En ocasiones tildamos a una persona (ya sea niño o adulto) como retraído, distante, aislado pero la causa de esta situación puede ser un problema de audición que no ha sido detectado.
Por ello, los padres deben estar muy atentos al comportamiento de sus hijos, así como los adultos debemos cuidar nuestro sentido auditivo y si algo falla con él asistir de inmediato al especialista.
A edad temprana
Según la publicación Psicología Positiva, los problemas para escuchar pueden acarrear retrasos en el desarrollo del lenguaje, dificultad de aprendizaje en el colegio y de integración con amigos y compañeros.
También puede generar agresividad y egocentrismo, aunque el desarrollo psicológico del niño con mala audición dependerá sobre todo del comportamiento que tengan sus familiares ante el problema.
Si los padres no lo aceptan, o no se percatan, es muy probable que el pequeño no reciba apoyo logopédico y acabe por sufrir un retraso fonético, pudiendo incluso desarrollar disfuncionalidad de personalidad.
En personas mayores
Según el tipo y grado de sordera, pueden detectarse problemas como:
- Pérdida de efectividad en el entorno laboral.
- Dificultad para comunicarse.
- Aislamiento.
- Pérdida de interés o complejos.
Otra consecuencia es la mala localización del sonido, que aumenta el riesgo de sufrir accidentes.
Los sordos perciben su problema como un hándicap social, lo cual les provoca sentimientos de inseguridad. Por ello, reaccionan poniéndose a la defensiva frente a los que les hablan.
La dificultad auditiva puede repercutir en la capacidad del afectado para entender las palabras y las conversaciones, desencadenando así un aislamiento social progresivo.
Sí hay solución
Los audífonos, la rehabilitación auditiva y un refuerzo de logopedia pueden devolverle un nivel de audición natural, permitiendo superar el retraimiento social y recuperar la capacidad de participar eficazmente en todas sus actividades diarias.