Columnas

La ética del COVID-19

En general, el ser humano no cuestiona su derecho a la existencia. Cada persona asume ser el pináculo de la evolución, con el deber de dominar la naturaleza para ponerla al servicio de una Humanidad, abstracta en sus responsabilidades, pero muy concreta en sus acciones de consumo.

El espectro de muerte que se presenta con el COVID-19 puede funcionar como tema generador, para retomar algunas preocupaciones desde la Filosofía Contemporánea, específicamente desde las Éticas Teleológicas.

Como consideración inicial, se entiende que la Naturaleza posee cierta forma de racionalidad, que se expresa en las acciones de los elementos. Relatos animistas contemporáneos influencian la comprensión de “lo natural”. La Naturaleza “cobra venganza”, “reacciona”, en fin, actúa, en “respuesta” a las acciones del Ser Humano. Se formulan dilemas morales, se proponen ecuaciones éticas en las que se asigna personalidad y carácter a las fuerzas de la naturaleza.

El planeta está sobrepoblado, en lo que hace referencia a los humanos, otras especies están por extinguirse. Esa sobrepoblación implica una explotación que no ha sido planificada adecuadamente. Los resultados, entre otros, son el hambre, la guerra, la enfermedad, que se presentan como “males sociales” y no como la consecuencia del carácter autodestructivo de la Humanidad. En la dinámica del capitalismo, las actividades más lucrativas, son las que agravan la situación de pobreza de los que están en la base de la pirámide económica. Cuando su situación es insostenible, resulta incluso viable implementar mecanismos de “limpieza social”, que resultan incómodos, pero convenientes en el mediano plazo.

Thomas Malthus (1766 – 1834) fue un clérigo anglicano británico, que escribió el ensayo sobre el principio de la población, en 1798. Su argumento es que el crecimiento en la producción de alimentos es aritmético (1, 2, 3, 4, 5, 6…), mientras que el crecimiento poblacional es geométrico (1, 2, 4, 8, 16, 32…); se requiere un ajuste en las tasas de natalidad para que la demanda no genere una crisis. Si la crisis se presenta, como ocurrió en Irlanda entre los años 1845 y 1849, la pestilencia y la hambruna, se encargan de restaurar el balance. Trevelyans, seguidos de Malthus, rehusó la ayuda internacional, porque, entendió que ese proceso de depuración sería benéfico, en últimas, para la nación.

Algo más, derivado del discurso de los Derechos Humanos, todas las personas tienen “derechos inherentes”, esto quiere decir que les corresponden, sin verificar si los merecen o no. El virus, pasa por alto el “derecho a la vida”, ajustándose más a la “selección natural” de Charles Darwin (1809 – 1882). La paradoja adquiere otros elementos, cuando el gobierno, quiere enfrentarlo con asistencialismo, que resulta incongruente en la dinámica de la Pandemia, que requiere confinamiento radical y voluntario, prácticamente en todo el planeta.

Finalmente, una referencia a Thanos, el villano de Avengers, Infinity War, cuando pretende usar las gemas del infinito, para acabar con la mitad de la población, aleatoriamente. Aunque se trata de ciencia ficción, puede ofrecer claves para el análisis: las gemas son 6: del poder, de la mente, del alma, de la realidad, del tiempo y del espacio; al combinarlas, puede hacer lo que quiera; ahora bien, el único ser que quiere tenerlas todas, las busca para acabar con la mitad de seres pensantes en el Universo. Con los elementos de la naturaleza como agentes para recomponer el balance, Tertuliano (160 – 200 d.c.) explicaba que los números de los seres humanos son muy pesados para el planeta, que tiene que reacomodarse para suplir lo que la explotación le sustrae. La esfera tiene que compensar la pérdida de materiales.

En conclusión, el nihilismo del mundo, se manifiesta en la angustia. Si cada uno, tuviera una única oportunidad de explicar por qué debe continuar viviendo, por qué no ha de ser uno de los 3.500’000.000 de personas que moriría, en el plan de Thanos, ¿cuál sería esa justificación?: ¿soy buena persona? ¿amo a mi familia? ¿cumplo con mi trabajo? ¿incumplo con mi trabajo? ¿soy juicioso? ¿soy vago? ¿creo en Dios? ¿creo en Satanás? ¿soy ateo? ¿soy pobre? ¿soy rico? ¿soy bonito? ¿soy feo? ¿soy joven? ¿soy viejo? ¿soy ladrón? ¿soy mentiroso? ¿soy infiel? ¿soy grosero? ¿soy iracundo? ¿soy chismoso? ¿soy hipócrita? ¿soy pedante? ¿soy humilde? ¿soy fanfarrón? ¿soy huraño?

¿Qué le diría a su capitán Miller, si fuera Ryan? Hasta ahora, ¿su vida ha valido la pena?

Por: Julio Andrés Arévalo / Docente

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