Barranquilla

Juglar vallenato canta serenata en la tumba de Joe Arroyo a los cinco años de su partida, en Barranquilla

El cronista y periodista vallenato Juan Rincón Vanegas registró la emotiva visita que el juglar vallenato, Emiliano Zuleta Díaz, hijo de Emiliano Zuleta Baquero y hermano de Poncho Zuleta le hizo a la tumba de Joe Arroyo al conmemorarse el quinto aniversario de su partida.

Con el acordeón en los brazos Zuleta interrumpió el silencio del Cementerio Jardines de la Eternidad, en Barranquilla, donde reposan los restos del creador del Joesón. “Joe fue único, grande como cantante, compositor y arreglista. Era de esos seres musicales cuya virtud traspasaba todas las barreras. Pasarán cientos de años y será un artista insuperable. Definitivamente era un fenómeno del folclor colombiano, como en el caso del vallenato que no tienen comparación mi hermano Poncho, Jorge Oñate y Diomedes Díaz”, contó Zuleta a Vanegas.

De un momento a otro tomó su acordeón, se lo llevó al pecho, se sentó en la tumba y con todo el sentimiento reflejado en sus lágrimas expresó: “Joe, mi amigo querido, mi amigo del alma”. Bajó su cabeza por varios segundos, y siguió susurrando: “Joe, hoy he venido a regalarte esa canción que tanto te gustaba, ‘Mi acordeón’, la que aplaudías y cantabas algunos versos”.

Emiliano contó la historia que lo llena de orgullo porque pudo grabar con Joe Arroyo una canción vallenata, exactamente, un merengue.

Se trata de Yo soy el folclor, de la autoría del compositor Luis Cujia Álvarez, quien con esa inspiración ganó el sábado dos de mayo de 1998 el concurso de la Canción Inédita en el 31º Festival de la Leyenda Vallenata.

Emiliano empieza a narrar: “Joe Arroyo escuchó la canción, le gustó de inmediato y decidió grabarla en una de sus producciones musicales titulada ‘Joe en Sol Mayor’, y tuvo a bien convocarme para que lo acompañara. Gustoso acepté”.

El juglar también recordó el amargo momento cuando se enteró de la muerte del cantante. “Cuando Joe Arroyo murió yo iba para Estados Unidos, lo lloré con sentimiento y con el alma. Uno, porque fue mi gran amigo; dos, porque fue un extraordinario artista, y tres, porque se murió de esa manera y, para que entiendan su grandeza, no supo ni morirse, porque todos creemos que está vivo, y porque sus canciones no pasarán de moda”.

Zuleta regresó a Valledupar con el deber cumplido de rendirle homenaje al hombre y al ídolo.

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