El Palacio de Buckingham anunció -tras horas de especulaciones después de que la Casa Real convocara una reunión de emergencia sin especificar el motivo- la retirada del príncipe Felipe de la vida pública.
El duque, que el próximo 10 de junio cumplirá 96 años, goza de relativamente buena salud y ayer mismo inauguraba unas instalaciones en el club de críquet de Lord’s en Londres.
Desde 1952, el esposo de la Reina ha acudido a un total de 22.191 actos y continuará con sus compromisos oficiales adquiridos hasta finales del mes de agosto, tras lo cual ya no aceptará invitaciones, aunque «puede ser» que en el futuro asista a eventos públicos de su elección.
El duque de Edimburgo es patrón, presidente o miembro de más de 780 organizaciones, con las cuales «seguirá estando asociado», aunque no desempeñará «un papel activo».
La nota señala que ha sido él mismo quien ha tomado esta decisión, con el pleno apoyo de la monarca, que en abril cumplió 91 años.
Por su parte, Isabel II «seguirá llevando a cabo un programa completo de actos oficiales con el apoyo de los miembros de la Familia Real».
La noticia ha provocado la reacción de todos los políticos británicos, inmersos en la campaña electoral para las elecciones generales del próximo 8 de junio.
Tanto la primera ministra, Theresa May, como el líder laborista, Jeremy Corbyn, el liberaldemócrata, Tim Farron, y el del Partido para la Independencia del Reino Unido (UKIP), Paul Nuttall, -los cuatro principales grupos que concurren a los comicios- han coincido en elogiar la labor desempeñada por el duque.
May destacó el apoyo «constante» que ha brindado a su esposa, la reina Isabel II, con la que el próximo 20 de noviembre cumplirá 70 años de matrimonio, y su «servicio al país» durante toda su vida.
En la misma línea se han pronunciado el resto de políticos, incluida la ministra principal escocesa, la nacionalista Nicola Sturgeon, y todos ellos han expresado sus «mejores deseos» para el duque de Edimburgo en su nueva etapa.
Felipe de Mountbatten, duque de Edimburgo, conde de Merioneth y barón de Greenwich es el consorte más longevo en la historia de la monarquía británica, a tono con la vitalidad de su mujer, que ha cumplido 65 años en el trono.
Desde que se casó el 20 de noviembre de 1947 con la entonces heredera al trono del Reino Unido, Felipe ha estado durante siete décadas al lado de Isabel II, y juntos han vivido grandes acontecimientos para su familia y el país.
Junto a su esposa, jefa de Estado de 17 países de la Commonwealth, vivió la coronación en Londres en 1953, los divorcios de sus hijos en el «annus horribilis» de 1992 y la muerte en 1997 de Diana de Gales -exesposa de su primogénito, Carlos-, que tuvo un impacto demoledor sobre la rígida familia real británica.
Casado con una de las mujeres más ricas y famosas del planeta, el príncipe ha cumplido su papel con más lealtad que fidelidad, según cuentan los cronistas que se hacen eco de su legendario donjuanismo así como de su carácter autoritario, debido en parte a una rígida educación militar.
Espontáneo y a menudo políticamente incorrecto, el duque de Edimburgo tiene fama de malhablado y, sobre todo, de meter la pata, situación que él ha achacado a que a veces la prensa no entiende su humor.
Nacido en 1921 en la isla griega de Corfú, el príncipe Felipe está emparentado con varias casas reales europeas, entre ellas la danesa, la griega, la noruega, los Romanov en Rusia y los propios Windsor de Inglaterra, pues es primo lejano de su esposa, a la que conoció con 18 años.
Cuando ambos se casaron, Felipe cambió de nacionalidad, de religión y de apellido (adoptó el materno de Mountbatten), al tiempo que renunció a sus derechos de sucesión en Dinamarca y Grecia.
Además de cuatro hijos, el duque de Edimburgo tiene ocho nietos y cinco bisnietos.