¿Cómo surge la idea de esta continuación de los discos anteriores?
Yo creo que fue un proceso natural que me fue dando desde el segundo disco. Dentro de la búsqueda que implicó hacer A la mar, ya se me daba por ciertas esquinas el merengue, me encontraba con él. Sin embargo en aquel momento no sentía que pudiera encontrar un sonido dentro de él, simplemente me encontré con los toques afro dominicanos y con el folclor de todo lo que dio origen a ritmos como el merengue. Luego de sacar ese disco sentí el llamado a abrazar de frente el merengue y tratar de encontrar un sonido propio dentro de él. Fue un reto importante porque el merengue tiene sus características muy bien planteadas desde la instrumentación hasta la puesta en escena. Esto tal vez no iba muy de cerca con lo que yo venía haciendo, entonces realmente Candela implicó un buen tiempo de experimentación y búsqueda. Fue clave buscar en el merengue de los 40, 50, 60, de ahí empecé a buscar maneras de hacer merengue con guitarra o acordeón, sonidos que recordaran mi estilo. El disco no es un A la mar 2, y la música electrónica fue clave por eso.
¿Qué faceta desconocida del merengue pudo encontrar en esta experimentación?
Muchísimas. Dentro de la parte de la investigación del merengue como tal y sus orígenes, fui al canal nacional, Radio Televisión Dominicana, y ahí estuve investigando entre vinilos nuevas formas de hacer merengue que realmente empezaron a abrirme muchísimo el espectro. Encontré nuevas formas de fusionar, como el merengue con armónica, del que no conocía mucho. También conocí el merengue que hubo previo al acordeón, también encontré muchos toques de África con similitudes importantes a investigar. La música latinoamericana también influyó la música africana, aunque hay diálogos constantes entre ambas partes.
¿Qué tanto influyó en las canciones de este disco la esencia de las líricas del merengue?
Dentro de la investigación no solo me quedó lo musical y lo rítmico. También me quedó la estética y el vocabulario, paisajes, nombres de lugares, fechas, costumbres, todo eso se fue colando en la composición. En Candela vemos composiciones más directas que se trabajan bastante del humor y la ironía, algo bastante característico del merengue de los 50’s y 60’s. No iban tanto por la poesía hermosa sino por lo práctico, lo cotidiano, eso también se coló en mi forma de componer.
Usted ha dicho que el autotune aquí le sirvió como herramienta, pero no como muchos pensarían…
Sí, desde hace mucho se habla de cómo los artistas engañan con él porque sirve para arreglar una voz desafinada. Sin embargo, desde hace mucho tiempo también se usa como un instrumento más y una estética que realmente da cierta frescura. Nunca lo había visto dentro del merengue o el folclor de mi país y quise contrastar bastante sonidos muy duros con sonidos muy actuales. También están varios sintentizadores de los 80, el uso de reverbs, delays, y bueno, sí, la idea era hacer algo desde este género pero con una propuesta actual.
Con todo esto que hemos hablado, ¿cómo describe el merengue que propone Vicente García?
(Risas) yo realmente no quise hacer uso de un solo sonido de merengue, y aunque es un disco de merengue casi en su totalidad, va por diferentes esquinas del género. Hay unos más plásticos, otros que tienen sonoridades de muchos lugares del mundo. Yo siento que no hice un solo tipo de merengue, es como merengue del mundo, que se alimenta de la música del mundo. Pero también hay bachata, fusiones de trap y música electróncia, y un elemento importante en el disco es el uso de los coros zulú de África, y que vienen desde A la mar con canciones como Pa’ Nuevayor.
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