Es imposible no terminar embelesado en el teléfono cuando a kilómetros de distancia se encuentra Amalia Andrade, una literata que ha sabido enamorar al público con sinceridad y cultura pop.
No hablamos mucho, aunque tampoco fue una conversación corta, tan solo fue lo necesario, y los minutos fueron suficientes para ahondar en su vida, sus gustos, pero sobre todo, en quienes la han inspirado y la han hecho la mujer que es en la actualidad. Y es que si detrás de todo hombre hay una gran mujer, detrás de cada mujer hay un batallón de damas para destacar. La historia de Amalia Andrade no es la excepción.
Su historia comienza en casa, más exactamente en Cali, en medio de libros, los grandes amores de su vida y helado.
“Con mi mamá y mi tía, que fue con quienes crecí, teníamos un ritual bien particular: ir todos los domingos a la Librería Nacional de Cali, que también es un restaurante. Entonces íbamos, comprábamos un libro y comíamos un helado”.
Estas mujeres, que Amalia define como increíblemente fuertes, pero al mismo tiempo amorosas, trabajadoras y honestas, vieron en la caleña un don para la escritura, y fueron las primeras en impulsarlo. Por ejemplo, le regalaron cuadernos y los fines de semana le pedían que dibujara o escribiera un cuento.
“Me enseñaron que yo era dueña de mis actos y que yo podía alcanzar cualquier objetivo que me propusiera si trabajaba por ello”, me contó Amalia mientras una sensación de nostalgia, pero de la rica, invadía mi espacio, y de seguro, también el de ella.
La madre de Amalia se convirtió en su gran cómplice, y al mismo tiempo, en sus ojos y oídos, pues le leyó cada noche por varios años y hasta que ella estuvo lo suficientemente grande para hacerlo por sí misma.
“No hay que traicionarse a uno mismo por darle gusto a una industria o a otros. Hay que hacer lo que está en nuestro corazón así suene muy cursi”, Amalia Andrade.
La escritora recuerda de todos esos años unas vacaciones en Capurganá, cuando acostadas en una hamaca, le leyó Relato de un naufrago. “Sin duda eso generó un vinculo más fuerte entre las dos y por supuesto, con la literatura”.
Amalia destaca de su infancia y adolescencia la televisión y el crecer viendo programas que tenían mujeres como protagonistas, y que además, querían ser escritoras. Es entonces cuando también empieza su fascinación por la cultura pop, esa que se siente en cada palabra que ha escrito.
“Me gustaba mucho Daria en MTV cuando ya era adolescente. Daria quería estudiar literatura y ser escritora. También recuerdo con cariño una comedia romántica que puede no parecer tener fondo, pero que para mí sí. Se llama Jamás besada. Y es que la protagonista, interpretada por Drew Barrymore, ¡era una periodista y escritora!
En la vida de Amalia hasta Shakira tiene un papel importante, y no teme confesarlo. Pies descalzos fue uno de sus primeros casetes, pues en ella veía una joven colombiana que estaba triunfando en el extranjero, y que independientemente de los gustos musicales, estaba trabajando duro para lograrlo.
Justamente, esa sinceridad también ha hecho que esta escritora colombiana se cuele fácilmente en el corazón de personas con diversas personalidades, orígenes y generaciones.
“A mí no me gusta ese cuento mentiroso que el escritor es un genio. Yo fui una niña y leí literatura para niños, y de adolescente leí libros para jóvenes. No soy como otros escritores, que verdad o mentira, dicen que a los 13 sabían todo de Homero”.
¡Y aquí viene el clímax!
Sin embargo, el momento cumbre, el clímax de esta historia llena de televisión, música, libros, y por supuesto… helado, llega en el instante en el que Amalia Andrade toma entre sus manos Mujercitas de Louisa May Alcott, y conoce a su protagonista, Josephine, una escritora. Es ahí cuando decide que será, a toda costa, una literata.
Amalia es una fanática y obsesiva compulsiva por este libro.
“De hecho, viajo por el mundo y colecciono ediciones de ese libro. Cada vez que encuentro una edición diferente trato de comprarlo. Tengo ediciones de lujo, ilustradas, novelas gráficas y en otros idiomas”, confiesa.
En medio de nuestra conversación también me cuenta que Nicole Krauss, María Luisa Bombal, una de las precursoras del realismo fantástico, y Clarice Lispector, son otras de esas escritoras que no pueden faltar en su casa, en un viaje o en un hotel, porque mueven todas sus fibras.
Al igual que en su infancia y adolescencia, las series, programas de televisión y películas, siguen siendo dos factores claves en la vida de Amalia. Una de ellas es la reconocida Orange is the New Black.
“En Hollywood, donde aún se piensa mucho que las historias de mujeres no son importantes, esta serie, tiene un elenco que es un 95 % mujeres y un 5 % hombres. ¡Eso es algo que jamás se había visto! Además, cada uno de los personajes tiene una línea narrativa fuerte y que toca muchos aspectos de una manera muy inteligente. Desde la raza, pasando por el género, hasta llegar a las identidades sexuales”.
A Amalia la han tildado de ser poco profunda por mostrarse amante de la cultura pop, pero ella ha sabido mantenerse ajena a eso, siendo siempre honesta consigo misma.
Se lo enseñaron su madre y su tía, y más adelante lo intensificó gracias a Daria, Louisa May Alcott, Josephine y todas las mujeres que han pasado por su vida: la base del éxito es no traicionarse a sí mismo.
“Hace poco veía una entrevista con Gianni Versace quien en medio de un debate sobre la moda y lo frívolo, aseguraba que para ser superficial hay que ser increíblemente profundo. Creo que eso explica todo”.
Amalia ha creado las ilustraciones de sus dos libros: Uno siempre cambia al amor de su vida (por otro amor o por otra vida), y Cosas que piensas cuando te muerdes las uñas.
Lo más curioso es que no sabe dibujar, ni tampoco ha tomado clases para eso, pero la verdad es que tampoco siente la necesidad, porque eso hace parte de su filosofía de vida: la honestidad.
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