La idea de dos hermanos caleños ha logrado que en 15 meses se reciclen 133.222 botellas plásticas PET, que sin duda iban a tener un triste fin en un relleno sanitario e iban a incrementar la contaminación del medio ambiente. Se trata de Ecobot, equipos compactadores que se ubican en centros comerciales e instituciones educativas para que las personas arrojen sus botellas y reciban un premio a cambio.
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Reciclar entonces se convierte en una actividad divertida. Mucho más sofisticados que los tarros de colores que se popularizaron con sus distinciones de “reciclable”, “orgánico” y “papel-cartón”, los Ecobot tienen un agujero por donde se debe introducir la botella plástica y otro que recibe la tapa, en caso de que la haya. A cambio de este amable gesto con la naturaleza, los usuarios obtienen cupones de descuento otorgados de manera instantánea por las marcas patrocinadoras. Uber, Rappi, Agua Bendita, Reindeer y Learn English hacen parte de ellas.
Sin embargo, más allá de la labor de recuperación de plástico que se logra, este proyecto busca generar una conciencia ambiental en todos los ciudadanos y hacerles sentir un compromiso con el planeta a través de una buena disposición de las botellas de agua, bebidas gaseosas y jugos.
“Cuando la gente saca la basura a las calles, así haya hecho una previa separación de desechos, los recicladores se llevan únicamente las botellas transparentes porque son las que mejor les pagan en las bodegas de reciclaje. Los otros cuatro tipos de botellas se desperdician. Con Ecobot hemos logrado que todo el plástico pueda ser reciclado y entregado a plantas de tratamiento”, dice Santiago Aramburo, uno de los creadores de la iniciativa.
Existen cinco tipos de botellas que se diferencian según su color: las transparentes, como las de Coca Cola; las verdes, como las de Sprite; las azulosas, como las de distintas aguas; las ámbar, como las de Pony Malta; y las ‘pet hit’, donde empacan los jugos de esta marca y que se caracterizan por incluir otro material además de plástico.
Hasta el momento, Cali cuenta con seis Ecobot ubicadas en varias universidades, y en los principales centros comerciales de la ciudad.
En cuanto a los centros comerciales, se destaca Chipichape con 14.804 botellas recolectadas en seis meses, seguido por Palmetto Plaza, que recicló 12.599 botellas en el mismo lapso.
“Una vez fuimos a Chipichape muy temprano y nos encontramos con una escena hermosa: había un niño de unos cuatro años echando botellas en la máquina, tenía una bolsa llena de botellas y otra de tapas… Estaba con el papá, que tenía que cargarlo porque no alcanzaba. Es muy valioso que los niños aprendan a reciclar”, cuenta Santiago.
El 90% de lo que se paga por una botella de agua corresponde al costo del empaque, embotellamiento, distribución y mercadeo. El 10% es el valor del agua.
Para cumplir también con una labor social, las tapas que acumulan los Ecobot son donadas a las fundaciones Peter Pan y Carlos Portela, que trabajan con niños quemados y con cáncer, respectivamente. Ellos las venden a distintas plantas procesadoras y con eso gestionan recursos para apoyar a sus pacientes, además de generar también un impacto ambiental positivo.
En la actualidad hay 36 marcas vinculadas al proyecto, que a través de sus aportes fortalecen el compromiso con la naturaleza. Las botellas recolectadas en cada máquina quedan a disposición del lugar donde esta se ubique (universidad o centro comercial), que se compromete a cumplir unos requisitos sobre la correcta disposición del plástico.
Durante el primer mes de funcionamiento (abril del 2016), Ecobot logró recuperar 630 botellas PET con una máquina ubicada en una de las universidades. En junio del 2017, ya con las seis máquinas, esta cifra ascendió a 16.016 botellas.
“El próximo mes vamos a ir a Bogotá, pues hay tres universidades que quieren tener Ecobot. En Cali aprovechamos la temporada de vacaciones para llevar las máquinas de las universidades a otras empresas, y en todas quedaron impactados con el plástico que se pudo reciclar”, añade Santiago.
¿Por qué es importante recuperar las botellas?
Lina Aramburo, hermana de Santiago y líder de la iniciativa, explica que el plástico con el que están hechas las botellas de gaseosa, agua y jugos se puede convertir en nuevas láminas que sirven para empacar cepillos dentales, por ejemplo, o hasta en fibras textiles.
“En los océanos del mundo existen cinco ‘islas’ de basura. La más grande está ubicada en el océano Pacífico, es más grande que Colombia y gran parte de los residuos que están ahí son plástico. Para no irnos tan lejos, en Cali generamos a diario 1700 toneladas de residuos sólidos y solo reciclamos el 10%, quiere decir que el resto queda enterrado en un relleno sanitario que contamina el medio ambiente”, asegura la emprendedora.
Más comprometidos que nunca con la naturaleza, los hermanos Aramburo están en la tarea de lograr cada día avances tecnológicos para que los clientes y usuarios tengan una mejor experiencia en el proceso de reciclaje con Ecobot. Más adelante esperan poder recibir otro tipo de residuos, como latas, para que su material pueda reutilizarse.
En promedio, 35 botellas pet pesan un kilo. En este sentido, las botellas recuperadas por Ecobot corresponderían a 3806 kilos de plástico reciclados en un año y tres meses.
Un sector en desarrollo
Proyectos como Ecobot hacen parte de la ‘Economía Naraja’ o ‘creativa’, que agrupa a las empresas enfocadas en la transformación de ideas en bienes y servicios cuyo valor se determina por el contenido de propiedad intelectual. En el Valle del Cauca, este sector se ha fortalecido a tal punto de que en el 2015 sus ventas fueron de $5 billones, 14.1% más que el año anterior. A nivel nacional, en ese mismo año, las actividades productivas relacionadas con la Economía Naranja generaron el 3.6% de la economía y el 21% de los puestos de trabajo.
El informe más reciente de Asocámaras muestra que en el Valle del Cauca hay 8336 empresas que corresponden a la economía creativa y que la mayoría de ellas (3140) son de diseño. El primer lugar, según sus ventas reportadas a las Cámaras de Comercio del departamento, lo ocupa STF Group S.A., empresa detrás de las marcas Studio F y Ela que ha logrado exportar a 14 países.
«La economía creativa es un sector muy lindo, muy sostenible y muy incluyente. En Cali tenemos oportunidades enormes alrededor de temas musicales, de la salsa y del arte. También exportamos al mundo entero servicios y entretenimiento. Si en algo somos potencia como país es en los temas culturales y creativos», asegura Esteban Piedrahíta, presidente de la Cámara de Comercio de Cali (CCC).