Al menos 26 candidatos a la Presidencia de Colombia a Juan Manuel Santos han manifestado su intención pero no en representación de partidos sino con el aval de firmas de ciudadanos, una opción que les permite desmarcarse del descrédito por corrupción que afecta a las fuerzas políticas.
Durante el siglo XX la política en Colombia estuvo marcada por el bipartidismo de liberales y conservadores, pero con la Constitución de 1991 se amplió el espectro y surgieron nuevos partidos, muchos de los cuales ya desaparecieron o perdieron el favor del electorado.
La más reciente decisión de buscar la Presidencia por fuera de su partido, el poderoso Cambio Radical, la tomó el exvicepresidente Germán Vargas Lleras, quien encabezará «Mejor Vargas Lleras», un movimiento ciudadano con el que espera ser el nuevo inquilino de la Casa de Nariño tras las elecciones de 2018.
En el cotarro político, el movimiento de Vargas Lleras no pasó desapercibido porque se considera que tomó esa decisión para mantenerse al margen de los escándalos que salpican a miembros de Cambio Radical en diferentes casos de corrupción.
Y es que, según el candidato izquierdista Jorge Robledo, en el partido de Vargas Lleras hay congresistas investigados y condenados por vínculos con las paramilitares Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), desmovilizadas en 2006.
Además, varios caciques de esa fuerza o avalados por ella han sido destituidos de sus cargos por violar la ley.
Pese a que algunos precandidatos presidenciales argumentan que la opción de inscribirse con el apoyo de movimiento ciudadanos les da más libertad para construir una plataforma política y económica más amplia, el elevado número de aspirantes «independientes» ha llamado la atención de la opinión pública.
Entre los que aspiran a ocupar la Casa de Nariño, sede el Ejecutivo, con candidaturas respaldadas por firmas están, además de Vargas Lleras, el ultraconservador exprocurador Alejandro Ordóñez (Por la familia, firmo por Ordóñez), la exministra de izquierdas Clara López (Todos somos Colombia) o el exalcalde de Medellín Sergio Fajardo (Compromiso ciudadano).
También recurrieron a esta fórmula el exalcalde de Bogotá Gustavo Petro (Colombia Humana), el exministro de Defensa y exembajador en Estados Unidos Juan Carlos Pinzón (Ante todo Colombia) y la exsenadora Piedad Córdoba (Poder ciudadano).
De los pocos que admiten concurrir a las urnas por un partido son el exjefe negociador de paz del Gobierno, Humberto de la Calle, uno de los precandidatos del Partido Liberal, y los del uribista Centro Democrático, que tendrá que decantarse entre cinco posibles aspirantes.
Se da además la circunstancia de que el Partido de la U, del presidente Santos, ni siquiera tendrá un aspirante a la jefatura del Estado el año próximo, decisión que, según explicó el mandatario en una reciente entrevista con Efe, se tomó porque no hay en esa fuerza nadie con posibilidad de éxito.
Tal es el desprestigio de la clase política que una reciente encuesta de la firma Gallup Colombia indica que las FARC, que se convirtieron en partido esta semana con el nombre de Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común, tienen una imagen favorable de 12 %, dos puntos más que los partidos políticos.
Entre los escándalos que más resonancia han tenido últimamente está el que envuelve a los senadores Bernardo Elías y Musa Besaile, ambos del Partido de la U, que fueron detenidos, el primero por el caso Odebrecht, y el segundo por participar de un esquema de sobornos a dos expresidentes de la Corte Suprema de Justicia para manipular decisiones judiciales.
Por lo que se ve en Colombia, los partidos tradicionales quedaron relegados porque ya no son los que dominan la política y las nuevas alternativas son aprovechadas por quienes se refugiaron en ellos para luego buscar dividendos por el mecanismo de firmas.