«Siento un poco de tranquilidad en mi espíritu porque han encontrado los restos de mi hijo (…). Yo pienso que mi familia ha encontrado un poco de reposo en su espíritu y en su alma en saber que su pariente ahora está con nosotros», dijo Héctor Jaime Beltrán Parra antes de recibir los restos de su vástago.
En la ceremonia, celebrada en el patio interior del Palacio de Justicia, funcionarios del Cuerpo Técnico de Investigación de la Fiscalía entregaron el cuerpo de Beltrán a sus padres, esposa, cuatro hijas y un grupo de nietos.
Precisamente este lunes 18 de septiembre, el mesero de la cafetería del Palacio de Justicia cumpliría 60 años.
Esos restos que recibieron los Beltrán Fuentes habían sido identificados hace 31 años como los del magistrado auxiliar Julio César Andrade, cuyos familiares pidieron hace un año y medio a la Fiscalía que exhumaran el cuerpo para confirmar que era él y hoy acompañaron el rito de entrega.
En ese proceso, el pasado 2 de junio el Instituto Colombiano de Medicina Legal confirmó que los restos no eran de Andrade sino de Beltrán.
«Realmente yo me pongo en el sitio de una familia que durante tantos años veló, oró y quiso a una osamenta que no le pertenecía en lo absoluto. Lo velaron, lo quisieron y lo amaron como me lo han dicho y yo reconozco eso. Reconozco también el sufrimiento de esta familia porque su verdadero familiar no aparece», añadió Beltrán.
Por su parte, la esposa de Beltrán Fuentes, María del Pilar Navarrete, aseguró que fueron 31 años dolorosos en los que dejó «todo de lado» y su «motivo de vida» fue la búsqueda de los restos su marido.
«En estos 31 años siento que he vivido de todo en este caminar, lleno de intimidad y obstáculos, pero hoy siento un poco de tranquilidad al tener por fin algunos de los restos de Jimmy (como le decían a Héctor Jaime) y un profundo agradecimiento con la familia del magistrado auxiliar Andrade», afirmó.
Señaló además que la familia del magistrado se sumió en un «dolor inmenso», pero prometió que los acompañará «hasta encontrar la verdad».
En el acto, las hijas de Beltrán prendieron nueve velas que decían «Sin Olvido» y los demás asistentes dejaron un mensaje de aliento a la familia en una pancarta blanca que estaba ubicada debajo del altar donde reposaban sus restos antes de ser entregados.
Al final, el cofre con los restos fue trasladado al Colegio Mayor San Bartolomé, donde los inhumaron.
La toma del Palacio de Justicia, ubicado en pleno centro de la capital colombiana, comenzó el 6 de noviembre de 1985, cuando un comando de 35 guerrilleros del Movimiento 19 de abril (M-19) irrumpió en el edificio y tomó como rehenes a cerca de 300 personas.
Un día después, el Ejército retomó a sangre y fuego el recinto, que albergaba la Corte Suprema de Justicia y el Consejo de Estado, en una operación que dejó 94 muertos, entre ellos once magistrados de la corte, decenas de heridos y once desaparecidos, en su mayoría empleados de la cafetería y visitantes.
En noviembre de 2014, la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CorteIDH) condenó al Estado colombiano por los desaparecidos del Palacio y le ordenó pedir perdón, una sentencia que el presidente Juan Manuel Santos cumplió el 6 de noviembre de 2015 al cumplirse 30 años de la toma guerrillera.
La Fiscalía ha encontrado los cuerpos de cuatro trabajadores de la cafetería desaparecidos: Beltrán, Cristina del Pilar Guarín, Luz Mary Portela y Bernardo Beltrán.