Cuando yo era niño, uno de mis máximos orgullos de bogotanófilo precoz era el llamado Centro Internacional. Al estar allí ubicado el Hotel Tequendama, el más lujoso de la ciudad en los años sesenta y setenta, esa era para mí la carta de presentación de Bogotá. Modernos edificios, los puentes de la 26, el Parque de la Independencia con su propio Planetario y Monserrate al frente. Cuando yo caminaba por ahí pensaba: “¿Qué sentirá un extranjero que acaba de aterrizar en Bogotá al ver estos edificios tan modernos?”. Porque eran varios los edificios modernos, como los que uno veía en revistas y libros de viajes. Además del Tequendama estaban las residencias Tequendama, el Bochica y el Bachué, los edificios del conjunto Bavaria y, en el costado occidental de la carrera 13, el edificio Martín del Corral (el triangular de la esquina con la 26), el de la Flota Mercante Grancolombiana, el del Banco de Occidente y dos altas torres que a partir de mediados de los setenta y hasta hace pocos meses fueron las más altas de la ciudad: las Torre de las Américas (que hoy se llama Centro de Comercio Internacional) y el edificio Colpatria.
Luego la ciudad creció, en la década de los ochenta se construyeron nuevos hoteles más al norte, y el Centro Internacional, al menos para mí, perdió ese protagonismo que había tenido y se transformó básicamente en un territorio de nostalgia.
A finales de los años noventa apareció el Parque Central Bavaria, uno de los proyectos de renovación urbana mejor logrados de la ciudad, y a partir de ahí comenzaron a aparecer nuevos edificios que se colaron entre los clásicos de los cincuenta y los sesenta. Al comienzo molestaba bastante verlos, pero, como suele ocurrir con la arquitectura, uno termina acostumbrándose a todo y debo admitir que ya terminé por aceptarlos.
El auge de la construcción en el Centro Internacional no se detuvo ahí. El proyecto Museo Parque Central, sobre la calle 28 entre Caracas y carrera 13A, le ha dado a Bogotá uno de sus edificios más altos. Consta de dos torres. La occidental, escalonada, que es una vaga imitación del edificio norte de las Torres del Parque. Y la torre oriental, que está casi lista, que tiene 44 pisos y es casi tan alta como el Centro de Comercio Internacional. Al lado de esta y enfrente del Museo Parque Central ya comienza a construirse Atrio, un proyecto de dos torres de acero y cristal (una de 59 pisos y otra de 43), en el mejor estilo de ciudades como Shanghái, diseñado por el afamado arquitecto Richard Rogers y su oficina Rogers Stirk Harbour + Partners, con el apoyo del arquitecto colombiano Giancarlo Mazzanti. De este proyecto ya se adelanta la excavación, y hacia 2019 el perfil urbano de Bogotá contará con la primera de estas edificaciones. Cuando estén listos, muy probablemente volveré a hacerme la misma pregunta que yo me hacía de niño: “¿Qué sentirá un extranjero que acaba de aterrizar en Bogotá al ver estos edificios tan modernos?”.
*Las opiniones expresadas por el columnista no representan necesariamente las de PUBLIMETRO Colombia S.A.S.