Cada año, para Semana Santa, cientos de turistas inundan las calles de Mompox para poder experimentar de cerca una de las celebraciones religiosas más famosas del país por el fervor con el que sus pobladores la viven. Pero lo que muy pocos conocerán de esta población en Bolívar, es el semillero que desde hace décadas crearon para forjar en los más pequeños la pasión que se necesita para poder cargar los pasos de cada procesión. Por eso, en la llamada Semana de Lázaro tiene lugar la ‘Semana Santica’.
El profesor Jesús Abuabara, presidente de la Corporación Cultural Semana Santica, explicó que esta “es una escuela de niños nazarenos, con el propósito de proyectarse a futuro, no tanto perpetuando como sí transformando mentes” y resaltó que la idea de este proyecto es que estos niños, al crecer, sean nazarenos ejemplares.
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“Sobre los años 80 comenzaron a desvirtuarse las procesiones de Semana Santa y empezó a verse entre los nazarenos la falta de compromiso religioso. A un grupo de momposinos se les ocurrió organizar una escuela de ‘nazarenitos’ con la idea de transmitir a las futuras generaciones nuestras tradiciones”, dijo.
Fue así como en la década de los 90, específicamente en 1997, se retomó esta idea de hacer un semillero para la Semana Santa, como una forma de perpetuar la tradición y el fomento de los valores religiosos desde los más pequeños.
Alfredo Domínguez, historiador y reconocido guía turístico, aseguró que “no sólo se trata de hermosas procesiones en versión minuatura, sino que también es una forma de iniciar a los niños en la fe, espiritualidad y cristiandad”.
“La ‘Semana Santica’ es una preciosa réplica de menor tamaño de la Semana Santa. En ella se llevan a cabo todas las procesiones de la Semana Mayor en forma exacta, incluyendo todos sus detalles, desde la forma como se conducen (marchando) los ‘pasos’ hasta la entrada y salida de las procesiones al ritmo de las marchas momposinas de la Semana Mayor. Lógicamente las procesiones son de menor duración y menor recorrido”, indicó.
Pasos a escala miniatura
El profesor Abuabara, comprometido con la seguridad de los menores, contó que junto a los artesanos fueron año tras año puliendo y mejorando el tamaño y peso de cada paso para que los niños que participan en estas procesiones no resultaran lesionados, como sí sucede con las procesiones de los grandes.
Para este año, por ejemplo, se aceptaron niños desde los cinco hasta los 13 años y actualmente cada paso tiene una clasificación que va desde el nivel I hasta el nivel superior. De esta manera, los organizadores se aseguraron que los 200 nazarenitos que participan, tuvieran sobre sus hombros el peso que pudieran soportar.
Para el jueves 23 de marzo, por ejemplo, unos 13 pasitos o ‘andas’ desfilaron por las calles de Mompox, recreando el ‘Jueves Santico’. Y el pasado domingo salió la procesión del ‘Domingo de ramito’, donde la escultura de Jesús sobre un pequeño burro fue cargada por decenas de niños que se abrieron paso entre una multitud con ramos en sus manos.
Tradición de generación en generación
Arnulfo Armesto, periodista momposino, explicó cómo influye la cultura religiosa en las diferentes generaciones y la razón por la que son los mismos niños los que les piden a sus padres ser nazarenos.
“Dentro de la cultura religiosa está el elemento de la fe. Y ese elemento fe trae consigo unos compromisos, muchos de estos con Dios o con algún otro tipo de fe. Algunos podrían decir que este tipo de actos pueden ser considerados como masoquismo, por rasgarme el hombro y flagelarme, no con una vara, sino con un con el peso de un ‘anda’ (paso). Entonces los nazarenos cumplen una misión de fe o de compromiso y por esa promesa o compromiso que hicieron, (la manda), tienen que cargar por muchas horas los pasos de las procesiones. Pero más que una autoflagelación es ese sentimiento que le da al ser humano la percepción de que si yo cargo con devoción y yo me sacrifico, estoy cumpliéndole mi promesa a Dios”, dijo.
En el caso de los niños momposinos, ellos crecen viendo el fervor con el que sus padres y familiares nazarenos cumplen sus mandas cada Semana Santa. Armesto aseguró que “la devoción en los niños sucede por dos situaciones: primero, el contexto en el cual se han criado, además de lo que ven y escuchan cada año, porque en cada familia momposina siempre hay un nazareno. Entonces, ahí el niño va formándose una idea de lo que quiere” y es por eso que muchas veces es el mismo niño el que le pide a sus padres ponerse una túnica para marchar.
Este ‘Viernes Santico’ será el último día en el que los niños en Mompox podrán vivir en carne propia el sentimiento de ser nazareno, ese mismo que en pocos días, durante la Semana Mayor, los grandes volverán a desempolvar.