Para el ciudadano común, cuando se habla de moda, incluso con toda la información y divulgadores que hay en la actualidad, se habla de pasarelas fastuosas, ropa que jamás se pondrían y de gente de la farándula. Algo muy lejos de la realidad y más en Colombia, cuando representa casi el 10% del PIB nacional y tiene cientos de miles de empleos tanto formales como informales. En Bogotá, esta cifra tiene, junto con Cundinamarca, 22.689 empresas activas y genera más de 200 mil empleos directos. También concentra el 33% del mercado de la moda en el país, según cifras de la Cámara de Comercio de Bogotá, institución apersonada, desde 2015, a través de Bogotá Fashion Week, de afianzar a la capital como una de las principales ciudades de moda de Latinoamérica en conjunto con Medellín, Sao Paulo, Ciudad de México y Buenos Aires.
Pero más allá de la economía y de la subjetividad estética, la moda cada vez más es reconocida como un elemento de expresión social, política, como práctica, profesión y oficio. Sobre todo el de crear, que tan poca atención tiene en una región como la nuestra, donde se gradúan excelentes talentos que luego de una gran inversión en tienda o en pasarela y en prensa, no terminan por vender más que una colección (siempre carísima, por cierto), y diluir su marca.
Claramente, las cosas ya casi no son como hace diez años e instituciones nacionales y latinoamericanas se han preocupado por afianzar más procesos de marca. Pero Bogotá Fashion Week pensó en esto desde la modalidad de consultorías con expertos internacionales en un proceso que va más allá de la pasarela, que es el producto final. Detrás hay reevaluación de una línea creativa, de modelo de negocio, de proveedores, de ir más allá de ponerle millones a una pasarela por posibles reuniones de negocio. Y si bien no es una garantía, el foco siempre debe estar, más que todo, en el comprador.
Bogotá Fashion Week por eso cambió su eje: afianzó toda la diferenciación de producción de moda a través de lo artesanal y las marcas de lujo y premium. Y, desde el año pasado, tiene una innovación necesaria: una curaduría diversa, donde hay marcas inmensamente comerciales con firmas underground, entre otras. Sería un sueño, eso sí, ver la moda masiva de plataformas tan importantes como el Gran San o el mercado creciente de tallas grandes en su espacio. Entre otros crecientes rangos de mercado.
“Esta ha sido una apuesta desde la Cámara de Comercio de Bogotá, que tiene modelos diferenciales a las otras apuestas del país. Este evento se ha posicionado por ese modelo único que tiene, pues es un acompañamiento que se hace año tras año, donde expertos nacionales e internacionales se dedican a darle ese acompañamiento a las marcas, con desarrollo de productos, modelos de ventas y cambios en la manera de comunicar moda”, le cuenta Loren Barake, jefe de Bogotá Fashion Week, a NUEVA MUJER COLOMBIA.
“Creemos que estos procesos creativos son aquellos que dan fuerza al diseño independiente del país. Y tenemos ese enfoque que agrega un valor agregado a nivel nacional”, enfatiza. ese valor agregado que aporta al sistema moda no solo de Bogotá sino a nivel nacional”, afirma Barake.
La convocatoria duró abierta dos meses con una postulación de 450 marcas. Y en últimas, su idea es que estas marcas sean referentes de moda internacional. “Este es el valor agregado del sector de la moda. Tiene la posibilidad de internacionalizar y de generar esa conexión con nuestro público local. Con nuestra apuesta para edición continuamos con esos 110 diseñadores que han pasado por un proceso de acompañamiento en el último año, donde se verán fortalecidos para esos espacios de internacionalización a través de las ventas, y también tenemos esos espacios nuevos y de conexión con los compradores, con la tienda multimarca de diseño independiente de nuestro país. Así afianzamos nuestra posibilidad de consumir moda colombiana”, le explica María Paz Gaviria, directora del Bogotá Fashion Week, a NUEVA MUJER COLOMBIA.
De este modo, se quiere mostrar a la ciudad como un lugar diferenciador en la enorme oferta de eventos y ferias nacionales e internacionales. Y poco a poco, con más apertura ante las distintas visiones de moda y ciudad, se espera lograrlo.