Leidy y Luisa desde hace un año y medio conforman una armoniosa familia lesboparental que ha sido aceptada y presentada ante las familias de ambas, las propias hijas de Leidy, de 8 y 12 años y Palma su hija canina, en el municipio de Soledad, área metropolitana de Barranquila.
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Esta familia está integrada por Luisa Fernanda Rodríguez Santiago, de profesión administradora y Leidy Diana Gutiérrez, quien labora en la Casa de Caribe Afirmativo, en Soledad, tiene una premisa en su relación y es educar a la sociedad y acabar los prejuicios sobre las familias diversas en el Atlántico.
“Somos una familia lesboparental que le brindamos todo a nuestras hijas para que no les falte nada, no vamos a criar a nuestras hijas como lesbianas, no somos un mal ejemplo para ellas, somos una familia normal, trabajamos, mantenemos un hogar, con las tareas de la casa, salimos, tenemos amistades, somos igual que todos, solo que somos dos mujeres. Necesitamos normalizar a las familias diversas que rompan los estereotipos y que luchen por ser felices y si no quieren ser una familia diversa pública también están en su derecho”, dijo Leidy en entrevista con PUBLIMETRO en su residencia en Soledad.
Lograr un ‘Match’ para encontrar el amor
Leidy y Luisa le dan gracias a una aplicación que se llama Badoo, que es una comunidad gratuita para citas en línea. Por esta plataforma lograron conocerse.
“No le tenía interés a la aplicación, porque no estaba en mi en ese momento buscar a alguna persona. No soy de las que va a allí a ligar o a buscar pareja”, contó Leidy, quien había sido aconsejada por su psicóloga, después de un proceso que le llevó dos años, que ya estaba lista para conocer a nuevas personas tras haber terminado con otra relación “ya es hora de que busques y abras las puertas a buscar otra pareja, me dijo mi terapeuta”, afirmó Leidy, que considera a su psicóloga como su hermana y su familia escogida.
Sus amistades le crearon el perfil en esta aplicación y para su sorpresa comenzó a hacer ‘match’, pero con las interesadas que llegaban a su perfil sostenía una conversión que no llegaba a ninguna parte.
Sin embargo, a los pocos días, cuando llegó Luisa, fue distinto tras lograr ese ‘match’ que tanto esperaba “con ella fue diferente enseguida fluyó una buena conversación en la cual ninguna de las dos estaba demostrando interés solo compañía”, comentó Leidy.
Por su parte, Luisa agregó que “esas aplicaciones se usan para ligar un rato y listo. Yo entraba esporádicamente y vi que me había dejado su número dos días después. Posteriormente comenzamos a hablar por WhatsApp todos los días”.
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Pasaron de conversar por llamada a hablar por videollamada, entre sus descansos y se acompañaban mientras estaban trabajando “fue una química pura”, respondió Luisa, mientras Leidy complementó que ambas después mucho se sentían bien con sus vidas tras pasar por otras relaciones. “Yo estaba sana y preparada para tener otra relación, después de una relación de siete años con otra mujer, que me dejó en el psicólogo, con esta mujer tomé la decisión de casarme acá en Soledad, Atlántico, pero no me fue bien, entonces muchos hablan del tiempo de duración en pareja, pero eso no lo es todo en la calidad de una relación”, detalló Leidy.
La primera cita presencial entre ambas fue el Malecón del Río. Allí conversaron, se conocieron e iniciaron este romance. “Siempre estaban los nervios porque era la primera que conocía a alguien de esta forma”, recordó Luisa.
El segundo paso lo dio Leidy Diana, tras darle a conocer a Luisa que le tenía que informar algo muy importante: “Tengo que decirte que soy mamá de dos niñas” y Leidy en ese momento quedó expectante a la espera de su reacción. “Para mí no fue sorpresivo, yo lo tomé de lo más normal. Ella quería proteger a sus hijas, como toda madre”, explicó Luisa.
Leidy y su lucha por su identidad de género
Para que Leidy lograra que su familia aceptara sus preferencias no fue fácil, fueron muchos años desde niña en su lucha por lograr expresar genuinamente su ser. “Mi familia no siempre me aceptó. De niña nací y viví sin saber qué era salir del closet y cuando comienzo a sentir mis preferencias sexuales hacía las mujeres, no tenía miedo y actuaba por inercia, por decirlo así”.
Esos llamados de su naturaleza, Leidy los fue apagando cuando conoció al padre de sus dos hijas, con quien lleva una buena relación y del que afirma es un excelente papá. “Me fui a vivir con el papá de las niñas, quién conocía que me gustaban las mujeres, prácticamente éramos como amigos y compañeros viviendo juntos y me metí en mi cabeza que tenía que ser un ama de casa de un hombre, me cuadricule y hasta me convertí en una persona heteropatriarcal, porque vivía bajo el yugo de un hombre”.
Pasó de ser una mujer que tenía 23 años a sentirse como de 73 años, como muerta en vida, negando su ser y sintiéndose infeliz.
“Tengo buena relación con el padre de mis hijas, puesto que somos los padres de dos hijas y la relación se acabó porque ya no podía seguir reprimiendo quién soy: mi ser me gritaba que me gustaban las mujeres y que no podía seguir negando mi ser después de siete años de relación con el papá de las niñas”.
— Leidy
Fue así como Leidy tomó la decisión de dedicarse a sus hijas, después de salir de dos relaciones, la del padre de sus hijas y otra con una mujer, que no resultaron cómo ella esperaba, para poder reunir a su familia ideal. Leidy se reconstruyó desde cero para crecer y darles esa seguridad a sus hijas. Por ello, logra independizarse y meses después de conocer a Luisa, le permite que pueda conocer a sus hijas. “Es difícil decirle a tus hijas que mamá tiene una pareja mujer, después de que te vieron siete años con su papá hombre, yo tenía muchos miedos”, afirmó esta madre.
La primera salida en familia fue a comer helados a la plaza de Soledad. “Mantuvimos esa prudencia con las niñas, pero ellas lo notaban. La mayor fue la que primero preguntó “mamá, yo quiero que me digas algo: Luisa y tu tienen una relación” y yo le digo: “sí” y ella respondió: “yo lo sabía, ustedes eran novias””, recordó Leidy con una sonrisa.
Sobre esta experiencia Luisa agregó que “Leidy ha hecho un excelente trabajo por lo que sus hijas tienen una mente abierta. Con los niños en la actualidad tratan de ocultarles ciertos temas cuando ellos captan mucho más rápido todo, que incluso nosotros”.
El Diagnóstico situacional del sector social LGBTIQ+ en el Atlántico 2021, realizado por la Gobernación del Atlántico arrojó en lo referente a las relaciones afectivas de 1.200 encuestados en este departamento, que se encuentran sin ningún tipo de relación afectiva (39,1%), luego vemos quienes están en una relación abierta (21,2%) o en unión libre (14,6%), los que están en una relación de noviazgo (16,7%) y en menor cantidad quienes manifiestan estar casados (1,7%), separados (2,3%), viudos (0,6%), o quienes nunca han tenido pareja (3,3%).
Un porcentaje importante de las personas encuestadas (81,8%) no tiene hijos, en comparación con los que sí tienen (18,2%), y de estos, la mayoría tiene hijos biológicos (70,3%), biológicos de su pareja (9,5%), hijos de crianza (11,4%), adoptados legalmente (2,2%), entre otros.
Cartas de amor y la firma de un contrato familiar
Pero para que Luisa fuera aceptada en esta familia diversa, tuvo primero que firmar unas cláusulas de un contrato, escrito por las hijas de Leidy, para que no hiriera el corazón de su mamá. “Nos pusieron reglas a las dos de amor y fidelidad en esa pareja. Yo soy la mamá biológica de ellas, pero Luisa es la mamá de la vida”, contó Leidy.
Luisa también fue presentada a la familia de Leidy y su mamá la sentó en la mesa, allí le dijo “yo no quiero que mi hija sufra, no quiero que lastimes a mi hija. Mi mamá le dijo eso, porque yo pasé por un proceso en el que me destruí. Ahora toda mi familia sabe que soy una mujer lesbiana de parte de madre y padre y mis hijas y todos han tenido una aceptación de que soy”, recordó Leidy.
Con el paso del tiempo, las pequeñas se sintieron en confianza con Luisa y las niñas le escribieron una carta para hacerle una petición muy relevante, Leidy con tono de severidad le dijo a su pareja que se preparara, porque las pequeñas le querían pedir algo muy serio.
“Ellas estaban nerviosas porque querían decirle a Luisa “mamá”. Les dije que resolvieran ese tema entre las tres, porque no quería que Luisa se sintiera como la madrastra y que por obligación ellas tenían que ser sus hijas, pero Luisa aceptó y les dijo que “sí” podían decirle “mamá”. Eso fue algo muy emotivo, porque ellas lloraban, Luisa lloraba y todas lloramos por la felicidad de estar juntas”.
— Leidy
La familia cuenta con un tráfico de cartas de amor, notas y memos en las cuáles se expresan su cariño y elaboraron hasta un buzón de cartas, en casa, en el cual se envían las misivas físicamente todos los días. “Hemos hecho un buen equipo con dos niñas, a las cuales no les hace falta nada y no hablo de lo material sino del amor y el cariño de una familia que tuvo una resiliencia”, agrega la madre de las niñas.
Por parte de Luisa, Leidy y las niñas también conocen a su familia, e incluso les envían encomiendas de queso y bollos de la población donde nació Luisa.
“Luisa es muy dulce con las niñas. Es como un pan de Dios”, dijo Leidy con los ojos iluminados, mientras Luisa añadió que “ellas son niñas que dan a querer mucho y las considero parte de mi familia como si fueran mis hijas también”.
Leidy y Luisa en sociedad
Esta pareja no oculta sus estados de WhatsApp ni sus redes sociales y son partícipes de todos los acontecimientos y grupos en el colegio de sus hijas y su entorno. “Hasta las profesoras de mis niñas hacen reacción a las fotos de nuestra familia diversa”, resalta Leidy, sin embargo, todavía falta mucho para garantizar sus derechos como una familia diversa en sociedad.
“Es como un arma de doble filo, porque cuando voy al colegio de las niñas, mi expresión de género habla mucho por mí. Cuando voy al colegio e iba agarrada de manos con mi pareja siento a las mamás en ese cuchicheo, como que soy la comidilla. Y bueno me citaron en el colegio y me preguntaron: yo les respondí que “sí, soy una mujer lesbiana” a lo que me responden “no pasa nada” y el colegio tomó de una forma muy natural mi expresión de género y mis hijas no han cambiado nunca de institución por ser inclusiva aquí en Soledad”.
— Leidy
El Diagnóstico situacional del sector social LGBTI en el Atlántico 2021 reveló distintos tipos de violencia a los que son sometidos los individuos pertenecientes al Sector Social LGBTIQ+; de acuerdo con las respuestas, el principal tipo de violencia que reciben es la verbal (76,6%), seguido de la psicológica (38,4%) y la emocional (37,4%), y luego, en menor número, la violencia física (23,9%).
Luisa asiste a las reuniones como acudiente de las niñas y ya la conocen en el colegio de las pequeñas, como una integrante de su familia. “Si yo no educo a mi entorno y me quedo callada, no voy a hacer cambios en quienes me rodean sobre la inclusión como mujer lesbiana libre que soy”, recalcó Leidy
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El lugar en el que se sienten más seguras como familia diversa en Soledad, es en un popular almacén comercial. “Yo voy agarrada de la mano, o por la cintura, o nos agarramos un dedito. El lugar más seguro para nosotras es el D1, porque allí nos sentimos aceptadas y seguras, más que en un parque o en una esquina, pero también hay otras personas que tienen derecho a mantener sus preferencias en privado”.
Finalmente, Leidy envía un mensaje a otras familias en diversidad en el país. “Quiero decirles que le pierdan el miedo a la sociedad, porque la sociedad nunca va a cambiar sino que evoluciona con lo que podamos aportar. Estamos aquí presentes, no nos vamos a ir, somos iguales a todos ustedes, con los mismos derechos, porque todos tenemos igualdad de derechos”.
Cifras: Según el Diagnóstico situacional del sector social LGBTIQ+ en el Atlántico 2021, un (18,2%) tiene hijos, y de estos, la mayoría tiene hijos biológicos (70,3%) y biológicos de su pareja (9,5%).