A propósito del Día del Orgullo que se celebra este mes en varios países del mundo, vale la pena resaltar la lucha que se gestó en Colombia, por allá, en una época en la que la homosexualidad todavía era considerada como un delito.
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Los primeros atisbos de resistencia nacieron en los años 40, cuando un grupo conformado en su totalidad por hombres de clase alta decidieron crear un espacio de diálogo para socializar, por supuesto, de manera clandestina. Fue por esos mismos años que comenzaron a aparecer los primeros bares gay del país.
Sin embargo, no fue hasta los años 70 que las voces se volvieron más ruidosas y trasgresoras. Según lo ha relatado en varias ocasiones Manuel Velandia Mora, uno de los pioneros del movimiento por los derechos de la comunidad LGBTI en Colombia, todo comenzó con un llamado hecho por León Zuleta, también considerado como el padre del movimiento en el país.
Velandia cuenta que en un periódico de la época leyó una nota en la que se hablaba sobre el denominado Movimiento Homosexual Colombiano que supuestamente tendría cerca de 10.000 miembros. Ante tal anuncio, Velandia consiguió el número de Zuleta y llamó para decirle que quería unirse al grupo.
“Cuando hablé con él me dijo que era mentira, que ninguno de los ceros era cierto, pero que al menos no estaba solo, que ahora éramos dos”, fueron las palabras de Velandia para un diario colombiano.
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Así, impulsados por un mismo ideal, juntaron fuerzas y lograron que más personas se unieran al movimiento desde Bogotá y Medellín. Entre las muchas actividades que organizaron, también estuvo la primera marcha del Orgullo que se celebró en el país. Inspirados por las manifestaciones de México en 1973 y Chile en 1975, aproximadamente 30 personas salieron a las frías calles de la capital el 28 de junio de 1983 para exigir sus derechos. El recorrido, que fue acompañado por más de 100 policías, fue desde la Plaza de Toros, sobre la carrera 7ma, hasta la Plaza de la Nieves, en la calle 20.
En un acto de valentía, los asistentes de la marcha se pintaron el rostro de blanco y un triángulo rosa (símbolo que nació en la Segunda Guerra Mundial para identificar a los homosexuales), y caminaron entre gritos y miradas, entregando flores y un mensaje contundente: ser homosexual no es sinónimo de delincuencia o enfermedad.
“La prensa cubrió el evento. Por ejemplo, un periódico de la Costa Atlántica dijo que un grupo de ‘maricas’ había organizado una marcha, y que era obvio que habían ensayado porque no se podía ver por su forma de actuar que fueran homosexuales”, describió Velandia en un comunicado emitido por el colectivo León Zuleta.
Más tarde, en 1993, Zuleta fue asesinado en Medellín, en un acto que hasta el momento permanece impune, y el movimiento llegó a su fin. Aun así, cinco años después, el trabajo del colectivo comenzó a ser visibilizado por medios de comunicación nacionales. Desde entonces, la memoria de Zuleta sigue siendo honrada y, por su parte, Velandia continúa haciendo activismo.