Quizás exista solo una panadería en Cali en la que vendan un pan que involucre tantos sabores: rollo relleno de maicitos, piña, jamón, dulce de guayaba, queso, maduro y otras delicias, que se puede saborear por $2500 la porción. Pero esta novedosa fórmula, bautizada ‘Pan Héroe’, no lo es solo por sus ingredientes: a cargo de prepararla cada día están jóvenes con discapacidad, que desde niños hicieron parte de la Asociación de Discapacitados del Valle y que en los últimos años se formaron en el Sena para iniciar un proyecto de emprendimiento.
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El Pan Héroe se puede conseguir en el barrio Ricardo Balcázar, en una esquina por cuyo nombre dará razón cualquier vecino de la cuadra. El negocio se llama ‘Panaderitos del héroe con capas de amor’ y es el más reciente sueño cumplido de Jeison Aristizábal, creador de Asodisvalle y merecedor del reconocimiento Héroe CNN 2016 por su labor durante 17 años con niños y jóvenes con discapacidad en la capital vallecaucana.
Para Jeison, el problema se dibujaba con claridad: niños de distintos sectores de Cali acudían a su fundación con el fin de participar en los cursos y actividades lúdicas, pero luego se hacían adultos y empezaban a sentir las consecuencias de un mercado en el que aún no logra acoplarse por completo la discapacidad. La falta de oportunidades laborales para sus chicos lo hizo pensar en un proyecto que desde hace cinco años fue fortaleciéndose en su memoria y en su fe: crear una panadería en la que pudiera emplear a los que estaban aprendiendo a fabricar alimentos. Sueños de héroes.
En la fundación, con la ayuda de un horno pizzero, los muchachos empezaron a producir pandebonos para practicar lo que les enseñaba una maestra. Luego, gracias al apoyo del Sena, varios lograron graduarse como técnicos en panificación y aprendieron labores propias de repostería que hoy les permiten realizar tortas con diferentes técnicas y estilos de decoración. El Pan Héroe, preferido por la mayoría de los clientes, fue una receta original con la que los chicos lograron crear un producto que los identificara.
Por lo pronto, 14 jóvenes están vinculados en el proyecto laboral. Los equipos de panadería llegaron gracias a la donación de una ‘madrina’ que conoció la historia de Jeison y su sueño de emplear a los jóvenes de la fundación. Y aunque durante el primer mes no recibirán más pago que un auxilio de transporte, después de ahí esperan tener un salario mínimo que les permita llevar un sustento a sus casas y darse otros cuantos gustos. Sacrificios de héroes.
En la panadería se pueden encontrar productos como pan aliñado, pan queso, pan coco y pan mariquiteño; galletas de grajeas o con dulce de guayaba; tortas de maní, coco, banano y naranja; empanadas de Cambridge, pandebonos, bueñuelos y, claro, el apetecido Pan Héroe.
La decisión de no rendirse jamás
Juan Felipe Mejía repite que su sueño es tener una panadería. Se trata de un asunto de familia: desde su tatarabuelo hasta él, pasando por abuelo, papá y hermano, se han dedicado a este oficio y él no podía romper la regla. No es cuestión de imposiciones, todo es pura pasión. A sus 20 años y con un síndrome que ataca a una de cada 20.000 personas en el mundo, este jovencito es el director del grupo de panadería y reparte su tiempo en labores de fabricación de los productos, atención al cliente, toma de pedidos y todo lo que pueda surgir en el día a día del negocio.
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Para él, Jeison es un amigo más que su jefe. “Él nos da la fuerza, la sabiduría y el entendimiento. En estos días yo estaba muy cansado porque había trabajado todo el día y llegó Jeison, me saludó, me preguntó que cómo estaba, me abrazó y en ese momento sentí que me regresó la energía para seguir trabajando”, cuenta Juan Felipe. Poderes de héroes.
Desde el barrio El Poblado II, en el extremo oriente de la ciudad, Juan Felipe iba todos los días a Asodisvalle para ocupar sus ratos libres en proyectos artísticos. Fue bailarín de danzas e hizo parte de Asodisalsa, la orquesta de la fundación, en la que fue timbalero y vocalista. Todo esto, dice, no hubiera sido posible sin el apoyo de sus padres. “Ellos siempre me dicen que siga a delante que yo puedo, que sí se puede, que no me vaya a echar para atrás”. En la panadería, uno de sus logros más recientes fue haber hecho una torta en forma de guitarra eléctrica para una quinceañera amante del rock.
Del equipo de los jóvenes dedicados a la pastelería también hace parte Ingrid Zapata, de 24 años. Chica de pocas palabras pero con muchas habilidades en sus manos, Ingrid tiene una frase que acuña a varias situaciones: “todo llega a su debido tiempo”. La usa, por ejemplo, para decir que por ahora entregan los domicilios a pie, pero que más adelante tendrán una bicicleta que les permita agilizar esta labor.
La profesora Loys Mujica, encargada de capacitarlos en repostería, quedó sorprendida luego de haber trabajado con los jóvenes de Asodisvalle. “A ellos les encantó, siempre iban más allá y no les importaba si nos teníamos que quedar más tiempo en las clases. La experiencia fue maravillosa. La idea es que haya más jóvenes que se vayan involucrando si les gusta la decoración de tortas”, cuenta la mujer.
Ahora, el anhelo de Jeison es que los caleños se den la oportunidad de apoyar el proyecto y probar los productos que hacen sus muchachos. Sobre todo las tortas, que se pueden encargar por internet y que, asegura, son deliciosas. Certezas de héroes.
Para el próximo 12 de noviembre, Asodisvalle está preparando la ‘Maratón de sueños’ para ayudar a más de 600 niños en condición de discapacidad del Distrito de Aguablanca. Con un aporte de $70.000, quienes deseen pueden apadrinar un niño y ayudarlo a llegar a la meta.