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Rakitic

45 minutos jugados de 270 posibles. Una cosa que es muy llamativa porque no se está hablando de un futbolista que hasta ahora empieza a encontrar un espacio en primera división; no estamos refiriéndonos a un novel jugador que debe ser llevado de a poco para acostumbrarse a las presiones; no hacemos referencia a un volante bisoño, nervioso que debe ser arropado por los más veteranos para que consiga tomar la confianza suficiente de juego y así minimizar el riesgo de errores propios. NO. El hombre que pocas opciones ha tenido en el comienzo de la liga española está lejos de cualquier valoración de ese tipo.

Iván Rakitic apenas le han dejado disputar 45 minutos oficiales de liga con el Barcelona. Un tipo que se jugó hace un año un Mundial magnífico -apenas opacado por el gran performance individual de Luka Modric- y que desde que llegó procedente de Sevilla se convirtió en un dínamo ideal para el mediocampo de su equipo. Con Rakitic en el campo el Barcelona se aseguró posesión efectiva, traslados por derecha más que eficientes, media distancia y despliegue, así como colaboración en marca para darle una mano al solitario Busquets en el 4-3-3, esquema que parece una huella digital del barcelonismo y en donde el papel del croata es clave para pensar en el equilibrio.

Barcelona, en este comienzo liguero, la ha pasado bastante mal, cosa que parecía más destinada a las últimas disputas de la Champions League -las increíbles eliminaciones frente a Roma y Liverpool han sido sopapos de esos que dejan al boxeador en la lona y sin conteo de protección-. Su mal momento se ajusta a ciertas extrañezas de armado de escuadra. En Bilbao, al croata le tocó ingresar al comenzar la segunda etapa, tiempo en el que el Athletic ya estaba montado por superioridad física y capacidad anímica a su adversario. De ahí en adelante no se supo más de Rakitic. Ante el Betis estuvo en la convocatoria pero le tocó quedarse mirando el juego en las suaves poltronas del banco de suplentes del Camp Nou y en Pamplona, frente al Osasuna, tampoco tuvo un segundo para demostrar por qué su talento sigue siendo importante para su club. Rarísimo porque antes del comienzo de temporada, en los amistosos en los que el Barcelona jugó bastante mal, de lo poco rescatable en rendimiento fue precisamente Iván.

Valverde decidió incluir nombres nuevos y está ubicando a Sergi Roberto -que es más lateral o extremo que interior para mi gusto- o a cualquiera que no sea Rakitic en su puesto. Al croata le ocurrió lo mismo que en su momento le pasó a Keylor Navas en el Real Madrid: no importa cuántas veces pueda ser figura porque pareciera que quisieran salir de él como sea. O si no, resulta llamativo que hayan querido incluirlo en el negocio Neymar, con compañeros de menos recorrido como Semedo o Dembelé.

Rakitic, el mismo que la rompió al lado de Carlos Bacca en Sevilla y que depositó a los andaluces en lo más grande de Europa y que en Barcelona resultó determinante en eso de hacer el trabajo sucio para que su colectivo alzara Champions y Ligas varias hoy es moneda de cambio. Y mientras él está sentado mirando los partidos en el banco, el mediocampo del Barcelona naufraga domingo a domingo.

 

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