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#TodosSomosInfashion

La preocupación de los medios y directores de la industria de la moda sobre la supervivencia de las revistas está en crecimiento a la luz del gigante digital. Infashion, revista de moda nacional, cuna de grandes fotógrafos, productores, maquilladores, estilistas, periodistas y voces de la industria que hoy en día son reconocidos nacional e internacionalmente, cierra sus puertas dejando un gran sinsabor entre quienes profesamos admiración a la trayectoria e impacto de la revista en la moda nacional. Este periodo de transición, esta primera oleada de la era digital, ha generado cambios monumentales que han afectado a los primeros flancos de la industria, las publicaciones impresas, y con ella una incertidumbre sobre la extinción de las revistas de moda. 

Mirar la portada de revistas como Vogue y encontrar que las personas que debutan en sus primeras planas son filtradas por el número de seguidores –la generación del “me gusta”– en redes sociales, nos habla del cambio en el comportamiento del consumidor de moda. Un nuevo individuo que busca proximidad con un contenido más auténtico, con el cual sea capaz de interactuar y que incluso se adapte a sus momentáneas necesidades. Los números demuestran que el crecimiento de este nuevo consumidor es inversamente proporcional al número de revistas en las librerías; sin embargo, las que se mantienen han tenido un proceso de adaptación lento –y cauteloso– hacia el nuevo hábito de consumo digital que no solo se limita al panorama nacional. Por ejemplo, Vogue Italia abrió sus redes en Facebook en 2010, seis años después del nacimiento de la red social. 

No solo los hábitos de la sociedad consumista han cambiado, sino también el modelo de negocio de las revistas impresas. Uno de los ingresos principales de las revistas de moda provienen de las pautas publicitarias. Sin embargo, las grandes marcas han modificado sus estrategias de mercado estableciendo lazos más cercanos con influenciadores digitales y blogueros, mientras las marcas que inician en el negocio no invierten en pautar en impreso. Una disminución en las pautas a cambio de un aumento en el número y cercanía con su audiencia es una transformación que tiene que ser vista bajo el potencial de proyección de una revista para el futuro y no ser aislado en el tiempo como una pérdida económica. Se trata, entonces, de cómo monetizar la migración de la audiencia hacia las plataformas digitales –un desafío en el cual se encuentran muchas empresas del sector de la moda– y entender que la coexistencia con el medio digital es inminente para la supervivencia de las revistas de moda.  

“La poca adaptabilidad por parte de las directivas a lo digital, el miedo a monetizar las publicaciones digitales y un declive económico en el país pueden hacen parte de que revistas como Infashion cierren”, menciona Marcela Estrada, directora de esta revista. Eliminar del mercado colombiano una revista de moda es perjudicial, sin lugar a dudas. Por un lado porque la competencia es ley importante dentro del mercadeo básico y por otro, porque dentro de un marco de grandes cambios necesitamos volumen en aportes para crear más criterio y, finalmente, cultura moda en Colombia. “Que las revistas de moda se están muriendo en el momento en el cual Colombia está presenciando un crecimiento de moda es lamentable”, dice Marcela Estrada.  

Estas publicaciones no van extinguirse completamente sino que trascenderán, cambiarán, a satisfacer al público que está ahondando en las redes sociales y los aparatos tecnológicos. “Las revistas (de moda) se van a convertir cada vez en un producto de nicho y es a este al que hay que apostarle. En este momento hay que diversificarse y adaptarse o morir”, finaliza Estrada.  

Infashion, al igual que varias revistas en Colombia, empezó su cruzada en la punta del iceberg digital un par de años atrás y hoy es el turno de retirarse del mercado dejando un grupo de grandes profesionales y personas que seguirán transformando la industria desde sus computadores, celulares o tablets. Sin embargo, lo digital nunca podrá replicar la experiencia sensorial –lo tangible– de una editorial de moda en papel impreso, así como nadie podrá entender el valor que tiene mi primera publicación en Infashion, el orgullo de saber que la tengo colgada detrás de mi escritorio y que podré volver a ella una y otra vez. Es como los diplomas; te enorgullecen. Y estoy seguro de que es dicha ‘tangibilidad’ la razón por la cual, en el futuro, las revistas impresas resurgirán entre la plétora de información digital inmaterial y efímera.

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