En la última semana se le advirtió a Colombia sobre la consecuencia directa en el evento de que la paz no se llegara a firmar o, en su defecto, que el plebiscito por la paz no alcance las mayorías; ya sabemos que la Corte Constitucional presentará ponencia positiva para que el plebiscito sea una realidad, ahora como la popularidad del Gobierno está en su peor momento, desde ya contemplan la obvia posibilidad de que el pueblo colombiano saldrá a las urnas a decirles al Gobierno y a las Farc “¡No!”, muchos llaman enemigos de la paz a quienes cuestionan el modelo de negociación, pero pocos entienden que es lo que se negoció con esos terroristas y sus consecuencias próximas.
Algunos llaman a la diatriba de “paz sin impunidad” como un juego de frases que se convirtió en sonsonete, pero la verdad es que lo pactado en La Habana tiene cara de todo, termina y promueve de todo, menos una paz verdadera, la paz que nos venden es la paz de 47 millones de colombianos con 8000 reclutadores de menores, una “paz” con 8000 narcotraficantes, un pacto de impunidad para 8000 abusadores de los derechos humanos, un acuerdo mafioso que beneficiaría a 8000 violadores, una componenda de injusticia para 8000 promotores de secuestros, abortos, actos de terrorismo, crímenes contra el Derecho Internacional Humanitario (DIH) y cuanta barbaridad se les ocurra a los “constituyentes” de las Farc.
Como los colombianos a esa “paz” no le comen mucho cuento, ya se escuchan las voces promotoras del mayor acuerdo de impunidad y lavado de activos sin antecedente alguno, indicando que si no se llegara a firmar la paz, estos 8000 “arcángeles” estarían preparados para hacer una “guerra urbana”. Cuánta barbaridad puede manifestarse en un solo grupo de personas, 8000 narcoterroristas creen poder dejar en jaque con sus trampas a 47 millones de colombianos, ¡cuánta infamia! No basta con que se acallen las voces que piden explicaciones a casos como el reclutamiento de menores que se mantiene, también hay silencio en muchas violaciones al DIH de parte de las Farc.
A decir verdad, hoy las mayorías, de participar en el plebiscito por la paz, lo harían sin lugar a dudas por el ‘No’, al encontrar debidamente probado, durante más de seis años, que los avances en el proceso no son como nos los quieren presentar, tratándose de encrucijadas como a quién le entregarán las armas, o los lugares definidos para la concentración de ‘guerrillerada’; si de asustar al pueblo con una guerra urbana se trata, podríamos indicar que no solo es cruel y exagerado mencionar o condicionar el apoyo popular al plebiscito, so pena de recrudecer la violencia en las urbes, pues no se prevé tal situación únicamente en el evento de que gane el ‘No’.
Esa situación de aumento potencial de la violencia urbana claramente se manifestaría en el evento de desmovilizaciones masivas, en las que muchos de estos “excombatientes” conformarían fenómenos delincuenciales en ciudades capitales, dedicados a exprimir a todos los ciudadanos con las diferentes modalidades de crimen, así que la guerra urbana que nos venden no debe por qué apabullarnos; la única guerra urbana que me causa pavor es a la que quieren someter a Colombia luego de votado el plebiscito, para hacer una gran reforma tributaria, en la que lo más básico de la canasta familiar se gravará con el 19% de IVA, a esa sí hay que tenerle miedo.