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‘The trial of the Chicago 7’, un homenaje a la resistencia contra la represión policial y la guerra

Se calcula que 58,220 hombres murieron en la Guerra de Vietnam (1964-1975), la tercera más sangrienta de Estados Unidos.

La juventud de la época y los grupos contracultura protestaban contra el reclutamiento, y se encontraron con fuertes represiones policiales a lo largo y ancho del país en las diferentes marchas, conciertos y plantones.

Corría el 28 de agosto de 1968, y los activistas políticos Abbie Hoffman, Jerry Rubin, David Dellinger, Tom Hayden, Rennie Davis, John Froines y Lee Weiner fueron acusados de conspiración e incitación al disturbio luego de que las diferentes marchas citadas a la Convención Democrática Nacional resultaran en choques con la policía. Bobby Seale, cofundador de las Panteras Negras, fue el octavo de este grupo al ser señalado injustamente de herir a un uniformado. Los abogados fueron William Kunstler y Leonard Weinglass.

En el lugar se reunieron 15.000 personas. Manifestantes y policías resultaron heridos, y comenzó uno de los juicios más sesgados que haya visto la historia norteamericana, precedido por el juez Julius Hoffman, quien veía con desdén a este grupo de liberales y hippies.

Bajo la dirección de Aaron Sorkin (The Social Network, 2010 y Steve Jobs, 2015), Netflix presenta una película en la que se repasan los hechos de este juicio, que condensó el sentir de toda una nación; los partidos tradicionales versus todos los que estaban en contra de la guerra. Los Siete de Chicago son, para muchos, un símbolo de la resistencia.

Para entender más sobre esta cinta, conversamos con el ganador del Emmy de este año, Jeremy Strong (Jerry Rubin) y con el ganador del Óscar en 2016, Mark Rylance (William Kunstler).

«Tristemente, la historia nos muestra que los partidos políticos de esa época, incluso los democráticos, no pensaban en la gente. Tenían objetivos que resultaban en mucho dolor, tristeza y pérdidas para la ciudadanía. También las muertes de los vietnamitas son una tragedia, y se contraponen a la idea de que la democracia es el poder para la gente. 60 años más tarde, la situación no ha mejorado», comenta Mark Rylance.

Y este sentimiento lo comparte Jeremy Strong, quien sintió una enorme responsabilidad por su personaje de Jerry Rubin, para el cual pidió que lo dejaran sentir la escena de la violenta represión policial en carne propia lo que más se pudiera, porque para él era importante no «cambiar» ni «disminuirle la dificultad» a la experiencia. «Quería contar la historia real, quería mantenerme fiel a lo que en serio vivieron estas personas, ahorita mismo tenemos ciudades enteras que están en llamas por esos enfrentamientos con la policía y queríamos que todo fuera tan real como lo que sucedió. Es difícil ver cómo la historia se repite, me enfurece y me entristece, pero quiero hacer que la historia que contamos se sienta precisa y real en comparación con los hechos».

El humor como «Caballo de Troya»

Al ser este juicio uno que duró varios meses, todo el país se preguntaba por qué no se daba un veredicto, y por qué el juez insistía en hundir a los acusados como fuera.

«Aaron Sorkin necesitaba que la película tuviera algo de esa levedad, sobre todo para balancear la seriedad y lo duro del caso. Estos personajes además eran hippies, así que creían en el llamado «teatro guerrilla», por lo que se sentían como los grandes bromistas del caso. Por eso se disfrazaban, porque además con el humor podían tener una especie de «Caballo de Troya» para meter el activismo en las convicciones americanas», explica Strong, quien llevó el cabello largo en esta cinta para interpretar a Jerry Rubin.

Por su parte, Mark Rylance vivía el humor desde la orilla del abogado, un absoluto creyente de las causas perdidas. «Muchas veces quise reírme durante las escenas por las cosas que decían, y me imagino que el verdadero William Kunstler vivió lo mismo… pero lo cierto es que a pesar del humor había una terrible injusticia con Bobby Seal y estas personas que fueron violentamente abusadas», confesó.

Una inspiración para el futuro

Otro detalle en el que los actores están de acuerdo, es que esta película fue hecha con miras al futuro, a pesar de tratar una historia de pasado.

«Tenemos una perspectiva del desastre que representó la guerra de Vietnam. Sabes que estos jóvenes eran brillantes, y que tenían razón. La gente moría innecesariamente por estúpidas decisiones políticas. No se deberían acallar las voces de los jóvenes, y es algo que aprendí de esta historia. Como una persona de 60 años, salir a las calles me hace pensar en que ellos nos necesitan, es muy tonto tratar de reprimirlos», asegura Mark Rylance. Para este actor británico, además, «ahora hay mucho más peligro que en aquella época, y agradezco en ese entonces el interés de William por los menos favorecidos y su valentía al enfrentarse al jurado como lo hizo.

«Yo creo que la esperanza de esta película es ser un llamado de cambio y un llamado a creer en el poder de la acción colectiva y el activismo», agrega Jeremy Strong. «Esta película habla sobre lo lejos que hemos llegado como país, y es una celebración de la protesta y el poder, y de lo muy necesarios que son los manifestantes de cara a la opresión y la injusticia», puntualiza el actor.

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