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Resucitando de las cenizas: Bogotá Fashion

No es de desconocimiento que el Bogotá Fashion Week en sus versiones pasadas nos dejó un sinsabor en la organización, en la locación y en la curaduría. Cuando la Cámara de Comercio de Bogotá (CCB) se abanderó el año pasado de sacar adelante la plataforma Bogotá Fashion Week, cuyos inicios se dieron con evidentes tropiezos, la industria de la moda avivó su fe de que la capital colombiana tendría una plataforma de alta competitividad en el eje económico más importante del país. Sin embargo, su primera edición con la CCB fue un golpe amargo.

La reciente edición se celebró durante la semana del 24 al 27 de abril en el Centro de Convenciones Ágora, uno de los espacios más grandes de América Latina para hacer eventos. La amplitud del imponente Ágora garantizó que nadie se estuviera tropezando por entrar a las pasarelas, a diferencia de los intrincados laberintos que nos ofreció la edición pasada. Este lugar fue destinado para recibir la ráfaga de fashionistas, diseñadores, influenciadores y asistentes a las pasarelas que contaron con diseñadores nacionales destacables como Isabel Henao, Faride Ramos y Mulierr, entre otros. Pero entre tanta selfie y ajetreo, fue evidente notar que algunas filas se destacaban por la ausencia de invitados. No sabemos si el escepticismo al cliché de las palabras ‘nueva’ y ‘mejorada’ por parte de las personas que han tenido tragos amargos con las anteriores versiones de esta plataforma fue lo que ocasionó tantas sillas vacías o si realmente las dimensiones titánicas del Ágora lo hacían ver vacío.

La organización es algo que siempre será un punto álgido en cualquier plataforma de moda en Colombia. De todos los innumerables momentos caóticos que se desenlazan en la organización, encontramos la famosa “guerra” –yo la llamaría el reality de la moda– prensa versus celebridades. Sí, esa “guerra” de que la prensa especializada debería estar por encima de las celebridades e influenciadores, que a su vez tienen más alcance que la misma prensa. Agreguémosle a esto que en el Bogotá Fashion Week 2018 hay un tercer participante en esta “disputa”: los funcionarios de la Cámara de Comercio. Sí, prensa versus celebridades versus funcionarios de la CCB. ¿Quién debería ocupar las anheladas sillas de primera fila?: ¿los especialistas en moda?, ¿los que tienen miles de seguidores?, ¿los que patrocinan? De lo que observé les puedo decir que esta semana de la moda logró superarse con respecto a sus versiones pasadas en su puntualidad al iniciar las pasarelas, distribución equitativa y cordialidad con los invitados sin importar quienes fuesen. Eso quiere decir que alguien está aprendiendo de los errores.

Finalmente, a diferencia del Market Experience y las conferencias enriquecedoras que se ofrecieron en esta semana de la moda, la parrilla de diseñadores es algo que, en mi opinión, es donde más deberían trabajar. Ver a casi todos los diseñadores de las versiones pasadas es desmotivante, no porque estos diseñadores no sean capaces de dar a luz colecciones memorables, sino porque no hay dinamismo entre pasarelas, entre colecciones. No me malinterpreten. La puesta en escena de Mulierr, la pasarela de Hebrante, los hombres de Faride Ramos fueron momentos que se destacaron. Pero necesitamos ese componente que tiene la nueva generación de diseñadores, que se salen del molde para crear piezas que se quedan en la cabeza como canción vieja de reguetón.

La forma como uno debe comparar las plataformas de moda en Colombia no debe ser entre ellas, sino con su versión anterior, y en este caso, el Bogotá Fashion Week 2018 da grandes esperanzas de que fue pensada para mantenerse a largo plazo. Como todo, hay muchas cosas por mejorar, pero esta sin duda ha sido su mejor versión y puedo asegurar que en versiones venideras las sillas vacías serán algo que anhelaremos.

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