Desde el 2013 Martín de Francisco y Santiago Moure han estado rodando por diferentes teatros con su Un Sit Down Tragedy, una puesta en escena que con el sarcasmo y el humor negro que siempre los ha caracterizado, se destapan para hablar de sus vidas, al mismo tiempo que nos muestras sus pensamientos sobre el país y sus personajes más reconocidos. Hablamos con Martín de Francisco sobre su temporada en el Teatro ABC.
Este es un montaje que ya lleva varios años, pero, para quienes nunca lo han visto, ¿con qué se encontrarán?
Es una puesta en escena de muchas cosas que hemos vivido y empieza con un sicoanálisis que me hace Santiago. Y es que la pregunta que siempre está latente en Un Sit Down Tragedy es por qué somos como somos, así que primero, gracias a ese análisis, ambos nos vamos descubriendo. Todo esto nos va dando pie para hablar de la radio, la televisión, nuestra historia y lo que pensamos de Colombia y sus personajes. Y finalmente, entre todo lo anterior, yo reveló algo que es muy vergonzoso.
Haciendo un viaje al pasado muy rápido, ¿cómo se conocen Santiago y usted?
Yo estaba en Cali y me llamó Carlos Vives diciéndome que quería hacer un programa con unos amigos, y como sabía que me gustaba tanto el fútbol, pues quería que yo hiciera informes del deporte en aquella producción. Yo vine a Bogotá y nos reunimos en la casa de Carlos, que ahora es Gaira, y allí también estaba Santiago Moure y quien iba ser el director del programa, Rafael Noguera. En esa reunión también estuvo Isabella Santodomingo, Oscar borda y Moises Ángulo, entre otros.
Después comenzamos a trabajar en concreto y Rafa, Santiago y yo nos entendimos bien, las cosas se dieron muy naturalmente y nos fuimos acercando sin proponérnoslo. Desde ese momento nació ese equipo que ya conocen.
«En esta puesta en escena contamos varias cosas, una de ellas es la tras escena, todo lo que pasó para que ambos termináramos haciendo estos programas de televisión», Martín de Francisco.
Claro, uno puede tener química después de hablarse, pero en ocasiones tenemos una mala impresión de aquellos que más adelante se convierten en nuestros grandes amigos. ¿Fue así con Santiago? ¿Qué fue lo primero que pensó al verlo en esa reunión en Gaira?
Digamos que Santiago es una persona muy especial, muy contestón, es un iconoclasta, le gusta burlarse de lo sagrado, entonces fue como una admiración. Tampoco pensé que era un man simpático y bacán, para nada, por el contrario, es antipático al principio. Pero ese cara sucia, ese respondón, me causó mucha gracia, así que me cayó bien, a pesar de que no debía ser, porque él no es ese tipo de persona.
Volviendo al aquí y al ahora, ¿por qué deciden volver a estar juntos, pero en el teatro?
Resulta que yo estuve sin verme con Rafa y Santiago un buen rato, y de pronto nos llamaron para hacer una campaña publicitaria. Así que cuando nos llamaron resultó la idea de hacer teatro, porque nunca lo habíamos hecho. Confieso que a mí me daba como vaina y ‘culillo’ porque nunca lo había hecho, en cambio Santiago sí tenía experiencia en varias obras. Pero bueno, el caso es que no le medimos, comenzamos a escribirlo, y yo terminé entusiasmado. Duramos varios meses puliéndolo, luego se lo mostramos a Carlos Vives y nos dijo que nos presentáramos los lunes en Gaira y ahí empezamos a probar. Entonces como la gente podía estar tomando trago no se daba cuenta de las cagadas mías y yo fui cogiendo cuero para estar ahí parado. Y bueno, ya después de eso nos fueron llamando de otros teatros más grandes.
¿Recuerda una embarrada de esas primeras presentaciones?
Claro. En Gaira estábamos en la obra y de repente me salté un pedazo gigantesco. Y ese día la obra duró como 45 minutos, o sea, fue una locura y la gente cómo se quedó pensando en lo corta, pero salieron sin ningún problema. Y creo que a Santiago tampoco le importó porque quería irse rápido, porque lo importante en ese momento no era que saliera bien, sino que saliera rápido, para uno pasar el pánico.
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