Esta historia se realizó con el apoyo del Instituto Capaz producto de los talleres regionales de “Paz y Biodiversidad: Comunicando al mundo la COP16″.
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Recuperando poco a poco su población, las familias del tití cabeciblanco (Saguinus oedipus) habitan en un pequeño territorio reservado para ellos, situado entre los límites de los departamentos del Atlántico, Bolívar, Córdoba y Sucre. En esta región, el tití ha sido cazado y perseguido, y en una ocasión se propuso construir un aeropuerto en su reserva, lo que habría reducido aún más su hábitat natural. Este primate, de aproximadamente 23 centímetros de largo, es una especie única que solo vive en el Caribe colombiano. Su persecución comenzó en 1973, cuando entre 20.000 y 40.000 ejemplares fueron exportados a los Estados Unidos para ser usados en investigaciones biomédicas. El tití cumple un rol vital en la dispersión de semillas de los árboles de los bosques, pero hoy su futuro está nuevamente amenazado, de eso se habló en medio de la COP16 en Cali.
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Rosamira Guillén, directora de la Fundación Proyecto Tití Cabeciblanco, compartió los logros y desafíos de la organización en medio de la Conferencia de las Partes por la Biodiversidad del planeta. “Participamos de dos maneras diferentes,” explicó Guillén en entrevista con PUBLIMETRO. “Tuvimos un stand en la zona verde, junto a seis organizaciones sin ánimo de lucro en Colombia, con quienes acordamos apoyarnos de manera financiera y logística. Ha sido espectacular estas dos semanas vendiendo productos hechos por artesanas de comunidades locales, beneficiando directamente a quienes los fabrican y dándoles visibilidad.” Guillén destacó que los productos tuvieron gran aceptación: “las chicas están quedando sin productos, ¡es una muy buena señal!”
Además del stand, Guillén también participó en charlas y eventos, donde fortalecieron relaciones con organizaciones que apoyan su labor. “El domingo estuvimos en un seminario sobre la restauración del bosque seco tropical, participando en la agenda comercial y académica, representando al Caribe, especialmente a Sucre, donde se enfoca nuestro trabajo.”
Al ser consultada sobre la situación del tití cabeciblanco, Guillén recordó que es una especie única, que solo habita en un pequeño fragmento del Caribe colombiano: Atlántico, Bolívar, Córdoba y Sucre. “El tití está muy amenazado por la pérdida de bosque y el comercio de mascotas,” explicó. Con el proyecto Proyecto Tití, han expandido su trabajo desde el Atlántico hacia Bolívar y Sucre, y están aumentando sus programas para alcanzar más personas, comunidades y autoridades. No obstante, enfrentan desafíos como el comercio de mascotas, lo cual requiere de programas educativos y apoyo de autoridades para frenar esta práctica.
La directora resaltó que, a largo plazo, es necesario proteger y sembrar bosques para que el tití y otras especies puedan sobrevivir. “Vamos a concentrarnos en ampliar el alcance de nuestro mensaje de proteger y sembrar bosques. Esto beneficia no solo al tití, sino a muchas especies y a las comunidades, reduciendo el riesgo de desastres naturales como inundaciones y deslizamientos.”
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Guillén también habló sobre la importancia de involucrar a campesinos y empresas en la conservación. “Queremos hacer acuerdos donde puedan hacer sus actividades y dejar espacio para el bosque, creando corredores ecológicos que conecten las áreas de bosque en el Caribe,” explicó. Este enfoque permite un balance entre la productividad y la conservación.
Recuperar el bosque seco tropical, un ecosistema en estado crítico, es uno de los principales objetivos. Para lograrlo, Guillén enfatizó que se necesita un mínimo de 15 a 20 años de trabajo. “Recolectar semillas, propagar árboles, monitorear el crecimiento… todo esto cuesta dinero y requiere apoyo.” Sin embargo, involucrar a las comunidades locales en estos procesos les da beneficios económicos y genera compromiso con la conservación.
En cuanto a proyectos futuros, Guillén espera expandir el trabajo de Proyecto Tití en los departamentos de Atlántico, Bolívar y Sucre, buscando conectar áreas protegidas y acercarse a comunidades vecinas. “Queremos iniciar un proyecto de conexión ecológica entre San Juan Nepomuceno y Coraza. Además, vamos a seguir sembrando árboles, educando a niños y buscando mecanismos de financiación a largo plazo. Estamos atentos a posibles fondos internacionales, ya que sabemos que nuestro enfoque es efectivo, pues trabajamos directamente en el campo.”
Guillén resaltó el compromiso del proyecto con el ecosistema y su símbolo: el tití cabeciblanco.
Situación del Bosque Seco Tropical en Colombia, según el Instituto Humboldt
En diálogo con este medio, Hernando García Martínez, director general del Instituto Humboldt, habló sobre el estado actual del bosque seco tropical en la COP16, un ecosistema en una situación crítica a nivel mundial. “El bosque seco tropical es un ecosistema distribuido a lo largo de toda la franja tropical del planeta, y en todo el mundo se encuentra en una condición crítica, en gran parte porque ha sido cuna de civilización”, afirmó García. Explicó que este tipo de bosque se ha convertido en un territorio deseado por sus condiciones de clima favorable y suelos fértiles, factores que han facilitado su ocupación y explotación.
García detalló que en Colombia, el panorama es particularmente alarmante, ya que se ha perdido más del 90% de los bosques secos originales del país. “Nos quedan pocos bosques primarios; la mayoría son rastrojos altos o bosques secundarios, que conservan menos biodiversidad y no cumplen el mismo rol ecológico que los bosques originales”, señaló. Esta pérdida ha tenido un impacto significativo en la biodiversidad y los servicios ambientales que estos ecosistemas ofrecen.
Iniciativas de recuperación
Desde el Instituto Humboldt y a través de la Red de Bosque Seco de Colombia, se ha puesto en marcha una estrategia de movilización del conocimiento para fomentar la acción social, política y empresarial en pro de este ecosistema. “En Colombia hemos alcanzado logros significativos en los últimos 14 años, aumentando la representatividad del bosque seco tropical en áreas protegidas y logrando su inclusión en planes empresariales con un enfoque sostenible”, destacó García.
Además, estas iniciativas han facilitado el desarrollo de alternativas económicas para las comunidades locales, promoviendo actividades que contribuyan a la restauración del bosque. “Aunque el bosque seco tropical sigue en una situación crítica, hoy en día existe una comunidad consciente del problema y trabajando activamente por su recuperación”, concluyó García.
Restauración del bosque seco tropical, una prioridad en la gobernanza colombiana
Yenni Gallo, asesora de la Dirección de Bosques, Biodiversidad y Servicios Ecosistémicos del Ministerio de Ambiente, enfatiza la urgencia de proteger el bosque seco tropical en Colombia. “Cuando nosotros analizamos el mapa de integridad ecológica del Instituto Humboldt, vemos que gran parte del Caribe colombiano aparece en rojo, ya que hemos perdido una gran extensión del bosque seco tropical, uno de los ecosistemas más amenazados”. Ante esta situación, Gallo destaca la necesidad de implementar acciones efectivas de restauración, definiendo con precisión las áreas que abarcarán estos esfuerzos y capacitando a las comunidades locales para que lideren las acciones de restauración. Estas acciones deben incluir procesos de mantenimiento a largo plazo para asegurar la sostenibilidad de la restauración. Desde el Ministerio de Ambiente, se han priorizado áreas clave, como La Mojana y el Paramillo, debido a sus características especiales y su relevancia ecológica.
Restauración a largo plazo: un esfuerzo costoso y de tiempo
Sebastián Mesa, líder de medio ambiente en Inteia, del Grupo ISA, explica que la restauración o reforestación es un proceso prolongado y complejo, donde un ecosistema degradado se recupera gradualmente para prestar servicios ecosistémicos de calidad, como mejorar la calidad del agua, el aire y ofrecer bienestar cultural. “La restauración es un proceso costoso y requiere tiempo debido al crecimiento lento de los árboles, que dependen de condiciones específicas para prosperar”, señala Mesa.
Mesa también resalta que el primer paso es un diagnóstico exhaustivo del área, donde se analizan factores como el tipo de suelo, la presencia de comunidades locales, y la existencia de vías de acceso. Además, evaluar la proximidad de viveros facilita el traslado de especies nativas, haciéndolo más económico y efectivo, aumentando las posibilidades de éxito en la restauración del bosque seco tropical colombiano.
La cifra: El Instituto Humboldt publicó un informe sobre los 101 mamíferos en riesgo en el bosque seco tropical, entre ellos, el tití cabeciblanco.