Es inevitable. Las primeras fichas que se mueven en este parqués electoral le apuntan a que la poca maquinaria que le sirvió a Germán Vargas Lleras para llevarse 1.400.000 votos, más o menos, se irá con el candidato del uribismo, Iván Duque, en las próximas horas. La duda que queda es a cambio de qué.
Esto parece ser sencillo y lo es. Cambio Radical, el tercer partido con más legisladores en el Congreso, ya empezó a mover sus fichas y puso condiciones: sobre la mesa ofrecen el apoyo a Duque si este decide acoger el programa de Germán Vargas Lleras, pero más allá de lo políticamente correcto y lo que se diga a los medios, quedan las conversaciones puertas para adentro, donde lo que se ofrecen son cargos y se sellan alianzas con ministerios y otros canjes.
Pero esto era casi que obvio tras conocerse el resultado de las elecciones del domingo. Las dudas nacen con el resto de movimientos políticos que no se definen y que no se pueden encasillar en este fenómeno de las maquinarias. Sin embargo, merece la pena reivindicar la posición de uno de los partidos con mayor votación y tendencias clientelistas del espectro político: el partido del presidente Juan Manuel Santos, La U.
¿Por qué es un fenómeno interesante para analizar? Por dos factores. Uno de estos apunta a que la colectividad es la que se ufana de ser el partido de la paz y que logró unificar los acuerdos con la entonces guerrilla de las Farc, encabezados por el presidente Santos, quien la asumió como la gran ‘unidad nacional’, en la que, para aceptar la adhesión a Vargas Lleras, le hizo firmar un acuerdo en el que tenía que respetar el proceso y así se logró el gran acuerdo.
La segunda es la reacia oposición que recibieron y los duros ataques que se lanzaron con el Centro Democrático, representando la fuerza que ante ojos del partido de Álvaro Uribe fue la peor manifestación de un gobierno, ejecutado por Santos, de quien se volvió su más acérrimo opositor.
Pero a pesar de lo anterior, como la política es dinámica, desde antes, varios han sido los legisladores que se han ido a las toldas uribistas antes de que se enfrentaran a la primera vuelta, y como bien lo dijo ayer Armando Benedetti, senador de La U, “varios ya hicieron lo que les dio la gana”.
Hoy habría una reunión de bancada, pero para muchos es evidente que traicionarán los principios de los acuerdos y se trasladarán con Duque.
“Vamos a decirnos la verdad. Antes de la primera vuelta, miembros del partido hicieron lo que les dio la gana y ahora en la segunda vuelta harán lo que se les dé la gana. Unos se irán con Petro, otros con Duque, pero tenga en cuenta que no habrá decisión de partido”, señaló el congresista, quien dijo que aún no sabe qué hará para lo que viene.
Y lo que pareciera ser el cierre de un trato entre la maquinaria de Santos y de Vargas con Duque no se traduce de igual manera con el voto de opinión y libre con el candidato Gustavo Petro.
Los más apetecidos, hoy por hoy, son los 4,5 millones de votos de la Coalición Colombia, que no se decide aún y que, a pesar de representar a un centro, aliado con la paz y la defensa de los acuerdos, tendería al abstencionismo o al voto en blanco.
Desde la Alianza Verde, la realidad es que Sergio Fajardo aseguró que no irá ni por Petro ni por Duque, insinuándoles a sus seguidores que el voto podría ser libre, pero juegan más factores. Primero, las tres cabezas visibles de los verdes no tienen madura la decisión, pero dejaron claro que no se unirán con Iván Duque, así lo expresó Angélica Lozano, la recién electa senadora: “Lo único que no va a pasar es que apoyemos a Duque. #GuardenEsteTwit y no difamen”, señaló en Twitter.
La realidad es que el ambiente es tenso: los votantes de Fajardo soñaron con un país alejado de los polos ideológicos y tener que entregar el voto por lo que llaman extrema derecha y la izquierda radical no les suena muy bien. Los electores, que han manifestado su descontento y tusa electoral, señalan que no saben a quién entregar su voto. En este caso pesará cuánto rechazo por Uribe o por Petro prime en la cabeza de los de centro.
Los votos de Humberto de la Calle no se sabe a dónde irán a parar, aunque los cálculos electoreros afirman que serían más cercanos a Petro, porque representa la oportunidad de defender la paz de los que la quieren hacer trizas, pero el panorama en el Partido Liberal es totalmente distinto y adentro de sus filas pareciera acomodarse una rebelión que pediría la cabeza de César Gaviria, que ya estaría negociando con el uribismo sus votos.
Por ahora, el panorama sigue abierto. No se conocen adhesiones a ninguno, pero en las próximas horas se darán los primeros batacazos y se conocerá si en Colombia primará el ‘antiuribismo’ o el rechazo a una figura de ideas de izquierda y un nuevo modelo económico, como Petro.