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Opinión: ¿Cuánto vale perder la paciencia?

“En medio de nuestra ineficiencia, los colombianos estamos acostumbrados a la tramitología, a que la burocracia vuelva todo lento y dispendioso”

Trabajo Foto de referencia (Crisanta Espinosa/Cuartoscuro)

Lo bueno de no ser empleado es que no tienes que cumplir horario ni estar metido en una oficina de lunes a viernes, lo malo es que te toca pasar cuentas de cobro. Para pasar una por quinientos mil pesos hay que juntar papeles como si estuviera uno comprando la empresa y no cobrándole por un servicio prestado. Medio millón. Suena a mucho pronunciado en pesos, pero se convierte en monedas cuando se habla de dólares: cien y bajando.

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La semana pasada estuve más de cuatro horas organizando papeles para pasar seis cuentas de cobro, todas por cifras similares, y no me alcanzó el tiempo, tuve que seguir a la mañana siguiente. Porque otra cosa es que las tarifas se volvieron obsoletas, pertenecientes a otro tiempo y a otra economía. Muy prepandemia todo, pero ese es un asunto diferente El punto es que pareciera que hacen todo lo posible por sacar a los proveedores de quicio para ver cuántos desistan de cobrar. Todas las cuentas de cobro que paso últimamente llevan entre cuatro y hasta ocho documentos adjuntos, una locura. Y eso que ahora permiten que sea por correo electrónico, porque antes del covid tocaba dejarlos en físico. Virtual o no, la papelería requerida no deja de ser engorrosa y obsoleta.

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¿Qué hacen con todos esos papeles? ¿Para qué sirven, quién los revisa, dónde los almacenan? ¿De verdad un día llega la Dian o cualquier ente de control a esas empresas diciendo pásenme la carpeta de fulanito de tal que queremos ver si los documentos adjuntos a esa cuenta de trecientos mil pesos están en regla? ¿Tiene el Estado esa capacidad de fiscalización?

Certificación bancaria que tenga menos de un mes y rut del año en curso, todo como si uno figurara en los Panama Papers y cambiara de actividad comercial cada trimestre, pero no solo eso. Formato de creador de proveedores, declaraciones juramentadas, fotocopia de la cédula, certificado de rentas cedulares y algo llamado formato de adhesión a la política de ética y cumplimiento, que no sé para qué sirve ni en que consiste pese a haberlo diligenciado. Y claro, el pago respectivo a salud y pensión. No sé si será lo mínimo que les exigen a las empresas o si es que se ponen de creativas inventándose requisitos, pero insisto, por cuentas de cuatrocientos y quinientos mil pesos, tanta exigencia es un abuso.

En medio de nuestra ineficiencia, los colombianos estamos acostumbrados a la tramitología, a que la burocracia vuelva todo lento y dispendioso. Y no estoy hablando de grandes transacciones de miles de millones de pesos, sino de vueltas del día a día. Vaya usted a un cajero electrónico, con eso basta. Dios mío, si es sacar plata o consultar un saldo, pero pareciera que estuvieran negociando acciones del banco. Esta mañana llegué a pagar dos recibos a la caja de un supermercado (celular y luz) y me demoré nueve minutos. No nueve minutos en la fila, sino nueve desde que me tocó mi turno y salí del lugar con los recibos cancelados, a razón de cuatro minutos y medio por transacción.

Y podrá parecer exageración mía porque nueve minutos no son nada, pero es que piénselo: llega uno con los recibos y los billetes, los pasa al cajero, y para terminar con ambas transacciones, que no requieren sino pasar el lector por el código de barras y entregar unas vueltas, se va todo ese tiempo. Y todo porque la línea se cae, o el sistema está lento, o el lector no lee las barras, o la factura aparece como no existente. Siempre pasa algo y entre trámites ineficientes se nos van la paciencia y la vida.

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Siempre he dicho que yo escribiría gratis, y que si cobro mis artículos no es propiamente por ellos, sino por lo que significa después pasar la cuenta. A mí me las han devuelto por tener una coma de más o una de menos, por escribir S.A. en vez de S.A.S o por pasarla un día después de la fecha exigida; incluso por escribir setiembre en vez de septiembre.

Es que se agarran de lo que sea y lo que más piedra da, ya lo he dicho, es que el desgaste que significa un procedimiento de esos no tiene nada que ver con las cifras que se cobran. Solo por eso, a veces me dan ganas de dejar de ser independiente y volver a ser empelado después de nueve años de abstinencia. Qué envidia el cheque fijo y las primas, así sean a costa de los sueños y las ganas de vivir.

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