El cantante, siempre preocupado por los temas sociales y la política, nos habla sobre la peculiar forma en que se inspiró para su regreso con 57th & 9th, un disco grabado con amigos en Nueva York y con toques de rock and roll como hace años no lo hacía.
Llego temprano a CherryTree Music, en Beverly Hills. En una sala me hacen escuchar el último trabajo del cantante inglés, 57th & 9th. Mientras lo hago, entra en la habitación y me saluda con una amplia sonrisa, algo que me tranquiliza, al fin y al cabo no se entrevista todos los día a una leyenda de la música como Sting y no se puede evitar estar un poco nerviosa. Cuando acabo, me dirijo a otra habitación donde me espera tomándose un té. Se levanta, me da la mano y comenzamos nuestra charla. Lleva jeans y una camiseta negra bastante ajustada que muestra bien su musculatura. Sin duda el yoga y una alimentación en su mayoría vegetariana le están dando buenos resultados a sus 64 años. Habla pausado, vocalizando cada una de las sílabas que pronuncia y se toma su tiempo para elaborar las respuestas.
En su disco vuelve al rock y a la guitarra, en tiempos en los que los sonidos electrónicos están en el top de los listados, ¿qué lo hizo tomar ese rumbo?
(Risas) Parte intrínseca de la vida de un músico es crear el factor sorpresa. Tanto por los instrumentos como por lo que dicen sus canciones. Por ejemplo, en los últimos años he hecho discos que tenían un toque más esotérico, sencillamente por el hecho de que esa temática me llamaba la atención y tenía curiosidad por aprender cosas nuevas.
Quizás la gente asume que voy a seguir haciendo lo mismo, lo cual puede o no gustar. Pero tenía claro que para este disco quería hacer algo que la gente no estuviera esperando. Sin duda, también los podría haber sorprendido con un disco de música electrónica (risas). Este disco fue muy espontáneo, grabado muy rápido y hecho con amigos. Todos los días iba al estudio en Nueva York, me reunía con mis compañeros y nos poníamos manos a la obra. Al llegar a casa intentaba darle más forma a lo que habíamos hecho, encontrar una historia y convertirla en canción. Para mí la experiencia ha sido pasarla bien.
¿Le resulta fácil encontrar la inspiración cuando se pone a grabar un disco?
Es muy difícil. La primera canción se llama I Can’t Stop Thinking About You, es acerca de la obsesión. Realmente trata de un escritor que se sienta en frente de una hoja en blanco que parece un campo nevado. Tu trabajo como escritor es escribir algo, escarbar para encontrar algo, una musa, una idea, algo, al fin y al cabo, que te inspire. Ese es el dilema de cualquier escritor, poder encontrar esa inspiración. La música para mí fluye mucho más rápido y me sale de manera más natural, pero la inspiración para escribir la letra de la canción proviene de un lugar mucho más misterioso que realmente no entiendo, pero sé que si tengo paciencia y disciplina vendrá.
En cierta forma quiero encontrarme en una situación un tanto incómoda porque mi vida, como te puedes imaginar, es muy privilegiada. Donde vivo en Nueva York tengo una terraza, durante el invierno, cuando hacía un frío tremendo, por debajo de cero grados, salía con mi papel, mi pluma y música y no entraba en la casa hasta que acababa la canción. Es una manera de inspirarme y forzarme a escribir. Hice esto durante muchos días. Pasé un frío tremendo y por eso mi primera canción hace referencia a eso.
¿Hacia dónde cree que se dirige la música en la actualidad y qué cambios ha visto desde que comenzó?
Es una pregunta muy difícil de contestar. Sinceramente no tengo la menor idea. Ni siquiera sé a dónde se va a encaminar la mía en un futuro (risas).
¿Tiene una relación de amor con la música o es más amor/odio?
Es sin duda una obsesión. En ocasiones puede ser una maldición. Un músico tiene que analizar música. Si la oyes en un ascensor o en un supermercado y no te gusta no puedes desconectarte, estás constantemente analizándolo. Por eso valoro mucho el silencio y poderme concentrar en lo que hago. No sé si viste el artículo que se escribió sobre un escáner de mi cerebro que hicieron en la universidad de Montreal. Primero que todo encontraron un cerebro, lo cual es estupendo (risas). Básicamente ponían diferente música, alguna que me gustaba y otra que no. La conclusión fue que los músicos escuchamos con más partes del cerebro que las demás personas. Por lo que estamos malditos y bendecidos al mismo tiempo.
¿Cuál sería su canción favorita de este nuevo trabajo, si es que tiene una?
Si tenemos en cuenta el factor sorpresa, la más diferente es Petrol Head porque es muy rock and roll. Pienso que a la gente le va a sorprender. Por otro lado, hay otra que considero muy sensible, que es Heading South on the Great North Road, que trata un poco de dónde vengo y por qué me fui en busca de una vida mejor.
En este sentido está relacionada con otra canción llamada Inshallah, que, guardando las distancias, trata también de gente buscando una vida mejor, de los refugiados. Pienso que todos, en cierto modo, somos refugiados, no al nivel de la gente de Siria, obviamente, porque ellos están en peligro inminente, pero sí en el sentido que da igual donde vivas, tus antepasados siempre han venido de otro lugar. Tenemos que tener esto muy presente. La corriente de refugiados puede cambiar en el futuro, a lo mejor somos nosotros los que tenemos que buscar refugio y esperamos que nos acepten, no que nos pongan trabas.
No estoy intentando con esto dar ningún tipo de solución política, pero es algo que se tiene que tratar con delicadeza y no como algo abstracto que no nos afecta. Tenemos que pensar en una cara, una familia, no solo en números. No tengo la respuesta, pero tenemos que resolverlo porque no va a desaparecer. Los motivos de las migraciones ahora son principalmente la guerra y a la pobreza, pero pronto también el cambio climático afectará, por lo que es importante ponerse manos a la obra y entre todos intentar solucionarlo.