A pesar de esto, otras encuestas son llamativas: los colombianos siguen siendo felices, como lo indica el Sondeo de Emociones Globales Gallup. Allí, Colombia es el séptimo país más feliz del mundo.
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Al final, la felicidad es subjetiva pero se explica a partir de una gran cantidad de factores internos y externos, según el psicoterapeuta David Rolong. «Lo que ha hecho que Colombia haya figurado en esos listados se debe a su forma de percibir la cultura, de manejar las situaciones y los imaginarios colectivos sobre lo que debe ser la felicidad», explica.
Así, la cultura colombiana impulsa el espíritu «parrandero», de gente alegre, hospitalaria y con cierto grado de despreocupación que facilita una percepción cultural como países «felices». Según el internacionalista de la Universidad Jorge Tadeo Lozano Germán Cabrejo, «los países más felices son aquellos en los que el éxito se consigue de forma más sencilla».
«En Latinoamérica el éxito se consigue al tener un trabajo, una familia, poder pagar unas vacaciones; en Europa y Estados Unidos esos factores no dan el mismo grado de felicidad. Los sondeos Gallup tienen a los países latinoamericanos como los más felices por esa percepción», añade.
«Los motivos dependen más de la percepción cultural que se tengan, mas no sustancialmente por cuestiones relacionadas con la felicidad subjetiva, sino de cómo se establecen las relaciones con las demás personas, la hospitalidad de la gente y lo que de ahí se desprenda. Los motivos que rodean la percepción se deben a un sentido más de pertenencia propia, de la forma de expresar las situaciones», agrega Rolong.
Cuando la preocupación llega
La situación socioeconómica actual del país se convierte en un elemento desestabilizador para estos elementos culturales. «Las noticias negativas, y la percepción de que solo ocurren en Colombia hacen que los colombianos se sientan más descontentos», dice Cabrejo.
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Para Rolong, temas como las amenazas de racionamiento de energía, la inflación en la canasta básica y los errores del proceso de paz impiden este descontento. «Los hechos afectan la percepción de las situaciones y la manera por medio la cual se manifiestan las situaciones vividas. Lo anterior afecta lo que la medición de felicidad asuma de cómo se manejan las situaciones a un nivel macro en un país».
De hecho, eso explica las diferencias entre los datos de sondeos como Gallup y el índice de la ONU: mientras las encuestas preguntan por las percepciones personales, el Reporte Mundial de Felicidad mide estándares de bienestar que mejoran los datos a países de Europa. A pesar de esto, la gente no está contenta con cómo funciona el país.
Esto es evidente al ver la masificación de protestas de descontento contra el Gobierno Nacional en los últimos dos años: tanto las marchas de izquierda del 17 de marzo como las protestas del Centro Democrático del 2 de abril muestran un nivel de insatisfacción importante en amplios grupos del país.
Cabrejo explica que este descontento puede indicar incluso una mejora de la situación a nivel nacional. «Cuando una persona empieza a ver que sus necesidades básicas están satisfechas, exige más. Ya no se limita a irse en TransMilenio, quiere que no esté repleto. No se queda sólo con solicitar una cita médica, sino a exigir buena atención. Los colombianos empiezan a ver que las cosas mejoran, y a pedir que esa mejora no se limite sólo a unos pocos, sino a todos», concluye.
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