La invitación del presidente de EE.UU., Barack Obama, a su homólogo colombiano, Juan Manuel Santos, para celebrar los 15 años del Plan Colombia, llega en un momento clave para los tiempos del proceso de paz, cuyo acuerdo está a apenas mes y medio de su rúbrica si nada lo impide.
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Santos comienza este miércoles su visita oficial a la capital estadounidense, un viaje en el que el mandatario colombiano tendrá la oportunidad de dar un espaldarazo a la legitimidad de las negociaciones de paz de la mano del reconocimiento de los máximos líderes del país norteamericano.
Además de un notable despliegue institucional, que le permitirá intercambiar impresiones con el presidente Obama, el vicepresidente Joseph Biden, los líderes del Congreso, la directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Christine Lagarde, y el presidente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), Luis Alberto Moreno.
Con esta visita, Santos espera regresar a Bogotá con un renovado acuerdo bilateral con Washington.
Mientras parte de la sociedad colombiana aún ve con escepticismo el éxito de las negociaciones de paz en La Habana, después de varios intentos fallidos de reconciliación de administraciones anteriores, el Gobierno colombiano se podrá reivindicar gracias al «acompañamiento» y una nueva inyección financiera de EE.UU. bajo «el éxito» de los 15 años del Plan Colombia, según detalla la Casa Blanca.
El recinto presidencial adelantó hoy que Obama pedirá al Congreso un incremento de los fondos para Colombia de cara a su nueva etapa, aunque no quiso precisar la cantidad exacta, que incluso podría ser anunciada estos días por el propio presidente estadounidense en presencia de Santos.
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El asesor de Obama para asuntos del Hemisferio Occidental, Mark Feierstein, calificó hoy el Plan Colombia como uno de los acuerdos bilaterales más exitosos del mundo, mediante el que Bogotá ha hecho progresos notables en la lucha contra el narcotráfico y el crimen organizado, aunque reconoció que aún queda mucho por hacer.
«EEUU y Colombia comparten muchos objetivos en el Hemisferio Occidental, aunque obviamente nos centramos en cosas como la delincuencia y el narcotráfico transnacional organizado», explicó en la misma línea la secretaria de Estado adjunta para Latinoamérica, Roberta Jacobson, quien dijo que el objetivo ahora es «redirigir» los esfuerzos hacia la implementación de la paz.
No obstante, pese a los más de 9.000 millones de dólares que Estados Unidos ha aportado a Colombia en los últimos 15 años, expertos como el profesor de Estudios Latinoamericanos de la American University, Eric Hershberg, son escépticos sobre su impacto en la transformación del país andino.
«El Plan Colombia fue el pilar de las relaciones entre EE.UU. y Colombia durante muchos años, y es visto en los círculos oficiales en Washington como un éxito rotundo», explicó Hershberg a Efe.
«Sin embargo -dijo-, soy escéptico sobre las afirmaciones de que el Plan Colombia es responsable de los avances logrados durante el gobierno de Santos con respecto a una solución negociada del conflicto, pero es una narrativa que circula hoy en día entre los proponentes de la iniciativa», agregó, aunque reconoció también que «más allá del plan, y por otras razones, afortunadamente la coyuntura del país es mucho mejor».
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Harold Trikunas, experto en América Latina del centro de estudios Brookings, consideró en conversación con Efe que es importante subrayar que el Plan Colombia que ahora conmemoran ambos países «fue en gran medida diseñado, financiado y ejecutado por los propios colombianos, aunque con el apoyo importante de EE.UU. en forma de asesoramiento, formación, tecnología y equipo».
«Esto estableció el patrón para una asociación de colaboración en el que los colombianos tomaron las decisiones sobre la mejor manera de acabar la guerra y negociar la paz, pero Estados Unidos, en particular el Congreso, hizo hincapié en la necesidad de la rendición de cuentas y el respeto al Estado de derecho como una condición para prestar asistencia», añadió Trikunas.
Es precisamente la asistencia hacia algunas comunidades más vulnerables, como los afrocolombianos o los indígenas, así como el impacto sobre estos pueblos de las prácticas dañinas para el medio ambiente, algunas de las preocupaciones de las organizaciones no gubernamentales para el futuro.
La presencia de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) en territorios no controlados por el Estado, ha supuesto la convivencia de estas comunidades con la guerrilla sin el Estado, de modo que, junto a la desmovilización de los guerrilleros, se erige como uno de los mayores retos del futuro.
Un futuro del que Estados Unidos quiere continuar formando parte.
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