En Empire State, una retina y un tarro del ungüento Vicks Vaporub, han sido recreados en la repostería de dos jóvenes colombianos que pasaron de vender brownies en universidades, a innovar con sus tortas personalizadas y a abrir su propia tienda de postres.
Hace cinco años Isabel Botero y Nicolás Posada empezaron experimentando en la cocina con una idea de negocio que les surgió como estudiantes de administración de negocios internacionales y que alimentaron consultando videos en Internet.
«Mirábamos recetas en Pinterest y Youtube. Algunas pruebas quedaron horribles, otras era más cercanas», relató a Efe Posada sobre los inicios de su empresa Brown Repostería.
Contratar a un experto para desarrollar la receta resultó una mejor opción y les permitió empezar a vender brownies en su universidad, donde se convirtieron en distribuidores de otros estudiantes ante la aceptación del producto.
Como el «círculo se fue expandiendo», no dio abasto el horno casero que apenas permitía producir en un par de horas 24 unidades, empacadas con la ayuda de una vela y un cuchillo.
Con 19 años, universitarios y poca liquidez, un crédito en la Corporación Interactuar, que apoya la creación de microempresas en más de 200 municipios del país, les facilitó la compra de un horno con mayor capacidad para sacar en 40 minutos 120 brownies.
Reinventar el negocio.
Tener como principales clientes a estudiantes, que dejaban de comprar en temporada de vacaciones, los llevó a explorar alternativas y a desarrollar otros productos como alfajores.
«Sacamos una presentación de Navidad. Llegamos a vender 600 cajitas en el primer diciembre», contó Posada.
Su apuesta fue por trabajar productos particulares para fechas especiales, al detectar una «muy buena oportunidad» en celebraciones como el Día de la Madre, Día del Padre y Día de la Mujer, entre otras.
Sacar presentaciones especiales para esos días «nos sirvió mucho», además empezaron a «tocar puertas» en empresas, cafés y restaurantes con productos más elaborados, después de recibir capacitaciones en Interactuar.
«Nos dimos cuenta que necesitábamos estudiar repostería», apuntó el empresario, quien se encarga de la parte administrativa de Brown Repostería, mientras que Isabel maneja la parte creativa y hace la magia en la cocina.
Tomar talleres de galletas, tortas frías y manejo de fondant les permitió dar un salto importante, al aprender nuevas mezclas, tipos de masas, técnicas y manejar los utensilios de repostería.
«Ampliamos el portafolio, sacamos diferentes tortas y empezamos con postres más elaborados», detalló Posada, quien cursó también el programa Método Base de Aceleración (MBA).