Estamos a escasos dos días de elegir al próximo presidente de la República. La disyuntiva no es amplia, a todas luces muchos, o mejor, la mayoría de colombianos votaremos por Iván Duque este domingo. Razones hay de sobra. En primer lugar, es un hombre joven y bien preparado para gobernar al país, le caben en su agenda todos los problemas que afronta la patria en este momento y cuenta con la experiencia desde muy joven en el BID, donde tuvo la oportunidad de conocer la política desde el contexto internacional, sobre todo como es tratada Colombia injustamente desde la arena diplomática, mediática y académica.
Su experiencia y juventud, conceptos que no son excluyentes entre sí, lo ponen en el bastidor sin lugar a dudas de ser no solo un excelente candidato, sino de lograr ser presidente. Será seguramente uno de los mejores presidentes que pasarán a la historia. Nadie tiene ni puede decir algo turbio de él, esto lo catapulta como un adalid de la transparencia y el combate directo a la politiquería, la corrupción y todo lo que hemos visto en los últimos ocho años.
Tenemos la oportunidad de sacar a Colombia adelante, de hacer a un lado la inseguridad que vuelve agobiar las regiones y las principales ciudades del país, de generar mayores condiciones para los nuevos jóvenes tecnólogos y profesionales, de tener más trabajo y remuneración justa y de estimular la economía rural, congelando el impuesto predial rural. Iván propone mantener algunas compañías y estimularlas con supresión tributaria, con el propósito de mejorarlas, por ejemplo, en los campos de salud y servicios públicos. El candidato Petro en estas áreas propone acabarlas sin dar muestras claras de cómo supliría ese espacio, situación que no solo abre una puerta gigante para la improvisación, sino desde luego para la corrupción, recordemos cómo fue el caos de las basuras cuando fue alcalde de Bogotá.
La posibilidad de darle un giro a la Colombia del ‘nobel’, esa que nos deja con una deuda externa pública superior al 46% del PIB, está en nuestras manos el próximo domingo. También tenemos la posibilidad de darle a Colombia un presidente menor de 45 años, con experiencia y ganas de trabajar por la patria, donde se reivindiquen los derechos de los ciudadanos honestos, donde la cultura de la legalidad sea una máxima de todos los días, donde no dé miedo salir a trotar de noche, en donde nuestros hijos puedan vivir y crecer con las mejores circunstancias en este país, donde el Estado de derecho, la Constitución Política, la propiedad privada y la economía de mercado se respeten y enarbolen.
Tenemos la gran oportunidad y responsabilidad el próximo domingo de escoger entre un sujeto como Petro, que hizo todo por desbaratar a Bogotá, y Duque, que defendió desde el Congreso la no enajenación de Isagén, como muchas causas justas. Duque no tiene ni prontuario criminal ni muertos a su espalda, por el contrario no tiene ni raja ni tacha. Duque no va a permitir que se burlen más de los colombianos desde lo social, económico, jurídico y político; su gran equipo de técnicos serán garantes de ello. Otro motivo para votar por Duque es la necesaria supresión de gastos en el Estado y la necesaria extradición de criminales que sean solicitados por otros Estados. Un gran motivo: no lo apoya el ‘nobel’, sino un gran colombiano.