La noche del 24 de junio de 2001 le cambió la vida Consuelo Córdoba. En un arranque de celos su exmarido le lanzó ácido sulfúrico en la cara; desde entonces le han practicado 87 cirugías en el rostro.
Luego de ese terrible episodio, la mujer fue diagnosticada de una grave enfermedad que afecta el cerebro. Por ello, había tomado la decisión de practicarse la eutanasia. El próximo 29 de septiembre todo estaba dispuesto para que una inyección terminara con su vida.
Sin embargo, cambió su posición gracias al papa Francisco, quien la recibió en la Nunciatura Apostólica de Bogotá, mientras aguardaba entre la multitud «para recibir su bendición antes de morir».
Según manifestó la mujer, el líder católico la llamó para darle un abrazo y decirle que «no debía hacerme la eutanasia… Me dijo que yo era muy valiente y muy linda», según manifestó Consuelo Córdoba a CNN.
Ahora quiere vivir: «Pensaba hacerme la eutanasia, pero no me la voy a hacer porque Dios va a traer cosas grandes para mi vida».