Los cambios que vienen en el fútbol tras la muerte de la Superliga
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El sismo ocurrió y por supuesto dejará secuelas. La Superliga estremeció los cimientos del fútbol mundial, pero en apenas 48 horas murió. Con la salida de los equipos italianos, sumados al Atlético Madrid, solo los gigantes españoles Real Madrid y Barcelona quedaron en el selecto grupo, admitiendo la derrota de Florentino Pérez, presidente, y sus aliados.
Pero, ¿y ahora qué? Existe un halo en el ambiente que sugiere que ganó la UEFA, pero nada más lejos de la realidad. Aunque les salió mal la emancipación, los gigantes advirtieron que algo en el sistema no funciona y se debe corregir de inmediato.
Florentino Pérez deslizó en entrevista con Josep Pedrerol, en El Chiringuito de Jugones, que los clubes están arruinados. Sin embargo, en diciembre había presentado balance ante los socios merengues con superávit, pese a estar en un año de pandemia. Lo que dejó claro que el asunto era ganar más dinero, no salvarse de la ruina.
Por eso, la UEFA reaccionó de inmediato y para atajar la Superliga, contactó con un fondo de inversión británico que le inyectará de 4.500 a 7.000 millones de euros a las competencias continentales, a repartir entre los clubes. Este último punto es clave. Los equipos, con la Asociación Europea de Clubes (ECA) como representante, no quieren que la UEFA se lleve gran parte de la torta que ellos generan.
Sin embargo, UEFA sabe que el dinero que a ellos les corresponde ayuda a desarrollar el fútbol base, lo mismo que las categorías infantiles y otras ramas del deporte más hermoso del mundo. Por eso, su solución fue anunciar mayor flexibilidad en el Fair Play financiero, lo que permitirá a los equipos recibir más inyección de capital en cuanto a patrocinio.
Esta medida ha sido criticada por los clubes tradicionales que creen que favorece al Manchester City y PSG, clubes con un músculo financiero detrás por parte de países como Emiratos Árabes Unidos y Catar.
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Otro punto que clamaba la Superliga es la realización de partidos más atractivos para recaudar más. La solución que anunció la UEFA, elaborada durante dos años con la ECA, es la nueva Champions League. En ella, aunque sean 36 equipos los que actúen en la fase de grupos, más que los actuales 32, los partidos serán mucho más atractivos desde el inicio.
Esto lo garantiza el modelo suizo de competencias. Los equipos, entre más partidos ganen y puntos acumulen, más se enfrentarán entre sí, sin repetir juegos. El sistema es parecido al que presentó la Superliga, pero con una diferencia que fue la que generó la repulsión mundial: es abierta, no excluyente.
No obstante, jugar entre los mejores no es suficiente. Los clubes reclaman que el recaudo de esos juegos de excepción vaya a parar a sus arcas y no a la UEFA. A día de hoy, el máximo ente rector se queda con el 70% de los ingresos en una final de Champions, por ejemplo; el 30% restante va a parar a los equipos finalistas, algo que tras el terremoto de los últimos días debe cambiar.
Los futbolistas claman algo que atenta contra el negocio
La otra pata de esta historia, no menos importante sino más, son los futbolistas. El rechazo generado a la Superliga por parte de ellos frenó el proyecto elitista. En río revuelto ellos quieren pescar algo, pero ese pez es muy gordo.
El sueño de los jugadores es disputar menos encuentros para que su físico se resguarde y la calidad en cancha suba. Ronald Koeman lo evidenció en rueda de prensa, acusando a UEFA de solo escucharlos cuando le conviene y uniéndose así a las palabras de Pep Guardiola.
“Estoy de acuerdo con Guardiola en cuanto a todos los partidos que tienen que jugar los futbolistas durante una temporada. Son demasiados. Los organismos del fútbol tienen que escuchar más a los futbolistas y escucharlos. Lo que más le importa a la UEFA es el dinero, y esto no puede ser”, manifestó el DT culé.
Sin embargo, el exceso de partidos se debe a un solo motivo: dinero. De hecho, la Superliga garantizaba doce partidos más por temporada de los que hoy tiene la Champions. Por eso, es poco factible que los jugadores sean escuchados.
El fútbol sufrió un golpe del que tiene que aprender. Muchos son los cambios de un deporte que estuvo a punto de implosionar, pero que resistió gracias a los fanáticos, pero el negocio jamás volverá a ser igual.