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El barril sin fondo de la deuda en Bogotá

El concejal Carlos Carrillo cuestiona el nuevo cupo de endeudamiento que se le aprobó a la Alcaldía de Bogotá.

Quizás muchos bogotanos no lo sepan, o no lo crean, pero el Concejo de Bogotá es la primera autoridad de la ciudad. La razón de ser de las corporaciones colegiadas es equilibrar un sistema en donde el mandatario tiene un poder desbordado. Mientras la alcaldesa ganó en 2019 con 35% de los votos y apenas 3% más que su rival, en el Concejo están representadas todas las fuerzas políticas, incluidas varias bancadas de oposición. En teoría el Alcalde le pide autorización al Concejo, pero la realidad, dadas las dinámicas tradicionales de la política, es muy distinta, los concejos son simples notarios de los alcaldes.

Una de las atribuciones del Concejo es autorizar el cupo de endeudamiento; es decir, fijar el cupo de la “tarjeta de crédito” de la ciudad. Nunca como en esta administración se había abusando tanto de esta figura, y esto es un reflejo del unanimismo que impera en la Bogotá de Claudia López. A diferencia de lo que pasaba en los gobiernos de Petro o Peñalosa, la oposición a López, con excepción de la bancada de Colombia Humana y de algunos pocos verdes, ha sido una oposición de utilería sin la más mínima intención de incomodar a la Administración, más allá de su declaración en el papel, a la hora del voto, la mayoría de concejales de oposición terminan alineados con los oficialistas. Muy lejos están los días en los que, por ejemplo, la bancada del Polo Democratico le hacía una oposición rigurosa y seria a las políticas neoliberales de Peñalosa, hoy esas mismas políticas se le perdonan a López.

En abril de 2012 el Concejo le negó a Gustavo Petro un cupo de endeudamiento por $800 mil millones para construir un tren ligero por la carrera séptima, en noviembre del mismo año nuevamente le negó un cupo por $4.3 billones de pesos, con el cual buscaba financiar el metro pesado, dos metrocables y el transmilenio de la Boyacá. Al año siguiente finalmente el Concejo aprobó el único cupo de ese cuatrienio por $3 billones de pesos. Peñalosa contó con más suerte, en agosto de 2016 recibió autorización para endeudar a la ciudad hasta por $5 billones de pesos, mayoritariamente para Transmilenio. Una vez más en 2017 Peñalosa recibió casi $7 billones de pesos adicionales para un total de $11.9 billones.

En la Bogotá cuidadora la irresponsabilidad fiscal no conoce límite, esta semana el Concejo aprobará un tercer cupo de endeudamiento. López pidió en 2020 $10.8 billones de pesos que el Concejo autorizó sin mayor problema, en ese momento no hubo reparos al monto, ni a la destinación, ni el hecho de que el mundo atravesara su peor crisis en un siglo. Si la alcaldesa quiere endeudar a la ciudad el Concejo sumiso lo autoriza. A este Concejo sí lo capan dos veces: en junio de 2022 López regresó por más, esta vez pidió $5,8 billones adicionales y como era de esperarse el Concejo aplaudió y pupitreó. Pero como a la alcaldesa le gustan los tarjetazos apenas tres meses después vuelve a pedir $9.4 billones adicionales. ¿Cuál creen que será la decisión del Concejo esta semana?

La plenaria del Concejo sin duda alguna aprobará esos $9.4 billones, lo hará a pesar de las serias dudas que genera el medio metro de Claudia López, ese proyecto que ella prefiere llamar segunda línea sólo tiene dos certezas: que será una privatización y que se está proyectando a la medida de la campaña presidencial de López. Gracias a la complicidad del Concejo la alcaldesa tendrá vía libre para hacer la campaña presidencial más cara de la historia, esa misma que pagaremos todos los bogotanos.

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