El abogado y exdiputado Sigifredo López, quien estuvo secuestrado por casi siete años después del asalto de las Farc a la Asamblea Departamental del Valle del Cauca en 2002, celebró la firma del acuerdo definitivo de paz entre el Gobierno Nacional y el grupo guerrillero.
En entrevista con PUBLIMETRO, López, víctima del conflicto que desangra al país desde hace más de cinco décadas, aseguró que los defensores del ‘no’ tienen interés de regresar al poder y que las Farc no tienen futuro como grupo político, pues serían aplastados por las maquinarias electorales tradicionales.
¿Cómo lo toma este anuncio del acuerdo definitivo de paz entre el Gobierno y las Farc en La Habana?
Esto es muy importante, era un anhelo de la sociedad colombiana lograr que las Farc dejaran de disparar contra ella. Este el primer gobierno que lo ha logrado, luego de que siete u ocho gobiernos lo intentaran. Se ha logrado la terminación del conflicto.
Lo otro es que no hay acuerdo perfecto. No obstante, por más imperfecto que sea este acuerdo, es preferible lo que salga de las conversaciones de La Habana que continuar con la guerra.
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¿Qué es lo más complejo que se viene ahora ante el plebiscito?
Creo que hay que diferenciar los intereses que están en juego. Los defensores del ‘no’, en su mayoría, no han sido víctimas y tienen un interés político muy marcado por regresar al poder. Otros por defender tierras que se verán cobijadas por el primer punto de acuerdo con las Farc, que es el Desarrollo Rural.
Lo otro es que la gran mayoría de la gente no conoce qué se ha acordado, porque solo apenas están por publicar el texto completo. Cada uno de los puntos tiene en promedio 70, 80 páginas. Y es importantísimo que la gente sepa de los acuerdos, que sepa qué va a votar y qué no, para que lo hagan no movidos por las redes sociales ni por quienes están instigando al odio porque sí, sino que lo hagan realmente porque conocen y están convencidos.
Esta campaña ha sido fortín político para muchos políticos. Pero hay que tener en cuenta que esta es una campaña muy distinta, porque no se trata de elegir un gobernador, un alcalde o un congresista, para que nos haga favores después. Aquí se trata de garantizar que las próximas generaciones vivan en un mejor país, con menos violencia de la que nos tocó vivir a nosotros. Entonces me parece que es un acto de responsabilidad histórica votar por el ‘sí’. Es solidaridad ética con las nuevas generaciones.
Me parece contundente que esa mención la haga propiamente usted, que vivió en carne propia el flagelo del secuestro y que pese a ello es uno de los que apoya este proceso de paz…
Sí, así es. La mayoría de las víctimas estamos de acuerdo con el ‘sí’ porque queremos que se termine esto y que no haya más víctimas en Colombia. Sobre todo, porque lo importante no somos nosotros sino los niños que están creciendo y que esperan que sus antecesores les dejen un buen país. De alguna manera, lo que nuestros abuelos y padres querían era eso también. Pero a nosotros nos tocó esta histórica decisión de si dejarles o no a los que vienen un país sin guerra. Creo que no debemos ser inferiores a esa responsabilidad.
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Se podría decir que usted conoció desde adentro las dos caras de la moneda: hizo parte del sector público como alcalde y diputado, pero también pasó casi siete años en poder de las Farc. ¿Qué cree que fue lo que más tuvieron que ceder ambas partes para poder negociar?
El Gobierno tuvo que conceder beneficios legales importantes a las Farc. Ya se sabe que ellos no van a pagar ni un solo día de cárcel, sino que van a tener unas penas especiales. En segundo lugar, ellos no han reparado ni van a reparar a nadie y eso le tocará al Estado, reparar a esas casi ocho millones de víctimas. Asimismo, van a tener facilidades para llegar a tener curules en el Congreso. Y pues ningún delincuente de crímenes de lesa humanidad en el mundo puede tenerlas. Pero esos son los costos de la paz.
Ahora bien, tenemos que pensar que la guerra es más costosa todavía, porque significa más muertos, más heridos, más inseguridad, más violencia, menos crecimiento de la economía. Entonces, tenemos que apostarle a la paz.
Por el lado de las Farc, inicialmente ellos querían constituyente, pero no la tendrán; querían curules directas, pero no las van a tener, sino que tendrán que ganárselas con una circunscripción especial. Ellos fundarán su partido político y harán política en la legalidad, pero hacer política acá, contra las maquinarias políticas, no es fácil.
O sea, ¿usted no le ve futuro político al partido de las Farc?
No, es que por ejemplo, dígame, ¿con qué le van a ganar las elecciones las Farc a los caciques electorales del Valle del Cauca? No tienen cómo. Y lo mismo va a suceder en todas partes del país. Así que, según lo veo, las Farc serán un movimiento político que no va a durar mucho. La gente siente que no son una opción válida, por eso no hay que tenerle miedo a que ellos participen en política. Lo que hay que pensar es que ganamos todos en el sentido de que habrá 10000, 15000 fusiles menos disparando contra la sociedad colombiana.
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Pero entonces, ¿ve posible –no hablo de viable, sino de posible— que un comandante guerrillero como ‘Iván Márquez’, ‘Jesús Santrich’ o el mismo ‘Timochenko’ puedan llegar a tener una curul en el Congreso? ¿Tienen el caudal electoral para alcanzar 40000, 50000 votos?
Sí, seguramente las van a tener. Unas pocas, quizá dos o tres en el Senado. Algunas otras en la Cámara de Representantes. Pero eso es ahora recién firmado el proceso. Después, no creo que tengan posibilidad de continuidad en la democracia, donde es tan difícil elegirse. No creo que la gente tenga ganas de votar por ellos, a eso no hay que tenerle miedo. Lo otro es que en el ejercicio legislativo van a ser una minoría. ¿Qué van a poder decidir en el Congreso? Ellos son conscientes de eso, que serán molidos por las maquinarias electorales.
Hay una imagen suya que es contundente y que tenemos los colombianos grabada en la memoria. Es la del momento en que usted, ya en libertad, se baja del helicóptero y, en medio de lágrimas, se funde en un abrazo con sus hijos; Lucas y Sergio. Es una escena que resume lo que significa la libertad y el valor de la vida, que supera la guerra. ¿Cómo es ese país que usted sueña para sus dos hijos? ¿O para los hijos de sus hijos?
Yo espero una Colombia donde los padres puedan compartir con sus hijos, ayudarlos a educar, verlos crecer y que no se vuelva a repetir lo que me tocó vivir a mí y a mi familia. La unidad familiar vale más que cualquier sacrificio. Importa muy poco que esos tipos no paguen cárcel, al fin y al cabo, tres o cinco años de cárcel se pasan volando, mire que ya los paramilitares están afuera otra vez. La oportunidad que tenemos ahora es la de liberar a Colombia de más oprobios, de más víctimas. En últimas, hay que pensar en el futuro y no en el pasado. Lo que importan son los niños que están creciendo.
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