Bogotá

‘Buses chimenea’ ahogan de a poco la salud de los bogotanos

La alarma está prendida, pero los ciudadanos temen por una nueva troncal de TM sin regulación y que deje la misma estela de humo que hoy condena la capital

La estela de humo que acompaña a TransMilenio ya es tan habitual entre los capitalinos, que se convirtió en parte del paisaje. Y es que sí, Bogotá, regia y todo como ciudad, se  ahoga en diésel y puede haber más de un ciudadano que esté sintiendo los efectos de esa contaminación, la misma que parece ignorada por las entidades distritales.
Cuando se supo del proyecto de TransMilenio por la Carrera Séptima se levantaron las voces en contra, que no solo se oponen a la troncal por el dinero que nos costará, sino también porque la emblemática vía de la ciudad podría convertirse en una segunda Avenida Caracas y la salud de los ciudadanos se vería comprometida.
Además de partículas contaminantes hay pánico en el aire por esta obra, y no es para menos cuando los bogotanos, de un tiempo para acá, se han vuelto más conscientes de que si respiran están expuestos a enfermedades que van desde una simple gripa hasta cáncer de pulmón.
En el año 2012, la Organización Mundial de la Salud (OMS), por medio de la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC), llegó a la conclusión de que el humo del diésel causa cáncer de pulmón y posiblemente de vejiga. La institución, incluso, lo comparó con el asbesto.
La OMS también estimó que un 72% de las defunciones prematuras relacionadas con la contaminación del aire exterior en 2012 se debieron a cardiopatía isquémica y accidente cerebrovascular, mientras que un 14% se debieron a neumopatía obstructiva crónica o infección aguda de las vías respiratorias inferiores, y un 14% a cáncer de pulmón.
Esto no le extraña a Gonzalo Díaz, médico que ha estudiado por más de 20 años el tema de polución en Bogotá de forma independiente: “Según las mediciones que he hecho, me he dado cuenta que la Carrera Séptima está más contaminada, entre cinco o seis veces más, que la Caracas y eso tiene una razón científica: es porque la Séptima es una vía cañón, eso quiere decir que toma la contaminación y la encajona entre ciertos límites a lo largo de su curso. Los límites son los cerros orientales y los edificios. La Carrera Séptima es una vía que no tiene, prácticamente, ninguna barrera, se le han quitado algunos  árboles, no tiene zonas verdes y transporta toda la polución desde el sur hasta la sabana y con eso me refiero hasta Tocancipá”.
Díaz, quien también es vecino de la Séptima, asegura que trabaja con un equipo de informantes anónimos que lo mantienen al tanto sobre el estado de salud que tienen: “Ellos me avisan cuando les da gripa y rinitis, cuando abren una ventana y empiezan a sentirse mareados o cansados. Esos son efectos de la contaminación del aire en Bogotá, que en zonas como Santa Bárbara, en la 116 con carrera Séptima, por ejemplo, alcanza niveles altísimos de contaminación”.
Al momento de escribir esta nota la calidad del aire en la ciudad, según el Índice Bogotano de Calidad del Aire, (Iboca), es moderado. Pero ¿qué significa moderado? Para Néstor Yesid Rojas, profesor de ingeniería ambiental de la Universidad Nacional, “la contaminación del aire en Bogotá se puede tomar como moderada, pero no es una buena calidad del aire. Es alta comparada con otras ciudades, pero no es tan contaminada como ciudades de la India o la China”.
Ahora bien, vale la pena aclarar que la contaminación en Bogotá también es producida por los vehículos particulares y las industrias, pero genera bastante desconfianza y preocupación que los buses de TransMilenio y el Sitp sean sus propios jueces a la hora de regular las emisiones de particulas contaminantes.
O por lo menos así lo determinó la Personería hace un par de semanas, cuando emitió una alerta por los ‘buses chimenea’ que recorren las calles dejando una estela de humo y no tienen ningún control, según lo señalado en su informe, por la Secretaría de Ambiente.
Con este panorama sobre la mesa, cómo no van a estar preocupados los vecinos de la Carrera Séptima, y los bogotnanos en general, que sienten cada vez más cerca el cambio drástico en su vida ante la inminente llegada del TransMilenio a ese corredor.
Rojas señala que “aunque en la Séptima nunca ha habido un transporte limpio, de hecho los buses que menos tienen emisiones transitan por ese corredor y son los híbridos, el miedo de los vecinos de que circulen buses iguales a los que hay en el resto de la ciudad es válido”.
Sin embargo, añade que si bien los buses que entrarían a esa troncal bajarían las emisiones y reducirían la contaminación, no puede pasar lo mismo que con los de la Caracas: “Por supuesto, si lo que quieren montar es una troncal igual a la de la Caracas no me parece apropiado. Tampoco creo que las emisiones suban si se ponen buses nuevos, pero debe haber una transformación radical en la flota para así garantizar que las emisiones sean más bajas”.
Si bien la contaminación del aire “por material particulado no es un factor causal directo de enfermedad o mortalidad respiratoria aguda, sino un factor asociado, que en combinación con otros factores produce un aumento de las enfermedades respiratorias”, tal y como lo señala el Observatorio de Salud Ambiental, sí es necesario que se tomen medidas de parte de la Secretaría de Ambiente y de Salud, o por lo menos que sean más visibles.
El miedo es latente porque con la llegada de TransMilenio a la Séptima los ciudadanos piensan en su salud. El IDU comentó que en ese corredor “se transportarán 26.000 pasajeros hora sentido en 150 buses modernos y amigables con el medio ambiente. Además, la consultoría contratada incluye un estudio de monitoreo ambiental, el cual se realiza con 12 estaciones que miden las condiciones del aire, 16 los niveles del ruido y 8 la calidad del agua”.
La Secretaría de Ambiente aseguró que este año se han impuesto 580 multas a los ‘buses chimenea’. Por otro lado, la Secretaría de Salud asegura que la población puede encontrar las recomendaciones pertinentes para  mejorar su salud, así como las medidas voluntarias para contribuir y mejorar la calidad del aire en Bogotá, en el Iboca.
Los bogotanos esperan que el término “modernos y amigables” no solo queden en el papel y se hagan realidad, así como el control a las emisiones no solo en esa vía, sino en las demás troncales del sistema que lo necesitan. Para Díaz, la solución, más allá del control que se le haga a los buses actuales,  que debe hacerse con rigurosidad, es la “de migrar a un sistema eléctrico y hay que comenzar por no traer más buses diésel”.

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