La Alcaldía y la Inspección de Policía de Tabio la emprendieron contra los animales. En 2016 cerraron Tepa, que albergaba 120 perros, y ahora van por AnimaLove, que tiene a su cargo 320 perros y 30 gatos. Ambas fundaciones de protección animal nacidas en respuesta a la desidia del municipio, que no es sino el reflejo de la desidia estatal con los animales en el país.
Todo empezó en 2015 con un fallo de tutela que le ordenó a la Alcaldía verificar las condiciones de un pequeño refugio. Este caso les bastó al alcalde, a su secretario de Ambiente y a la Inspección de Policía para irse lanza en ristre contra fundaciones que, además de hacer el bien y hacer las cosas bien, le han ayudado al municipio a contener un problema de talla mayor. Según el Código de Policía y una ley de 2002, todos los municipios deben tener un albergue para animales sin hogar. Sin embargo, el de Tabio no es más que un hueco donde malviven ocho tristes perros encerrados en jaulas y en medio de excrementos.
Las resoluciones 004/16 de la Policía y 186/17 de la Alcaldía que ordenan y confirman el cerramiento de AnimaLove, respectivamente, insisten en que la fundación es un establecimiento de comercio y que no puede operar por plan de ordenamiento territorial (POT). Empero, basta con remitirse a los estatutos de la fundación para constatar que su objeto está lejos de ser comercial. En cuanto al POT, un concepto de planeación de 2015 establece que el uso del suelo para la actividad es ‘condicionado’, es decir, debe cumplir con la norma ambiental y concertar con la comunidad. Al respecto, la CAR determinó que no existe afectación alguna de parte de AnimaLove y denegó las quejas de la misma administración. Por su parte, la comunidad vecina ha respaldado públicamente a la fundación.
La tutela que interpuso AnimaLove fue inadmitida por procedimiento. No obstante, el juez ordenó al alcalde y a su secretario de Ambiente concertar una solución que garantice la protección a los animales.
Las propuestas del secretario de ambiente no podían ser más indignas de un funcionario público: entregar los 350 animales a otra fundación, como quien entrega 350 bolsas. Trasladarse a otro predio, sin ofrecer la más mínima ayuda de la administración. O, más creativa, motivar a los seguidores de AnimaLove a adoptar, como si no fuera la labor que realizan a diario las protectoras de animales en el mundo entero.
Según algunos vecinos, este circo obedece al propósito de la Alcaldía de “sacar a todas las perreras del municipio», como al parecer declaró uno de sus funcionarios en una de las tantas reuniones que suelen hacer los burócratas de oficio para llenar reportes. Así las cosas, Tabio no solo carece de una política pública de protección animal, sino que sus servidores públicos persiguen a quienes cumplen una preciosa labor social sostenida con su propio peculio.
Entre tanto, las granjas avícolas del municipio, con su maltrato animal y sus perjuicios ambientales y sanitarios, operan campantes sin inspecciones. Es lo que ocurre cuando los funcionarios públicos se comportan como capataces.
Hoy las esperanzas de AnimaLove y de 350 animales rescatados están depositadas en una petición de nulidad de las resoluciones que ordenan su cierre y en una solicitud de conciliación a la Procuraduría. También deberían estarlo en nuestra capacidad de resistir a la injusticia.