmente no hay suficiente agua en la cuenca para tanta gente y entonces el río Bogotá se vuelve en una fuente importante de agua de consumo. De hecho ya lo es. La planta de tratamiento de aguas de Tibitoc debe estar procesando más de un 30% del agua que consume Bogotá.
Entonces, bajo su experticia, ¿cuál debe ser la prioridad del río por parte de las autoridades?
Tiene que ver con el uso para consumo y eso implica cambiar el rumbo de acciones que se venían haciendo, como por ejemplo dragar el río o restringir la inundación.
En mi posición hay que evitar que se siga urbanizando las zonas inundables, porque cuando el río desborda ahí mejora la capacidad de autopuración de agua, reduce los contaminantes naturalmente y eso favorece que el agua que debería llegar a estas plantas de tratamiento tenga una mejor calidad, reduce los costos y mejora la eficiencia del uso del recurso.