Otra vez hay que mirar hacia arriba, tratar de tomar una gran bocanada de aire para soltarla bruscamente por la boca, inflando los pómulos mientras se exhala. La noticia de que la lesión de Falcao García va a tenerlo otro tiempo más por fuera del circuito hace que aparezca en el ambiente un camión cargado de impotencia, listo para desmontar su carga encima de nuestra cabeza. Y si eso sentimos quienes admiramos su capacidad goleadora, ¿qué podría decir el mismo Falcao ante tanta mala fortuna que ha querido juntarse en los últimos tiempos en torno a su figura?
Hace dos años comenzó ese desgraciado calvario que lo tiene frustrado. Fue en aquel cruce de Soner Ertek en el que los fantasmas no han dejado de salir de cualquier rendija. El tipo que rompía redes en Europa, que brillaba en el firmamento con Porto y Atlético de Madrid se quedaba fuera del Mundial. Un Mundial 2014 que terminó siendo el mejor de nuestra historia, pero al que a Falcao le debemos muchísimo. Justo él no pudo estar en la gesta que se empecinó en obtener.
Ahí comenzaron los juicios: que cambió la gloria por la ambición que genera el dinero para irse al Mónaco y que la vida le cobró eso con la lesión, que nunca volvería a ser el mismo, que ya su nivel no está para jugar en Inglaterra, que Van Gaal y Mourinho tenían razón en banquearlo, que es un mueble más, que está pensando más en gastarse su plata en la iglesia a la que asiste…
Y el tipo, como un señorito, como un lord, ha aguantado cada uno de los varillazos esgrimidos en donde hasta se han metido con su propia fe y con su propio bolsillo. Se sabe que Falcao fue el que menos injerencia tuvo en su llegada a Mónaco y su fe o su dinero no debe ser motivo de discusión, porque esos son temas tan íntimos, tan del fuero propio, que mal se hace esculcándolos. Lo que pasa es que son temas muy vendedores en términos de prensa, sin duda. Y eso es muy valorable: que jamás haya reaccionado ante las críticas, en especial sobre esas críticas que apuntan a cosas que nada tienen que ver con el fútbol, pero que sí medran su propia humanidad. Se sabe también que no ha logrado regresar a ser el temible goleador de antes porque no ha tenido muchas oportunidades, pero también porque cuando han llegado, él no ha conseguido sacarles el jugo necesario para hacer que los nubarrones sobre su rendimiento se despejen.
A Falcao no se le pudo olvidar eso que tan bien hacía. Sé que no. Todos hemos atravesados momentos malos y también momentos de mierda, que suelen ser más largos y despiadados. La mala racha seguro que acabará. Y si la vida se ensaña con él y no vuelve a ser el de antes, no hay que olvidar las alegrías que se esmeró en darnos y que no fueron pocas.
A esos tipos hay que respetarlos.
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