Hasta ahora a todos los alcaldes de Bogotá el tráfico les ha representado el mayor reto y ninguno ha hecho lo más mínimo por solucionarlo; cada vez que aparecen cifras sobre ciudades con congestiones monumentales en las calles, Bogotá está en los primeros lugares. Es cierto, en ese indignante informe, también aparecen Lima, Londres y otras ciudades con tráfico endemoniado, pero estas cuentan con un servicio de metro que les permite a los sufridos habitantes recurrir a un sistema rápido que se aparta del tráfico de carros y por poco dinero y tiempo soluciona el problema.
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En Bogotá desde hace más o menos veinte años la única medida que han intentado los alcaldes es el dichoso pico y placa. Y no sirve. Por allá en 1998 empezó tímidamente y a cada carro le tocaba llevar un adhesivo que lo identificaba con un día o dos de restricción; duraba dos horas en la mañana y dos en la tarde y en esos momentos funcionó. A nadie se le ocurrió, y menos a nuestros inocentes alcaldes, que la gente eludiría la norma con uno o dos carros adicionales, la red de servicio público nunca ha sido alternativa para las personas que pueden tener un vehículo propio. En poco tiempo la ciudad dobló el parque automotor y la medida cada vez más restrictiva resultó inútil.
Nuestros alcaldes, ineptos la mayoría, solo tienen en su conjunto de soluciones para cualquier cosa el pico y placa. La semana pasada, con motivo de los incendios de los cerros, el alcalde no tuvo mejor idea que prolongar esta odiosa medida a los sábados. No entiendo qué logra con restringir la movilidad de algunos vehículos. Quien tiene o quiere salir a hacer vaya usted a saber a qué, saldrá. Se expondrá al aire contaminado y adicionalmente al sol implacable que por estos días azota la ciudad. ¿qué sentido práctico tiene decirle a media ciudad que le toca salir a caminar, a montarse en Transmilenio, en una bicicleta o en otro carro porque la ciudad está llena de humo?
Cualquier medida de nuestros alcaldes, la que sea, empieza por modificar el pico y placa. Seguridad, pico y placa; pandemia, pico y placa; polución, pico y placa.
Si no se modifica el pico y placa se toman medidas tan absurdas como la que tomó en pandemia nuestra brillante alcaldesa que se le ocurrió abrir primero los casinos, lugares cerrados, oscuros y poco ventilados que los parques donde la distancia entre personas era evidente. Semejante medida privilegiaba a los ludópatas frente a los niños y deportistas que no tuvieron mayor opción que quedarse dentro de cuatro paredes.
Es posible que hace veinte años la medida del pico y placa fuera adecuada, pero ahora ¿qué esperan los alcaldes al modificar de cualquier manera esta restricción? ¿No tienen estadísticas, informes, estudios de todas las universidades donde se sabe perfectamente qué hace, qué logra y qué no soluciona esta medida?
Más odiosa es la forma en que anuncian, como si fuera una gran medida, el cambio de pico y placa. El nuevo alcalde ya informó que más o menos para marzo o abril cambiará el pico y placa actual. ¿Qué puede cambiar? ¿Que a las placas terminadas en numero primo les corresponda salir solo los días que tienen la letra a? Nada va a cambiar, servirá para que los chupas hagan mas multas, pues el cambio siempre desordena los esquemas de muchas personas. ¿Alguna solución? Ninguna.
Es hora de que se intente una medida diferente, creativa y que no implique otra restricción a los ciudadanos. Seguramente lo único nuevo será que a las motos les tocará padecer también el pico y placa, a sabiendas de que en poco tiempo el número de motos aumentará. Nada nuevo bajo el ardiente sol bogotano.
Mientras tanto, las vías están destruidas, las obras inconclusas y la ciudad se ahoga entre el tráfico, el humo de las bicicletas hechizas con motor de cortadora de pasto y carros que gracias a que sus dueños tienen dinero eluden la restricción con el rimbombante y mentiroso pico y placa SOLIDARIO.