Cali

El jardín en el que se cultiva el futuro de jóvenes caleños

A las gemelas Marcela y Fernanda Guerrero nunca les había pasado por la cabeza dedicarse a la siembra y cuidado de plantas. El año pasado, cuando terminaron el bachillerato, sus opciones estaban puestas en alguna carrera universitaria. Sin embargo, la falta de recursos económicos para dicho fin las animó a escuchar otra opción: en el corregimiento de Pance, sur de Cali, estaba próximo a iniciar un curso de jardinería. No lo dudaron.

Historia similar fue la de Douglas García y Duván Reyes, dos muchachos que se ganaban la vida como guías en las montañas de Pance. Para ellos era una buena idea complementar sus saberes empíricos sobre la naturaleza con conceptos teóricos, pues ambos le apuntan a consolidar una empresa de guianza turística en sectores aledaños a los farallones. Se comprometieron entonces con un año de clases, talleres y prácticas.

Marcela, Fernanda, Douglas y Duván son solo algunos de los 44 jóvenes que este viernes 23 de marzo se graduarán como técnicos laborales en jardinería, título que certifica el Sena. Recibieron más de 1400 horas de formación entre febrero y diciembre del 2017 y se convertirán en la primera cohorte de la Escuela Taller de Cali, un proyecto de formación para el trabajo liderado por el Ministerio de Cultura que acoge a jóvenes vulnerables entre los 18 y 30 años de edad.

Así, en este primer grupo de graduandos hay personas víctimas de la violencia, desmovilizados, menores infractores, jóvenes del ICBF que no tuvieron ningún adoptante y otros ciudadanos con vulnerabilidad económica. Y el nuevo grupo de 30 personas que inició clases a mediados de enero es aún más diverso: indígenas, bachilleres con formación en agricultura, jóvenes con discapacidades cognitivas y otros perfiles que enriquecen las aulas.


En la Escuela Taller de Cali, los jóvenes ven clases de lunes a viernes a partir de las 8:00 a.m. El estudio, la alimentación y el transporte son subsidiados por el Estado.


Actualmente, la Red de Escuelas Taller del Ministerio de Cultura tiene 10 sedes en el país. La más antigua es la de Cartagena, que completa 25 años, y la más nueva es la de Cali, que inició funciones hace poco más de un año. En el suroccidente colombiano hay escuelas en Popayán, en Buenaventura y en Nariño, donde el énfasis de formación obedece a la riqueza y a las actividades propias de la región en aras de la conservación del patrimonio cultural.

La diversidad en las aulas por las condiciones propias de cada estudiante genera que el proceso formativo se enriquezca. Por otro lado, también hace que trabajar con ellos no sea una tarea fácil y deba tenerse, transversal a todo el ciclo de educación, un plan para mantener la paz y fomentar la sana convivencia. Julián Arteaga, sociólogo y director de la Escuela Taller de Cali, asegura que ha habido un compromiso de sensibilización por parte de estudiantes y docentes.

“Estos muchachos son un reto porque vienen de realidades muy distintas. Algunos tienen comportamientos agresivos con nosotros. Lo primero que intentamos es que entiendan que hay unas normas de trabajo y que deben cumplirlas. De la Escuela Taller salen muy cambiados en lo personal y hasta en lo físico: del primer grupo hay varios que terminaron gorditos porque les damos todos los días el almuerzo y dos refrigerios”, cuenta Arteaga.

Mujeres, carentes de oportunidades de empleo

De los 44 jóvenes que terminaron su ciclo formativo en diciembre y que pronto recibirán el título oficial, 18 ya están empleados. Sin embargo, ha surgido una dificultad para las mujeres del grupo: los posibles empleadores las rechazan bajo el argumento de que necesitan hombres que desempeñen las labores de jardinería, quizá sin tener en cuenta que hay funciones para las que incluso ellas tienen más habilidades.

“Hacemos un llamado urgente a la sociedad caleña para que genere espacios de empleabilidad más equitativos. Se nos ha dificultado que las mujeres se empleen como jardineras a pesar de que hicimos un esfuerzo muy grande para formarlas. Tenemos personal cualificado para todo el sector empresarial y también ofrecemos servicios de jardinería a clientes particulares, diseño de jardines y demás servicios que se requieran”, dice Julián.

En la Escuela Taller, los estudiantes adquieren los conocimientos básicos en jardinería que incluyen el uso de herramientas, dosificaciones, medidas, siembra y poda. Entre los ocho profesores y el personal de apoyo hay arquitectos, paisajistas, agrónomos, jardineros, biólogos e ingenieros agrícolas y agroforestales. Además, se logró una alianza con la Asociación Vallecaucana de Orquídeas para construir un orquideario en las instalaciones de la escuela.

El río, fondo musical

Tal vez no existió un mejor lugar en la ciudad para ubicar la Escuela Taller de Cali que el Ecoparque Río Pance. Luego de haber estado abandonado por casi una década, la Gobernación brindó el lugar en comodato y hoy, en vez de maleza, la casa en la que funciona la escuela es un santuario de flores, mariposas, guaduas y hasta un huerto medicinal indígena que se construyó con la ayuda del cabildo Nasa asentado en Cali.

Además del orquideario que se encuentra en proceso y del que ya se pueden ver algunos avances, otros de los proyectos son construir un mariposario y adecuar una sala de sistemas y una biblioteca con libros sobre agricultura y plantas que se están gestionando en calidad de donación. Los fines de semana, quienes estén en el Ecoparque y deseen conocer la Escuela Taller podrán hacerlo libremente si se acercan a la Entrada 2.

“Todas las personas que les abran las puertas a nuestros egresados están apoyando un proceso social. Hay un beneficio directo y es que están ayudando a construir una sociedad equitativa, con oportunidades para todos”, puntualiza el director.

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