El semillero de futbolistas del barrio El Salado, de la Comuna 13, nació de la necesidad de crear un espacio en el que los jóvenes del sector, caracterizado por la violencia, tuvieran una alternativa distinta de vida.
Hace 11 años Willington Arley Cano, ex jugador de fútbol en Clubes profesionales nacionales y extranjeros como el Deportivo Independiente Medellín, Atlético Nacional, Atlético Bello y el Club de Fútbol Romonense; decidió que el barrio de donde salió y que lo vio crecer necesitaba brindar opciones de vida.
“Soy nacido y criado en la Comuna 13 y aquí nunca tuvimos una escuela de fútbol ni una alternativa de vida diferente a la que ofrecía el conflicto con grupos armados, guerrilleros o grupos que no tenían nada bueno para nuestro sector. Con esa inquietud crecí, porque teníamos una cancha pero no una escuela. Así surgió la idea en el 2008 de iniciar el proyecto de Semillas de Vida y Paz”, comentó.
El inicio del Club
El 20 de mayo se cumplirán 11 años de existencia del club, que contó en sus inicios con la participación del también jugador profesional Diego Álvarez. Ese día con 15 niños y cinco balones empezó el sueño del club, que formaría a jugadores de fútbol y a personas para la vida.
“Diego se retiró al poco tiempo porque sus compromisos profesionales no le permitían estar al frente del proyecto. Quedé solo, sin patrocinio y sin recursos; pero con la unión de algunos padres de familia decidí dejar mi carrera deportiva y entregarme de lleno a sacar adelante el club”, reveló.
La motivación principal fue la ilusión con la que llegaba cada niño al club. En cuestión de tres meses ya eran 70 jóvenes los que esperaban formarse y contar con la escuela. “Los niños se empezaron a llenar de vida, de sueños, de ilusiones y eso me enamoró del proyecto”, dijo.
Al poco tiempo el maestro Bernardo ‘cunda’ Valencia, uno de los jugadores estrella del Deportivo Cali en la década de los 60 y quien fue director técnico de Willington, le ayudó a formalizar la creación del Club en aspectos legales y deportivos.
Jugadores ejemplares
Con el esfuerzo y el tiempo, Willington logró que de Semillas de Vida y Paz salieran jugadores preparados para los clubes profesionales. “Los primeros fueron Dayron Alexander Mosquera y Juan Fernando Asprilla. Asprilla salió a los 13 años para Atlético Nacional y Mosquera llegó a los 15 años al mismo equipo”, explicó.
Ambos han desarrollado una carrera profesional que es ejemplo para los más de 450 niños y jóvenes que hoy entrenan con el sueño vivo de ser jugadores profesionales. Asprilla duró cinco años en Nacional y Mosquera logró ser parte de la nómina de Reinaldo Rueda, que fue campeón de la Copa Libertadores.
Del semillero también han salido dos jugadores para equipos internacionales, como el caso de Kevin López Saldarriaga que está en el Gil Vicente de Portugal y Dairon Mosquera Mendoza, en el Speranta nisporeni, equipo de primera división en Moldavia.
Las necesidades
Willington considera que lo más complejo es contar con balones, porque por la arenilla duran solo dos meses, y con entrenadores capacitados y profesionales para atender a la gran cantidad de niños y jóvenes que hay en la comuna. “Esto ha sido, lógicamente, por la falta de recursos económicos. Necesitamos profesores que suban a la comuna para que me ayuden en el proceso formativo de los jóvenes como futbolistas y como personas”.
Los profesionales con los que sueña el club para atender a la gran cantidad de niños y jóvenes que se están preparando para la vida son: trabajadores sociales, preparadores físicos, nutricionistas y entrenadores.
“Al final no sabemos si vamos a convertirlos a todos en jugadores del fútbol profesional, pero lo que me interesa es el joven de la comuna que tiene tantas necesidades para crecer. Ese es el acompañamiento que le estoy suplicando a las administraciones locales desde hace 11 años y que no me han escuchado”, dijo.
En varias oportunidades ha buscado acercamientos, pero no pasan de darle la primera cita y de decirle que no hay recursos. “Este es un proyecto deportivo y social que ha demostrado en el tiempo que sí se pueden lograr los sueños, que hay que brindarles alternativas a los muchachos para tener una comunidad más pacífica, porque el proyecto ha permitido convivir de otra forma en nuestro barrio, porque nos respetan”, agregó.
La estigmatización
Como habitante y líder en la comuna, considera que la administración debe subir más frecuentemente para ver lo que se está haciendo en el territorio. “No es solo subir a la comuna cuando hay enfrentamientos, muertos y balaceras o cuando me matan a mis niños, que ya me han matado cuatro”, indicó.
Además, agregó que lo triste es ver como se estigmatiza a los jóvenes de la comuna por esos hechos. “Después dicen que en la Comuna 13 solo hay sicarios, bandidos y grupos armados. Pero la pregunta es: ¿Realmente le interesa al Estado hacer una inversión social en los jóvenes para que no sigan saliendo tantos delincuentes?”.
Por ahora esa pregunta sigue sobre la mesa a la espera de una respuesta. Lo que Willington teme es que ahora que inician las campañas electorales no los vuelvan a utilizar y les prometan ayuda solo para conseguir votos y luego se desentiendan de la problemática y de las necesidades reales de los jóvenes de la comuna.
Como un padre
Para los jóvenes Willington se ha convertido en un padre, así lo dice Juan Pablo Casas, de 19 años, que desde los 11 años fue salvado de las drogas y del camino por el que las malas compañías lo estaban llevando.
“El club me cambió la vida. Para mí Willington es como un papá, me apoyó cuando estaba en malos pasos, cuando estaba cogiendo las drogas. Aquí en la Comuna 13 cae uno muy fácil en esos caminos, pero el profe me quitó los malos vicios y me dio un balón”, dijo Juan Pablo.
A través del club Juan Pablo reorganizó su vida, volvió al colegio y cambió su destino. “Él quiere que yo sea una persona de bien, porque con el fútbol no se tiene nada seguro, por eso hay que ser persona primero y estudiar. Aprendí que para lograr mis sueños debía tener disciplina y me enamoré del balón”, dijo.
En el caso de Yeison Álvarez Agudelo, de 19 años, su historia en el club empezó a los 8 años y considera que también Willington ha sido como un padre. “Me aconseja que no cojamos malos vicios y que nos alejemos de las malas compañías”.
Yeison sueña con ser jugador profesional y se prepara para esto, entrena dos veces al día, y quiere convertirse en “un ejemplo de persona y ser un orgullo para toda la Comuna 13 y para mi familia”.
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La frase
“Al final no sabemos si vamos a convertirlos a todos en jugadores del fútbol profesional, pero lo que me interesa es el joven de la comuna que tiene tantas necesidades para crecer. Ese es el acompañamiento que le estoy suplicando a las administraciones locales desde hace 11 años”, Willington Arley Cano, cofundador del Club Semillas de Vida y Paz.
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Las cifras
- 11 años cumple Semillas de Vida y Paz el próximo 20 de mayo.
- 450 integrantes tiene el club entre niños y jóvenes que sueñan con tener un futuro diferente.
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