Yo conocí a Fanny cuando se estaba construyendo el Teatro Nacional de la 71, entonces cuando estaban a punto de terminar Fanny necesitó unas fotos. Yo trabajaba con la fotógrafa Dora Franco y ella me dijo: “Yo quiero que maquilles a Fanny”, y yo dije: “Con todo el gusto”, porque siempre había tenido admiración por ella.
Conocí a Fanny y le gustó mi trabajo, además que hicimos conexión inmediata, como si nos hubiéramos conocido de toda la vida. Desde entonces quiso que la maquillara para todo. Después de eso la maquillé para la obra de teatro El rehén y finalmente para su diario vivir. Yo estaba trabajando en una peluquería pero me tocó renunciar porque Fanny empezó a ocupar todo mi tiempo.
Yo ya tenía referencias de ella desde Cali porque yo soy de Palmira y estudié en Bellas Artes cuando ella estaba dando clases de teatro. Ella era muy nombrada en ese tiempo en Cali y desde ese momento siempre quise conocerla.
Yo llegaba a la casa de Fanny entre ocho y nueve, dependiendo de la hora en la que se hubiera acostado y también la maquillaba dependiendo de cómo se levantaba. Unos días menos, otros días más, pero siempre con los labios color naranja y los ojos pintados de verde.
Era una mujer bastante vanidosa, con los mejores bolsos, maquillaje, zapatos y perfumes. Su mayor debilidad eran los zapatos y los perfumes, y sus favoritos eran los tacones. No podía vivir sin ellos, cuando no los tenía puestos andaba empinada, ya no podía sentar el pie. No le gustaban sus pies y siempre sufría mucho con su pelo, hasta que se lo dejó definitivamente crespo.
Yo viajaba con ella y casi siempre nos quedábamos en el mismo cuarto. Ella decía que conmigo se sentía bien, además decía que dormir conmigo era delicioso porque yo no roncaba.
Todas las noches leía, se leía mínimo tres libros al mes. También veía películas. Ella leía de todo pero lo que más le gustaban eran las biografías y en cuanto a películas les gustaban esas viejitas como Un tranvía llamado deseo o Casablanca. Y yo me quedé con esa costumbre.
Para mí las experiencias con Fanny fueron inolvidables y doy gracias a dios por haber tenido la fortuna de conocerla. Muchos hubieran querido estar con ella tanto rato. Si estuviera aquí, ahora, le diría que si le dan permiso allá arriba para volver, así sea un mes, que acá nos hace mucha falta.
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