¿No están cansados de que el Centro Democrático se escude en la envidia que le tiene la oposición para justificar sus escándalos? ¿No están cansados también del tono con el que Iván Duque habla en público, como si todo estuviera bien y esto fuera Noruega, un país de primer mundo que marcha imparable hacia el desarrollo porque los problemas graves no existen?
Lo que está pasando con el caso de José Guillermo Hernández es que parece haber pruebas que apuntan a que el partido de gobierno se alió con un narcotraficante para comprar votos que le ayudaron a llegar al poder. Y toca hablar así, con supuestos, porque nunca se va a saber la verdad. Y no solo porque el fiscal sea amigo del presidente, sino porque acá quienes mandan hacen lo que se les da la gana. No se fue Samper por el 8000, no se fue Santos por Odebrecht (ni por haber sido el ministro de los falsos positivos), se va a ir ahora Duque por un muerto al que le decían el Ñeñe. Acá no se va nadie, salvo usted. Usted llega a robarse un lápiz de la oficina y no le vuelven a dar trabajo en ningún lado.
‘Todo es un montaje’, dicen, ‘no conozco bien a ese señor’, afirma Duque, que antes de ser presidente decía que si dinero sucio entraba a una campaña, el que debía pagar con cárcel era el candidato y no el gerente. Lo cierto es que todo parece una mamadera de gallo porque en días recientes han salido fotos y videos de Duque con el Ñeñe en reuniones y fiestas que los muestran cercanos; tanto, que solo le falta tener una foto con él en la primera comunión. Hernández estuvo incluso en la posesión de Duque, y aún así dice que no lo conoce.
Ahora resulta que cualquier hijo de vecino que estuviera medianamente enterado sabía quién era Hernández, pero el Gobierno, que sabe todo, no tenía ni idea. En ciertos mandatos, el Estado ha usado recursos hasta para chuzar y seguir a la oposición, pero para investigar la vida de una persona cercana a la campaña ahí sí es laxo y deja acercarse a cualquiera. ¿De verdad esperan que creamos eso? Es tan ingenuo como pensar que al Hernández lo mataron en Brasil por robarle un reloj.
Aunque esto en realidad no se trata de Iván Duque, sino de Álvaro Uribe, que es el que en realidad manda en todo esto. Con Uribe solo hay dos opciones: o sabe todo lo que pasa a su alrededor o no tiene ni idea. Es decir, o es un corrupto o es un inepto, no hay de otra. Porque no puede ser que siempre se rodee de gente en la que confía y que luego lo traiciona y actúa a sus espaldas y sin su consentimiento. La última integrante de esta larga lista es María Claudia Daza, que habló con el Ñeñe sin permiso de su jefe, según él. Una rebelde más en la larga lista de gente que alguna vez se ganó la confianza de Uribe y luego se torció. ¿De dónde saca ese señor a tanto corrupto siendo él tan honrado?
Porque a mí no me cabe duda de que Uribe es honrado y que de haber roto la ley en algún momento de su vida, ya estaría en la cárcel. Lo que pasa es que la gente cercana lo ve tan bueno y correcto que siente que puede aprovecharse de él. Es curioso que para defender a alguien se tenga que decir, palabras más o menos, que es un completo imbécil que no se da cuenta de nada de lo que ocurre a su alrededor, pero en este caso toca así. Y ese es, según muchos, el mejor presidente en la historia de Colombia, calcule cómo habrán sido los otros.