Se atribuye a Groucho Marx, la frase: “Inteligencia Militar, gran contradicción”. El pasado 30 de septiembre, el Presidente de Colombia presenta un informe a la Organización de las Naciones Unidas, en el que pretende demostrar la colaboración del gobierno de Venezuela con guerrilleros colombianos en la actualidad. El informe, de 128 páginas, fue preparado por el Jefe de Inteligencia del Ejército Nacional.
Al respecto, tres reflexiones:
Etimológicamente, inteligencia se deriva de la conjunción de los vocablos latinos inter: entre y légere: leer, escoger. La aplicación a lo militar, se refiere al conocimiento pertinente a las labores de guerra; es decir, conocer, mediante procesos de espionaje, las capacidades y debilidades del enemigo.
Para el caso, el Presidente de Colombia, cuánto más, el Ejército Nacional de Colombia, aplican esa facultad para conocer sus dos adversarios más representativos: la guerrilla y el gobierno venezolano. Lo que resulta extremadamente complejo, es que, en un caso, se trata de nacionales colombianos, con quienes se venía trabajando en un proceso de desarme y resocialización, que, por decisiones y dichos desafortunados, se ha venido malogrando. Hoy, parece que no hubo proceso de paz, que no hubo acuerdos de desarme; parece que las guerrillas se tomaron unas vacaciones y que ahora actúan con mayor vehemencia.
La otra cuestión es esa enemistad con Venezuela. Se ha naturalizado la rivalidad entre los dos gobiernos, por las diferencias ideológicas de los mandatarios de turno, desde que, en 2002, se encontraron Chávez y Uribe en diferentes escenarios. Los gobiernos se han radicalizado con el tiempo; pero, para los ciudadanos del común, la situación presenta otro tipo de problemas; que pasaron por los cierres de fronteras, las restricciones comerciales y de aduana, las expropiaciones, los bloqueos diplomáticos y, desde hace un tiempo, la migración.
La comunidad informativa asume esa noticia como un nuevo falso positivo, eufemismo con el que, desde hace algún tiempo, el Estado colombiano dispersa la atención sobre sus errores. Bajo esa categoría, se han encubierto crímenes de Estado, asesinatos selectivos, salidas en falso y acusaciones sin fondo. La escena evoca la película Rambo II, de 1985, en la que, en el curso de una conspiración gubernamental, se envía a un mercenario, medio loco, desde la cárcel (a la que llega, después de acabar con medio pueblo en Rambo I), a recibir un indulto presidencial, por ir a buscar prisioneros de guerra en Vietnam. El chasco, es que los encuentra y, sus jefes de turno, dan orden de abandonarlos; pues el hallazgo es una sorpresa.
Como se trata de un informe de Estado, para hablar de otro Estado, en un escenario supranacional, hay reacción también del Jefe del Estado falsamente acusado, a la sazón, Venezuela. Los noticieros locales analizan la noticia como inconveniente, pues se ha dado ocasión a Nicolás Maduro de limpiarse las uñas con el Presidente de Colombia, quien leyó el informe y mostró las fotos. Para los detractores del Gobierno, hay problemas hasta de plagio, pues se trata de usar unas fotos de dominio público, desconociendo su fuente, para armar una acusación falsa. Para los defensores de Duque, se trata de una situación menor, pues para nadie es un secreto, que en Venezuela se entrenan y se esconden los miembros de la guerrilla colombiana. El canciller, prometió llevar nuevas fotos, ahora sí de uso exclusivo de las Fuerzas Militares.
Queda por reflexionar sobre la responsabilidad individual en los casos de obediencia debida, pues la renuncia del Jefe de Inteligencia del Ejército no parece suplir la falta. Queda la sensación de ser una solución incompleta, pues se ha pasado una vergüenza internacional y no es fácil terminar de acostumbrarse a oír a un Presidente insultando a otro. Además, Colombia lleva un tiempo cuestionando las actuaciones, decisiones e intervenciones del Ministro de Defensa. Parece que, en ese aspecto, el Presidente está mal aconsejado.
¿Cuál será el próximo capítulo de esta comedia-novela?
Por: Julio Andrés Arévalo / Docente