¿Cree que las leyes, y sobre todo la Ley Rosa Elvira Cely, han sido efectivas?, ¿qué falta?
Claramente, falta la preparación de los operadores judiciales, porque ni siquiera conocen la ley 1257 y si no la conocen, no la pueden aplicar. Y es que estas son herramientas que le dan garantías a las mujeres frente a cualquier tipo de violencia.
Lo que pasa es que tenemos una barrera bien grande y es que los operadores judiciales no las conocen y además de ellos, cada institución o ente encargado de activar algún tipo de protocolo o control tampoco las conocen. Por eso seguimos enfrentando esas barreras, nos enfrentamos a la revictimización y a que nos sigan culpando. Si bien se ha iniciado esa sensibilización con los operadores públicos, no es suficiente porque no hay la capacidad y no tenemos el personal especializado, me refiero a la cantidad, en enfoque de género. Y si no hablamos de enfoque de género y si no metemos la cátedra de enfoque de género en todos los ámbitos, pues creo que aquí no va a haber nada.
La ley es importante porque nos permite utilizar esas herramientas para la investigación, para la judicialización y las condenas, pero también tiene las herramientas para prevenir y esa prevención empieza desde la educación. Creo que aquí más que hablar de cifras y casos o algo en específico, debe quedar bien claro que quienes han logrado que este tema avance un poco en el país son las organizaciones y nosotras las mujeres. En muchos espacios he dicho, e insisto, en que debemos seguir llamando al 123 porque si no presionamos, pues ellos no responden. Y lo mismo pasa si no denunciamos, porque si no lo hacemos ellos no van a responder, pero entonces hay que conocer las leyes y saber para qué nos sirven, además de tener claro que esas son herramientas que tenemos. Pero no solo hablo de mujeres, sino de hombres que quieren ayudar a las mujeres que han sido agredidas. Lo que pasa es que si no conocemos la ley es más difícil, por eso pienso que esto es de parte y parte.
Creo que sí hay avances. El hecho de tener más de una condena por feminicidio es un avance. Que algunos jueces tengan claro que una persona conocida, o que un hombre, con algún tipo de vínculo emocional, asesine a una mujer y sea reconocido como feminicidio, es un avance.
Es que si vemos, históricamente nos ha tocado ganarnos cada cosa y esos espacios se lo ganaron esas mujeres que se la jugaron toda para que hagamos más cosas y no para que nos quedemos calladas. Antes de lo de Rosa Elvira pensaba que eso le pasaba a otras mujeres y fíjese. Aquí nos enfrentamos a varias barreras, aunque hay unos caminos por recorrer y hay decisiones que como víctima se deben tomar, pero hay que orientar a quienes lo son. Este es un trabajo de todos.
¿Estamos condenados a una revictimización?
Por supuesto. Hasta muerta, mi hermana fue revictimizada. Estamos siendo revictimizados y no solo lo digo por las mujeres, sino también por los hombres. Algunos funcionarios públicos no tienen ética, lo ven desde sus propias construcciones sociales y no les interesa entender el problema, siendo garantes de los derechos; no les interesa revictimizar una y otra vez a las mujeres que están pasando por esta situación.
Pero, independientemente de eso, hay que pensar en cómo ven los funcionarios públicos a los seres humanos. Cuando me enfrenté a lo de mi hermana a todos les valió cinco y no les importó que ella hubiera llamado a decirles que la habían violado. Qué sintió esa persona al otro lado del teléfono, que sintió esa persona que la atendió en el hospital cuando vio que la violaron y la empalaron, aún me lo pregunto. Esto solo es un ejemplo de lo que nos pasa a todas.
Es que ni siquiera nos ponen atención cuando llegamos en las condiciones en las que llegó Rosa Elvira, ni siquiera en esas condiciones nos creen, entonces es fundamental hacerles ver a ellos (la institución y los funcionarios públicos) lo importante del aparato judicial y de los mismos operadores judiciales.
«Hasta muerta, mi hermana fue revictimizada. Estamos siendo revictimizados y no solo lo digo por las mujeres, sino también por los hombres»
Entonces, la institución es la que falla…
Claramente. Es que se sancionó la ley hace dos años y de los casos que conozco, porque estoy segura que son más, los fiscales no los quieren llevar por feminicidio, no quieren entender que cuando un esposo mata a su esposa, es feminicidio. La ley lo dice claro y tiene unos argumentos claros y algunos no lo quieren entender así. Si tu expareja te agrede, eso es tentativa de feminicidio y aún no lo entienden así. No tenemos cultura de prevención y hay que trabajar en eso.
¿Cree que exponer los casos en redes sociales ha hecho que le pongan más atención al tema?
Si ayuda, aunque en las redes sociales te revictimizan. Cuando veo, porque son pocas veces en las que me fijo porque me da mal genio, leo que la gente dice que es culpa de esa mujer porque salió de rumba u otra cosa. Todavía estamos juzgando y decimos muchas veces que eso le paso por algo, pero ¿por algo qué? si se supone que esa persona te ama y aún así te agrede.
Sí ayuda, aunque en las redes sociales te revictimizan. Cuando veo, porque son pocas veces en las que me fijo porque me da mal genio, leo que la gente dice que es culpa de esa mujer porque salió una u otra cosa. Todavía estamos juzgando y decimos muchas veces que eso le pasó por algo, pero por algo qué, si se supone que esa persona te ama y aún así te agrede.
Sin embargo, pienso que ese tipo de denuncias suman mucho y en el último año se han visibilizado más y han hecho que los colectivos de mujeres se organicen y apoyen a las víctimas, estén con ellas y logremos más movilizaciones. Que las instituciones no las escuchen, es porque se hacen las sordas. La vida de la mujer es importante y lograr una denuncia es muy bueno.
De verdad me alegra, no por lo que les pasa a ellas, que lo estén mostrando de otra manera y eso ayuda a que las otras, que también están viviendo en medio de la violencia, reaccionen y entiendan que son víctimas.
Muchas veces creemos que el grito, que te controlen por celular, que te digan que no te vistas de tal forma eso no es una violencia, porque lo naturalizamos y crecimos en esa cultura.
¿Cree que hubo justicia en el caso de su hermana?
No, y siempre he dicho que tener una persona detrás de las rejas no es justicia. No es justicia por varias cosas: él no está pagando una condena ejemplar que evite que esto se repita. Lo otro es que la institución está mal porque esto no empezó con mi hermana, sino que venía de atrás y el caso específico nos muestra por qué este hombre no estaba pagando una condena por la mujer que mató en 2002.
Creo que en nuestro caso no hubo, ni hay, justicia, por eso seguimos en un proceso administrativo, porque hay que sentar un precedente en nuestro país y si no lo dejan las instituciones, pues nosotras lo tenemos que dejar. A nosotras nada nos va a devolver a mi hermana y a mi sobrina, nadie le va a devolver su mamá, pero es importante lo que logremos hacer para no revictimizar y que no quede como un simple dolor, porque aquí hay una cicatriz, nadie reaccionó y siguen matando a las mujeres.
«La institución está mal porque esto no empezó con mi hermana, sino que venía de atrás y el caso específico nos muestra por qué este hombre no estaba pagando una condena por la mujer que mató en 2002»
¿Cómo fue el proceso con su sobrina cuando le contaron lo que pasó realmente con Rosa Elvira Cely?
Fue difícil porque cómo le hace entender uno a una niña de 12 años que dos compañeros del colegio de su mamá la asesinaron. Con Juliana hicimos un acompañamiento junto a una psicóloga, porque desde el primer día mi sobrina no supo todo y se enteró de una forma muy cruel: una compañera en el colegio le mostró un periódico donde salía lo de su mamá y le empezó a hacer bullying. Juliana no estaba enterada y para decirle fue un proceso muy lento, porque teníamos que encontrar la mejor manera de contarle que a su mamá la violaron y que lo que le causó la muerte fue el empalamiento. No era nada fácil.
Esta niña se nos adelantó y cuando nos dimos cuenta enfrentamos la situación y hablamos con ella de lo que había visto. Ella lloró mucho, pero desde el primer momento en el que se enteró que mi hermana muere toma una actitud tranquila, de ‘mi mamá está bien’. La fuerza y el trabajo que he venido haciendo también la fortaleció, porque no me quedé callada y ayudo a otras personas para que esto no quede en el silencio y vuelva a suceder. En ese sentido ella se convirtió en mi prioridad, luego yo, luego mi mamá y luego las demás mujeres por las que lucho para que no se repita, porque no le puede pasar a otra familia.
Juliana ahora es líder en su colegio y aunque no se muestra mucho, por cuestiones de seguridad, ella lo hace desde su espacio. Es líder en el colegio y quiere dejar una huella. Viene una etapa difícil y es que entra a la universidad, entonces son situaciones a las que nos debemos enfrentar y más teniendo en cuenta que en las universidades se ha despertado el denunciar y el querer hablar del acoso y las violaciones que se presentan en esos espacios.
Pero es que Juliana, a parte de sufrir algo tan duro, va con otra visión y no está encapsulada en una burbuja en donde no puede hacer, ni sentir nada. Ella se está empoderando para enfrentarse a lo que viene ahora y mucho de lo que ha logrado ha sido gracias a nuestra fortaleza como familia y a que yo no me quedé quieta. Eso le da fuerzas a ella para no quedarse llorando a su mamá, sino dar el ejemplo.
¿Cómo ha sido esa catarsis familiar?
Empezamos un proceso y cada una hace lo que sabe que tiene que hacer, así activamos y logramos hacer muchas cosas en los ámbitos en los que nos movemos: Juliana en su colegio, yo en mi trabajo y mi mamá, a quien admiro profundamente, es nuestro motor. Es que verla a ella, siendo tan fuerte, aguantando no solo la pérdida de Rosa Elvira, sino de mi hermano mayor, a quien mataron ocho años antes que a mi hermana, es difícil. Pero ella nos da la fuerza para seguir.
Lloro y tengo que hacerlo, porque el día que deje de sentir es porque no me importó la muerte de mi hermana y eso es importante. Lloro porque me da alegría tener la mamá que tengo y la familia que tengo, y a pesar de lo que ha pasado nos damos fortaleza para seguir luchando.
Mi hermana no solo nos dice a nosotras, sino a toda la sociedad, que despertemos porque algo está pasando. No lloro de tristeza, lloro de alegría por saber que estamos haciendo algo y porque esas cosas lo hacen a uno vivir.
«Lloro porque me da alegría tener la mamá que tengo y la familia que tengo, y a pesar de lo que ha pasado nos damos fortaleza para seguir luchando»
¿Cómo es su trabajo de empoderamiento y el que desarrolla en la Secretaría de la Mujer?
Me vinculo a la Secretaría de la Mujer en 2013 en la parte administrativa. Pero venía con el proceso de mi hermana y me di cuenta de las necesidades y vi la posibilidades de implementar cosas que sirvieran no solo gracias a mí, sino gracias al trabajo de muchas mujeres. Como trabajaba con muchas personas me daba cuenta que aquí no teníamos una línea de atención a las mujeres, por ejemplo, y empecé a quedarme a la hora del almuerzo contestando el teléfono y las que llamaban eran mujeres pidiendo ayuda. Ahí me di cuenta que no teníamos profesionales, pero como había pasado por esa situación la dirigía, pero necesitábamos que alguien las dirigiera y se creó esa necesidad.
Actualmente tenemos duplas de trabajadoras sociales y psicólogas que visitan a las mujeres que no pueden moverse, pero están siendo maltratadas. Casi siempre se logra la denuncia. También tenemos abogadas que hacen acompañamiento jurídico y tenemos la línea púrpura en donde no te revictimizan, sino que te ayudan. En este momento no solo trabajo acá, sino que ya activamos rutas fuera del país y todo esto lo estoy logrando gracias a mi hermana, porque antes no me había puesto las pilas y ahora ella es la que me dice, de cierto modo, ”pilas, este es el camino que tiene que seguir”.
¿Cómo son las charlas que da?
Desde que pasó lo de mi hermana me di cuenta que en el colegio donde ella estudiaba no querían hablar del tema, no querían hacer nada. Así empecé a dar charlas, pero casualmente allá no me han invitado a nada y solo logramos que le pusieran a la biblioteca el nombre de mi hermana, pero un trabajo como el que hago en otros lados no lo he logrado.
Conocí a Fernando González y cuando hablé con él surgió la idea del libro, le conté la historia, el la plasmó y también creamos una campaña pedagógica por todo el país que esperamos llegue a más lugares. A donde nos invitan vamos, porque sin importar los recursos, esto es algo tiene que saber todo el mundo. De alguna manera todas hemos sido violentadas, pero es así como debemos crear redes de apoyo y movilizarnos sin dejar de lado la ley y exigir nuestros derechos. Lo más importante es conocer las leyes y aunque son pocas debemos contar con ellas. Para mí saber que una mujer se va de su casa porque no quiere ser otra Rosa Elvira, es ganancia y no solo para mí, sino para todas.
¿Cómo romper el silencio?
Esto es una corresponsabilidad y si algunas empiezan por redes sociales, pues bienvenidas. Rompo el silencio cuando le cuentas a otra persona y esa personas toma la decisión de ayudarte de alguna forma, esto no es obligado y hay que entenderlo. Hay que conocer las leyes y dejar atrás estigmas como que las mujeres somos de la casa y si nos seguimos creyendo eso, pues va a quedar en la sociedad. Hay que replicar y tener redes de apoyo, ayudarnos unos a los otros. Pero este no es un trabajo de las mujeres, sino también de los hombres, pero esto no es que nos dejen la responsabilidad a nosotras, sino que ellos también se involucren para que exista esa transformación.
*Si tiene alguna denuncia sobre violencia de género o es víctima escríbame a pamela.lopez@publimetro.co tal vez lo puedo ayudar
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