Como muchos compatriotas, por estas fechas ando abandonado al placebo distractor de la Copa América. En particular después del triunfo de los dirigidos por Queiroz, inesperado, según prejuicios personales. En mi calidad de ‘pekermanista’ confeso, la salida de don José me resultó indignante. De entrada y debido a un principio de lealtad parecía difícil, pues, acoger al portugués sin algún resquemor. Pero, después de analizarlo mejor, lo razonable es agradecer eternamente al uno y abrazar con confianza el proyecto de quien llega.
Buen principio, en cualquier caso. Opacado, eso sí, por las pendencias de algunos miembros de la delegación nacional presente en el estadio durante el cotejo entre gauchos y muiscas. Ya las autoridades ‘brasileiras’ han expulsado a cuatro colombianos, menores de edad, de su territorio por darse “de trompadas”. Todos con antecedentes policiales, al parecer. ¡Nuestra gente haciendo patria! De cualquier manera, contemplar a esta ‘mayúscula América’ unida por la pasión del deporte ofrece un escape a estos días tan tormentosos. Suena demagógico, sí, pero conmueve.
La empatía internacional renace y todo son ‘americadas’. Preocupa, por ejemplo, Venezuela, a cuyas recientes desdichas debe sumarse el reclutamiento a Francisco Maturana. De seguro el quibdoano dejará todavía más diezmada la economía del hermano país al reclamar la indemnización resultante de su futuro despido “con justa causa” de la selección ‘chama’. Algo que por regla ha venido ocurriéndoles a todos los equipos con los que el odontólogo se ha vinculado durante el presente siglo. En cuanto al Bolillo… mejor no incurrir en obviedades.
Con respecto a lo ‘meta-futbolístico’, para sonar sofisticados, imposible soslayar las transmisiones en radio y televisión. Al respecto hay cosas por celebrar y otras que entristecen. Grato, de entrada, librarnos por algunas semanas de la dictadura del “consumo de uña”, pieza cumbre de la ordinariez poética nacional, y oír voces diferentes, cualesquiera que estas sean. Ahora… lamentable comprobar, por otro lado, que en cuestiones de pauta para este tipo de certámenes todo se reduce a apuestas, rushbet.com y propagandas institucionales financiadas con fondos públicos de administraciones “impopulares, pero eficientes”. ¡Cómo extraño aquellos tiempos ingenuos de harina de trigo Haz de Oros, del tiro de esquina tarjeta débito Conavi, del “Dios es colombiano” y de los 15 minutos Viniltex de Pintuco!
Resulta extraño decirlo, pero asimismo añoro los días no tan lejanos de Iván Mejía al frente de La Polémica, en la misma forma como anhelo los de Juan Manuel Santos al frente de Colombia. Y a mi manera quisiera también extrañar a Carlos Antonio Vélez y a Fernando ‘Miembro’ destilando toxinas ante la sola mención de Néstor José, pero no puedo, porque por desgracia siguen haciéndolo, obsesos. Y padezco los optimismos excesivos, los revanchismos, aquellas costumbres tan odiosas y tan adheridas a la identidad nacional.
Pienso entonces en cómo nuestra vida misma se mide en términos de ciclos. Unas elecciones presidenciales, unas para alcalde, un campeonato mundial, una copa continental, una ilusión transitoria que casi por regla suele diluirse ante la contundencia de los hechos y de los consabidos “cinco centavos pal peso”. Me cuestiono si no estaré incurriendo en aquellas frivolidades a las que sería aconsejable huirles. Siento luego, que la vida sin anestesias, distractivos y gestas deportivas en qué regodearse con tragedias y triunfos ajenos, se torna insípida e incluso insufrible. Hasta el otro martes.